La guerra para terminar la guerra

Continúan los bombardeos sobre Kiev y otras ciudades ucranianas. Esto, a pesar de las promesas rusas de detener los ataques para “para aumentar la confianza mutua”. Todo indica que un armisticio está aún lejos de lograse.

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El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan (izquierda), recibe a los equipos de negociación de Ucrania y Rusia para su reunión cara a cara en Estambul, Turquía. Murat Cetinmuhurdar/Presidencia de Turquía/REUTERS.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan (izquierda), recibe a los equipos de negociación de Ucrania y Rusia para su reunión cara a cara en Estambul, Turquía. Murat Cetinmuhurdar/Presidencia de Turquía/REUTERS.

El humo que se levanta de las zonas bombardeadas envuelve también las supuestas iniciativas de paz entre Rusia y Ucrania. Por ahora, ninguno de los bandos cree que estén dadas las condiciones para sentarse a negociar con la decisión necesaria. Todo indica que la guerra se prolongará.

Los militares saben cómo comenzar una guerra, nunca cómo terminarla. La tarea, casi siempre, queda en manos de diplomáticos de menor rango hasta que se logra destrabar la negociación para que lleguen los actores principales a firmar el armisticio. En el caso de la invasión rusa a Ucrania todavía se transita la primera etapa donde no hay ninguna confianza entre los bandos en conflicto y todo queda atado a la situación en el campo de batalla. No están dadas las condiciones para llegar a ningún acuerdo. Es altamente improbable que pueda haber un alto al fuego sólido en la próxima semana para que las acciones pasen a centrarse en una mesa de negociaciones.

De acuerdo a los manuales de negociaciones tienen que darse algunas condiciones específicas que pueden llevar a los enemigos a firmar un acuerdo de paz:

1. Uno de los bandos derrota al otro.

2. Las tropas de los dos bandos están fatigadas, con escasez de pertrechos y saben que no podrán alcanzar una ventaja decisiva.

3. Ambos contendientes reciben una presión internacional lo suficientemente fuerte que los obligue a sentarse en una mesa de negociaciones.

4. La presión interna para terminar con la guerra se convierte en una desventaja política insostenible más allá de la situación en el campo bélico.

Una mujer camina por entre los hierros quemados de los tanques rusos en la localidad de Trostsyanets, reconquistada por las fuerzas ucranianas. (AP Photo/Felipe Dana)
Una mujer camina por entre los hierros quemados de los tanques rusos en la localidad de Trostsyanets, reconquistada por las fuerzas ucranianas. (AP Photo/Felipe Dana)

También se utilizan las negociaciones para ganar tiempo, como podría ser el caso ahora con Vladimir Putin. En Occidente se sospecha que aceptó negociar para que las tropas puedan reagruparse y reiniciar sus ataques. Las fuerzas rusas bombardearon el miércoles las afueras de Kiev y Chernihiv, una ciudad asediada en el norte de Ucrania, un día después de prometer que reducirían sus operaciones en la zona “para aumentar la confianza mutua” en las conversaciones de paz que se están realizando en Turquía. El alcalde de Chernihiv, Vladyslav Astroshenko, dijo que los bombardeos rusos se habían intensificado en las últimas 24 horas, y que más de 100.000 personas habían quedado atrapadas en la ciudad con apenas alimentos y suministros médicos para una semana más. “Esto es una confirmación más de que Rusia siempre miente”, dijo a la CNN en una entrevista. “De hecho, han aumentado la intensidad de los ataques”, con “un colosal ataque de mortero en el centro de Chernihiv” que hirió a 25 civiles.

En su habitual discurso de madrugada, el presidente Volodymyr Zelensky, dejó claro que no se tomaba al pie de la letra nada de lo dicho por Moscú. “Los ucranianos no son ingenuos”, dijo. “Los ucranianos ya han aprendido durante estos 34 días de invasión, y durante los últimos ocho años de guerra en Donbás, que lo único en lo que pueden confiar es en un resultado concreto”.

Los negociadores ucranianos dijeron en Estambul que habían propuesto que Ucrania adoptara un estatus neutral a cambio de garantías de seguridad, lo que significa que no se uniría a alianzas militares ni albergaría bases militares de otros países. Las propuestas, que sólo entrarían en vigor en caso de un alto el fuego completo, también incluyen un periodo de consultas de 15 años sobre el estatus de la península de Crimea, que Moscú arrebató a Ucrania y se anexionó en 2014.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, frente a una pantalla en la que se ve la imagen de Vladimir Putin. REUTERS/Maxim Shemetov
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, frente a una pantalla en la que se ve la imagen de Vladimir Putin. REUTERS/Maxim Shemetov

Dimitry Peskov, el portavoz del Kremlin, aseguró que no se había alcanzado ningún avance sustancial. Dijo que “Crimea es parte de Rusia, y la constitución rusa impide discutir el destino de cualquier región rusa con cualquier otra parte”. Traducido, Rusia busca quedarse con Crimea y toda la provincia del Donbás y hasta que no logre ese objetivo no tendrá ningún interés en avanzar en las negociaciones.

Sólo el tiempo y el resultado en el campo de batalla van a determinar el rumbo que seguirá Putin en el terreno de la búsqueda de paz. Las presiones internas, que parecen ser intensas en Moscú, será el otro factor. “Una gran potencia tiene otras desventajas en esta clase de guerra, porque ha de afrontar otros muchos intereses y compromisos que compiten con las demandas de la guerra. Aunque posee capacidades militares enormes, puede encontrar muchas de ellas inapropiadas para el tipo de guerra impuesta por su adversario más débil”, explica Andrés Serrano del King´s College, en su “Estudios de la Guerra”. “Ocurre a menudo que una gran potencia es valorada por su propio pueblo, además de por la opinión pública mundial, con rasero más alto que su enemigo más débil si usa medios de guerra moralmente repugnantes. La guerra de Vietnam es un ejemplo de esta clase de conflicto asimétrico”.

Serrano también advierte que “una decisión de un Estado sobre continuar o terminar una guerra y su capacidad para hacerlo puede estar afectada por la personalidad de sus dirigentes, su estructura política, el papel de los altos mandos militares y su capacidad para influir en la toma de decisiones y el papel de la opinión pública y los grupos de presión”.

Una mujer con su hijo escapan del edificio de Kiev donde viven y que fue dañado por los bombardeos. Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania/via REUTERS.
Una mujer con su hijo escapan del edificio de Kiev donde viven y que fue dañado por los bombardeos. Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania/via REUTERS.

La personalidad de Putin es decisiva en este caso y los generales rusos parecieran tener, por ahora, poco peso político para detener o no la guerra. Pero no hay que desestimar, como ya vimos en el caso ucraniano, la voluntad de los pueblos. El ejército del Kremlin tuvo cifras de bajas muy considerables. Se cree que ya son unos 20.000 los oficiales y soldados muertos. Particularmente, es notable la cantidad de generales y otros oficiales de alto rango que cayeron en las batallas. Esto puede ser un factor determinante cuando las madres comiencen a recibir los cadáveres de sus hijos.

En agosto de 1914, inmediatamente después del estallido de la Primera Guerra Mundial, el autor británico y comentarista social H. G. Wells publicó una serie de artículos en The Times de Londres, que posteriormente aparecieron en un libro titulado The War That Will End War (La guerra que pondrá fin a la guerra), donde culpaba a las Potencias Centrales por no haber sabido detener a tiempo el conflicto y argumentó que “sólo la derrota del militarismo alemán” podría poner fin a la guerra.

Ciento ocho años más tarde, se está librando otra guerra para terminar con la guerra. Y pareciera que sólo se logrará en el largo plazo y más allá de la guerra ucraniana, como argumentaba Wells, con “la derrota del militarismo ruso”.

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