Izyum tiene una larga memoria de la guerra. Es una ciudad de 50.000 habitantes que está a 120 kilómetros de Kharkiv, la segunda ciudad ucraniana, a orillas del apacible río Donets. Fue asentamiento de los tártaros de Crimea desde 1571. Los cosacos la ocuparon en 1668. Durante la II Guerra Mundial, el Ejército Rojo soviético la convirtió en cabeza de playa para contraatacar a los nazis. Fueron derrotados. Los alemanes la ocuparon entre 1942 y 1943. En 2014, con la invasión rusa y la creación de los enclaves separatistas de Luhansk y Donetsk, volvió a ser el epicentro de duras batallas entre los pro-rusos y el ejército ucraniano.
Por Izyum pasa la estratégica ruta E40 que conecta Luhansk con Sloviansk y Kharkiv. Quien tenga el control de la ciudad logrará un acceso directo a estos otros dos frentes de guerra. Las fuerzas rusas están luchando desde hace un mes para conquistarla. Esta semana hubo reportes de que los rusos habían llegado al casco céntrico y tomado la sede del gobierno local. Pero el vice-alcalde Volodymyr Matsokin, que está refugiado en uno de los suburbios asegura en su canal de Telegram que aún está en manos ucranianas. Pero la ciudad está reducida a escombros y hierros retorcidos “Desde hace tres semanas no hay civilización. La ciudad ha quedado en ruinas, y de forma intencionada”, escribió.
Para terminar con la resistencia de Izyum y avanzar hacia el premio mayor de Kharkiv, los rusos necesitan tropas frescas y una línea de abastecimiento más corta. Por estos problemas ya fracasaron en la toma de Kyiv y ahora que Vladimir Putin quiere conquistar la región del Donbás para crear su Ucrania del Este, van a tener que armar corredores seguros desde la frontera rusa para mejorar la logística y la moral de las tropas, que sigue siendo muy baja. Los ucranianos necesitan armas pesadas para repelerlos. Por ahora, no las tienen. La suerte de Izyum está ligada a la de Kharkiv y las dos al resultado final de la guerra.
Estados Unidos y Europa entregaron a Ucrania un gran número de armas ligeras y medianas como los sistemas de misiles Javelins y NLAW que se lanzan apoyados en el hombro del soldado. Estas armas fueron fundamentales para atacar los convoyes rusos y destruir tanques. Están diseñados para la guerra urbana o semiurbana. Las defensas deben tener escondites y vías de escape donde no puedan entrar la artillería pesada enemiga. Ahora, para esta campaña del Donbás, Ucrania necesita otro tipo de armamento. El presidente Volodymyr Zelensky viene pidiendo desde hace semanas aviones de combate y sistemas de misiles S-300, que se instalan en la parte trasera de camiones y pueden derribar aviones y drones. “Si no tenemos armas pesadas, ¿cómo podemos defendernos?”, dijo en uno de sus dramáticos mensajes que envía cada noche. “¡Dennos misiles. Dennos aviones!”.
Hasta ahora, Occidente se negó. Algunos analistas militares argumentan que estas armas no ayudarán a Ucrania tanto como Zelensky piensa. Pero la razón principal es el miedo que tienen en Washington y Bruselas a que Putin vea esa entrega de armas como un avance de la OTAN para invadir Rusia y responda ampliando la guerra a otros países y usando armas químicas y nucleares. Pero sin aviones y misiles de mediano alcance, Putin tiene muchas probabilidades de quedarse con la mitad de Ucrania y consolidar su poder en Rusia. También para seguir cometiendo crímenes de guerra como los que se están viendo en Irpin, Bucha y tantas otras localidades reconquistadas alrededor de Kyiv, los bombardeos de Mariupol contra hospitales y refugios de civiles o la deportación masiva y compulsiva de ucranianos a regiones inhóspitas dentro de Rusia.
“Es el dilema de Occidente que tendrá que resolver muy pronto. Si entrega las armas, puede provocar la ira de Putin que es capaz de apretar el botón rojo de los misiles nucleares. Si no lo hace, Putin se sale con la suya y queda mucho más fuerte para que el resto del mundo siga siendo rehén de sus caprichos”, escribió Frederick Kagan, experto militar del American Enterprise Institute.
Al menos dos países europeos, ambos en la frontera de Ucrania, parecen dispuestos a proporcionar algunas de las armas que Zelensky quiere. Eslovaquia, que posee sistemas de misiles S-300, anunció que está dispuesta a enviarlos a Ucrania, mientras que Polonia se ofreció a entregar aviones de combate MIG, que serían de una gran ventaja porque los pilotos ucranianos están acostumbrados a volarlos. Pero ambos países quieren que las transferencias formen parte de un acuerdo más amplio que incluya a Estados Unidos y a la OTAN, para no quedar aún más vulnerables a un ataque ruso. Saben que Putin puede aprovechar la situación para lanzar ataques contra Varsovia y Bratislava.
Los cancilleres de los países miembros de la OTAN, el sistema de defensa militar occidental, se reúnen mañana en Bruselas para discutir la posibilidad de una mayor ayuda militar para Ucrania. El presidente estadounidense Joe Biden está recibiendo duras presiones por parte de la bancada de su propio partido, el Demócrata, y de la oposición republicana en el Congreso para que corra el riesgo y ayude a las fuerzas armadas ucranianas en forma más decidida. Por ahora, el Consejo de Seguridad de la Casa Blanca sigue aconsejándole que no lo haga. Pero Biden sabe que su suerte está atada en buena medida a lo que suceda en Ucrania y cuando comience la campaña por la reelección todo puede cambiar.
Biden acusó directamente a Putin de “criminal de guerra” y aseguró que el líder ruso tendrá que enfrentar un tribunal internacional por las atrocidades que van apareciendo en Ucrania. Europa también avanza en ese sentido. Alemania y Francia expulsaron a 75 diplomáticos rusos en las últimas horas. Y aumentarán las sanciones comerciales. “La Unión Europea va a restringir totalmente la compra de carbón ruso que es la tercera exportación de ese país. Y eso no creo que cause mucho más dolor de cabeza a los europeos de los que ya tienen con los recortes del gas”, escribió Matina Stevis-Gridneff en The Times de Londres. Washington también va a dar una vuelta más al torniquete que le puso a la economía rusa. Va a perseguir a los fabricantes de armas de todo el mundo para que no le entreguen las piezas que Moscú necesita para recomponer sus tanques dañados. Y confiscarían, no sólo congelarían como hasta ahora, el dinero del gobierno ruso depositado en bancos extranjeros. “Esto ahogaría a Putin que se quedaría sin divisas fuertes para cualquier comercio que no sea con China”, explicó Jeffrey Schott, del Instituto Peterson de Economía Internacional.
Pero como recordó Nicholas Mulder, historiador de la Universidad de Cornell, “las sanciones rara vez afectan al comportamiento en el campo de batalla y cuando funcionan, pueden llegar demasiado tarde”. Y agregó que “las guerras se ganan o pierden en los campos de batalla y de las comunicaciones, no en los bancos”.
El general Mark Hertling, el ex comandante de las fuerzas estadounidenses en Europa, coincide con esta perspectiva. En un largo hilo de Twitter describe lo que sería la estrategia rusa en los próximos días: continuarán bombardeando hasta terminar con las defensas en Mariupol y Berendyansk, en el Este, así como en las zonas alrededores de las ya conquistas Kherson y Mykolaiv. En las próximas semanas tratarán de quedarse con Odessa bombardeándola desde el mar, que es lo que no hicieron hasta ahora. Y tendrán dos frentes fuertes en concreto, uno sobre Kharkiv y el otro que abrirán sobre Dnipro, la ciudad clave que está en el centro geográfico de Ucrania.
Aunque todo va a depender de si los rusos pueden solucionar sus graves problemas de logística. “Las fuerzas de la UR -de diversos tipos- han sufrido pérdidas incomprensibles. Algunas estimaciones hablan de un 10-15%... yo lo situaría más cerca del 30-50% de las unidades de combate en primera línea”, escribió el general Hertling. “La inteligencia británica y el ministerio de Defensa ucraniano estiman las cifras de bajas rusas en más de 18.000 soldados con 700 tanques destruidos o capturados. Como antiguo comandante de una división de tanques, esas cifras me resultan inconcebibles”.
Y advierte que la movida de los generales de Putin de sacar a las tropas de Kyiv para concentrarlas en el Donbás no es algo que de una ventaja estratégica inmediata en el campo de batalla. “Esto no es un juego de ordenador. Esto no es una película de Hollywood. Las fuerzas no abandonan una zona para luchar inmediatamente en otra. Para trasladar regimientos enteros desde Bielorrusia a Crimea necesitarían varias semanas y si llegan, esos soldados tendrían que permanecer en la retaguardia hasta recomponerse y reordenarse. No creo que eso sea posible por ahora”.
El general Hertling cree que las fuerzas ucranianas tienen todavía una ventaja comparativa y si les envían las armas que necesitan, así como el apoyo aéreo, podrían cortar la ofensiva, salvar Dnipro y acorralar a los rusos sobre su frontera. Claro que, para esto, todavía tienen que resistir en Izyum y evitar que se apoderen totalmente de la ruta E40. Kharkiv puede resistir por semanas, pero si los tanques rusos tienen despejado el camino hacia esa ciudad, el bombardeo será infernal.
SEGUIR LEYENDO: