El expresidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré, fue condenado a cadena perpetua tras ser declarado culpable de complicidad en el asesinato de su predecesor, Thomas Sankara, en 1987, según dictaminó un tribunal militar.
Sankara, un revolucionario marxista carismático, fue infamemente asesinado a tiros en la capital de la nación de África occidental, Uagadugú, a la edad de 37 años, cuatro años después de que asumiera el poder en un golpe de Estado.
Compaoré fue juzgado en rebeldía junto con su exjefe de seguridad Hyacinthe Kafando, quien también fue condenado a cadena perpetua. Ambos han negado previamente cualquier participación en la muerte de Sankara.
Sankara y 12 colegas fueron asesinados a tiros por un escuadrón de la muerte el 15 de octubre de 1987, en una reunión del gobernante Consejo Nacional Revolucionario. La masacre coincidió con un golpe de Estado que llevó al poder al antiguo camarada de Sankara, Compaoré.
A lo largo de su reinado de 27 años, Compaoré cerró herméticamente las circunstancias de la muerte de Sankara, alimentando la especulación de que él era el autor intelectual.
Después de casi tres décadas en el poder, otro golpe de Estado en el 2014 terminaría con el régimen de Compaoré, quien huyó a Costa de Marfil tras perder el control del país.
El “Che Guevara” afircano
Thomas Sankara, conocido como el “Che Guevara” africano por su simpatía con la Revolución Cubana, es una de las figuras políticas más admiradas de la historia reciente de África por su carisma e ideas, que aún inspiran a jóvenes del continente.
Sankara fue presidente de Burkina Faso entre 1983 y 1987, cuando murió asesinado, un magnicidio que el pasado 11 de octubre, más de treinta años después, comenzó a juzgarse en un tribunal militar de Uagadugú, capital burkinesa, en un intento de obtener justicia.
Nacido el 21 de diciembre de 1949 en Yako, localidad a unos cien kilómetros de Uagadugú, en el seno de una familia cristiana y el primer varón de once hermanos, siguió los pasos de su padre y comenzó la carrera militar en Madagascar a la edad de 19 años.
En 1972 volvió a su país, donde luchó en la guerra fronteriza entre Burkina Faso -entonces denominada Alto Volta- y Malí; y en 1976 conoció en Marruecos a Blaise Compaoré, su amigo íntimo y compañero de armas con quien el 4 de agosto de 1983 perpetró el golpe de Estado con el que llegó al poder a los 33 años.
Influenciado por las obras de Karl Marx y Vladímir Lenin, Sankara comenzó una revolución inspirada en las del guerrillero y político argentino nacionalizado cubano Ernesto “Che” Guevara y del entonces presidente de Cuba, Fidel Castro, con quien se reunió varias veces.
Aunque no conoció al “Che”, a Sankara se le llama el “Che Guevara” africano por sus similitudes ideológicas y porque ambos murieron a los treinta y tantos años.
Con Castro se reunió por primera vez en marzo de 1983 en la séptima cumbre de los países no alineados en Nueva Delhi.
“Durante esta primera conversación comprendí que Fidel tiene una gran humanidad, una intuición muy aguda, y que era consciente de la importancia de nuestra lucha, de los problemas de mi país”, declaró Sankara años después en una entrevista en una radio de Uagadugú.
Visitó Cuba en 1984 -cuando Castro le condecoró con la Medalla de la Orden de José Martí- y en 1986. Desde 1983 firmó acuerdos de cooperación en salud, agricultura, educación y transportes entre ambos países.
Las ideas de Sankara eran antiimperialistas, panafricanistas, feministas y ecologistas, pero también era un patriota que apostaba por el consumo local de productos como las telas tradicionales fabricadas con algodón del país africano.
El amor por su país le hizo cambiarle el nombre en 1984, pasando de ser Alto Volta -nombre colonial que apelaba al curso alto del río Volta- a Burkina Faso, que quiere decir “tierra (o patria) de los hombres íntegros” en dos lenguas locales.
Cuando hablaba, Sankara no dejaba indiferente a nadie. Uno de los discursos más conocidos de este político y militar fue el que dio en Adís Abeba en julio de 1987 en una cumbre de la Organización para la Unidad Africana (actual Unión Africana) contra la deuda externa.
“Son los colonizadores los que endeudaron a África con los prestamistas, sus hermanos y primos. Nosotros somos ajenos a esta deuda. Por lo tanto, no podemos pagarla”, argumentó, dejando sin palabras a muchos líderes africanos y haciendo reír a algunos.
Conocido por su humildad, Sankara conducía un pequeño Renault 5 y ese tipo gestos, que sintonizaban con la gente corriente, le hicieron muy popular, pero también tenía detractores y enemigos.
“O acabaré siendo un anciano en alguna parte o será un final violento porque tenemos muchos enemigos. Una vez que aceptas eso, es sólo cuestión de tiempo”, predijo él mismo.
Tras admitir que su revolución tenía errores, Sankara también creó -como en Cuba- los Comités de Defensa de la Revolución en cada barrio en la llamada “época de la rectificación” para solventar sus fallos, pero muchos los utilizaron en su propio interés.
El 15 de octubre de 1987, Sankara -junto a doce de sus acólitos- fue asesinado a los 37 años por un comando golpista liderado por Compaoré, que asaltó su despacho.
Los cuerpos de Sankara y sus camaradas se enterraron discretamente y el médico, coronel Alidou Jean Christophe Diébré, examinó el cadáver e indicó en el certificado de defunción que la causa de la muerte fue “natural”.
Imputado por falsificación de escritura pública, Diébré pidió perdón en el juicio al explicar sus motivaciones y finalmente fue absuelto.
Tras la partida de Compaoré, las tumbas pudieron abrirse para desbloquear la investigación sobre el asesinato del carismático líder africano pero, tras la exhumación del cuerpo, las pruebas de ADN resultaron “inconcluyentes”.
No obstante, los expertos aseguraron que el cuerpo recibió varios disparos, lo que concuerda con el testimonio de testigos del asesinato de Sankara y dio esperanzas para que pudiera celebrarse el juicio que hoy puso fin a más de tres décadas de impunidad.
Al gobierno de Sankara se le atribuyó el salto en la provisión de educación y atención médica, las reformas sociales para poner fin a la poligamia y la mutilación genital femenina.
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