La inflación alemana se disparó a un 7,3% interanual en marzo, impulsada por la guerra de Ucrania, que está haciendo subir los precios de la energía y aumentando las tensiones en las cadenas de suministro, según cifras provisionales publicadas el miércoles.
El indicador, que subió 2,2 puntos desde febrero, es un récord desde la reunificación de Alemania, en 1990, según la agencia de estadísticas Destatis. Para encontrar una cifra tan elevada hay que remontarse a noviembre de 1981, en lo que era entonces la Alemania Occidental.
La guerra en Ucrania ha ensombrecido las perspectivas de la economía alemana y el Consejo Asesor de Economistas del Gobierno del país ha rebajado este miércoles sus pronósticos de crecimiento, siguiendo la tendencia que ya habían mostrado otros organismos.
Los llamados “cinco sabios” -entre los que hay ahora dos “sabias”- habían estimado en noviembre que este año la economía alemana podría crecer un 4,6 por ciento.
Ahora, por las repercusiones de la guerra de Ucrania, el pronóstico ha sido revisado a menos de la mitad y ha quedado en el 1,8 por ciento. Para 2023 los sabios esperan un crecimiento del 3,6 por ciento.
“En noviembre había indicadores que permitían esperar una fuerte recuperación de la coyuntura. Las carteras de pedidos de las empresas estaban llenas y los problemas en las cadenas de suministro derivadas de la pandemia parecían superadas”, dijo el economista Achim Truger durante la presentación del informe de los sabios.
“Ahora la guerra trae nuevos problemas de suministro y las empresas tienen problemas con el alza de los precios de la energía”, agregó.
El producto interior bruto (PIB) alemán, según los sabios, no recuperará el nivel anterior de la pandemia antes del tercer trimestre de este año.
Sin embargo, advirtieron que la situación puede empeorar y que Alemania puede verse incluso ante una recesión acompañada por altos niveles de inflación debido a la dependencia energética frente a Rusia.
El peligro de recesión sería especialmente alto en el caso de que se llegase a una interrupción del suministro de gas ruso, para lo que, según los sabios, Alemania debe prepararse y procurar lograr lo más pronto posible la independencia energética.
“Alemania tiene una fuerte dependencia de los suministros de energía rusos. Una interrupción de los suministros traería el peligro de que la economía alemana cayera en una recesión profunda y que la inflación crezca aún más”, dijo la economista Monika Schnitzer.
Los sabios esperan en Alemania una inflación del 6,2 por ciento en 2022 y del 2,9 por ciento en 2023, lo que estará todavía por encima del objetivo del BCE, según la cual la estabilidad de los precios está garantizada con una inflación ligeramente por debajo del 2 por ciento.
Como aspecto positivo, resaltaron que la situación del mercado laboral seguirá siendo estable para este año, con un índice de desempleo del 5,1 por ciento, tras el 5,7 por ciento en 2021, y del 4,9 por ciento para 2023.
Los expertos recomiendan ante todo trabajar para lograr la independencia energética ante Rusia con una diversificación de los suministros y un impulso más fuerte a las energías renovables.
Incluso en el informe se señala que una prolongación de la vida de las centrales atómicas que están aún en funcionamiento -y que deberán ser desconectadas a finales de este año- podría ser un aporte.
Pese al riesgo de recesión, los sabios consideran que las repercusiones de una interrupción del suministro de gas, aunque implicarían un gran reto, serían manejables.
“Alemania no caería en la depresión, sí en una recesión similar a la generada por la pandemia, lo que sería doloroso para algunas empresas pero a lo que se podría hacer frente”, dijo el economista Volker Wieland.
La situación de la deuda pública alemana -que al comienzo de la pandemia era del 60 por ciento del PIB y ahora está en el 70 por ciento del PIB- todavía, según los sabios, da un cierto margen.