“Esta tarde he hablado con el presidente Zelensky. He felicitado a sus valientes fuerzas armadas por hacer retroceder al ejército invasor de Rusia, pero reconozco los enormes desafíos a los que se enfrentan y el terrible sufrimiento que se está infligiendo a los civiles de Ucrania”, escribió el premier británico Boris Johnson y agregó: “El Reino Unido continuará intensificando su apoyo militar, económico y diplomático, incluyendo el aumento de las sanciones para incrementar la presión económica sobre la maquinaria de guerra de Putin mientras las tropas rusas permanezcan en territorio ucraniano”.
El mandatario británico ya había prometido ante el comité de Enlaces de la Cámara de los Comunes sus intenciones de “ seguir intensificando las sanciones” contra Rusia hasta que “cada una de su tropas esté fuera de Ucrania”.
Según afirmó, un posible alto el fuego entre Rusia y Ucrania no sería suficiente para que se retiraran las sanciones impuestas al Gobierno de Vladimir Putin. “En mi opinión, deberíamos continuar intensificando las sanciones con un programa continuo hasta que cada una de sus tropas esté fuera de Ucrania”, dijo.
Preguntado por si esto incluiría Crimea anexionada por Moscú en 2014, Johnson respondió: “Como he dicho, hasta que cada una de estas tropas rusas esté fuera de Ucrania”.
El primer ministro opinó asimismo que se debería llevar a cabo “un replanteamiento total sobre todo el apoyo ofrecido a países como Georgia y Ucrania”, de manera que en lugar de ofrecerles una pertenencia completa a la OTAN, explicó, los países occidentales cambiaran la “arquitectura de seguridad” armándolos de forma que Rusia no los invadiera.
Ucrania anunció el sábado haber recuperado el control de toda la región de Kiev tras casi un mes de ocupación rusa, que dejó un panorama apocalíptico y cuadros macabros como el de cientos de cadáveres esparcidos en una calle de Bucha, al noroeste de la capital.
Las fuerzas rusas, tal como lo habían anunciado hace unos días, han reducido su presencia en las regiones de Kiev y Chernígov (norte), tras haber fracasado en su tentativa de rodear la capital. Ahora parecen concentrar sus esfuerzos en el este y en el sur, cinco semanas después del inicio de la invasión ordenada por el presidente ruso, Vladimir Putin, el 24 de febrero.
En Mariúpol (sur), la Cruz Roja sigue esforzándose en organizar la evacuación de decenas de miles de personas atrapadas en esa ciudad portuaria del mar de Azov, carentes de comida, agua y electricidad.
“Liberación” de una tierra arrasada
Las localidades de “Irpin, Bucha, Gostómel y toda la región de Kiev fueron liberadas del invasor”, anunció la viceministra ucraniana de Defensa, Ganna Maliar. El asesor presidencial ucraniano Mijailo Podoliak afirmó poco antes que Moscú cambió de “táctica” y ahora pretende “mantener el control de vastos territorios ocupados” en el este y el sur y “ganar un poderoso punto de apoyo allí”.
El repliegue ruso del norte permitió comprobar la devastación dejada por la guerra: en Bucha, los cuerpos de cientos de personas vestidas con ropa de civil estaban esparcidos en una sola calle de la ciudad, indicaron reporteros de la AFP. Algunos de los cadáveres tenía las manos atadas a la espalda. Los cuerpos estaban diseminados a lo largo de varios centenares de metros. Según el alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk, “todas estas personas fueron asesinadas de un disparo en la nuca”.
Los combates y bombardeos dejaron un panorama apocalíptico, con enormes agujeros en edificios residenciales y automóviles destrozados.
Fedoruk dijo por teléfono a la AFP que “280 personas tuvieron que ser enterradas en fosas comunes”, pues era imposible hacerlo en los cementerios, aún al alcance de los bombardeos rusos.
El Tribunal Penal Internacional ya ha abierto una investigación por posibles crímenes de guerra en Ucrania. En una entrevista publicada por un diario suizo, la exfiscal internacional Carla Del Ponte instó a la Corte Penal Internacional (CPI) a emitir una orden de arresto contra Putin, a quien calificó de “criminal de guerra”.
Según la ONU, más de 4 millones de refugiados han huido de Ucrania desde la invasión y en total hay más de 10 millones de desplazados.
Ante una “emergencia migratoria” agravada, el papa Francisco pidió en la isla de Malta respuestas “compartidas” y señaló a “algún poderoso” encerrado en “sus intereses nacionales” como responsable de la guerra, en lo que fue interpretado como una alusión a Putin.
El pontífice reveló que se planteaba viajar a Ucrania y denunció “las seducciones de la autocracia” y “los nuevos imperialismos”, que acarrean el riesgo de una “guerra fría ampliada que puede sofocar la vida de pueblos y generaciones enteros”.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) afirmó que envió un equipo a Mariúpol para evacuar civiles, tras un intento fallido el viernes debido a que “las condiciones hicieron imposible proceder” a la operación.
Mariúpol ha soportado semanas de feroz bombardeo ruso, con al menos 5.000 habitantes muertos, según las autoridades locales, y 160.000 personas atrapadas en la ciudad en ruinas.
Decenas de buses con pobladores que habían conseguido salir de la ciudad llegaron el viernes a Zaporiyia, unos 200 km al noroeste.
“Lloramos cuando llegamos. Lloramos cuando vimos a los soldados en el puesto de control con emblemas ucranianos en los brazos”, contó Olena, quien cargaba a su pequeña hija en brazos.
“Mi casa fue destruida, la vi en fotos. Nuestra ciudad ya no existe”, agregó.
En Energodar, una ciudad del sur ocupada por las fuerzas rusas, una manifestación de habitantes que cantaron el himno ucraniano fue violentamente reprimida, con saldo de cuatro heridos, informó una legisladora en Kiev.
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