Si los tanques de Putin no han logrado llegar a Kiev después de un mes de invasión, no solo es por los errores propios del ejército ruso, sino por la férrea resistencia ucraniana. En ella, se destaca un equipo de fuerzas especiales que operan drones con los que han destruido vehículos blindados e impedido el paso de los llamados “convoyes de la muerte”.
Se trata de Aerorozvidka, una unidad de reconocimineto aéreo que comenzó como un grupo de informáticos aficionados, participó en la “Revolución de la Dignidad” en 2014 y se ofrecieron para enfrentar la invasión rusa en Crimea y el Donbás. Aunque años después fue disuelta, se reactivó ante las amenazas de una invasión nueva dirigida por el Kremlin.
Según explica el periódico The Guardian, la unidad recurrió a colectas y a contactos personales para conseguir los componentes de sus tareas: módems avanzados y cámaras de imágenes térmicas para poder seguir el rastro de los tanques enemigos. Los drones comerciales que usaban al principio fueron dejados de lado para utilizar sus propios diseños.
Además de las naves de vigilancia, también construyeron máquinas de 1,5 metros y ocho rotores capaces de lanzar bombas y granadas antitanque propulsadas por cohetes, y crearon un sistema llamado Delta, una red de sensores a lo largo de las líneas del frente que se alimentaba de un mapa digital para que los comandantes pudieran ver los movimientos del enemigo. Actualmente, para las comunicaciones y despliegues, usan el sistema de satélites Starlink, suministrado por Elon Musk
Saben del riesgo que enfrentan: su fundador, Volodimir Kochetkov-Sukach, era un banquero de inversiones que murió en acción en 2015.
Su actual comandante, el teniente coronal Yaroslav Honchar, detalló al diario británico las emboscadas que han llevado adelante para frenar a los convoyes. Según relató, cerca de la ciudad de Ivankiv los combatienes ucranianos se acercaron por la noche cruzando un bosque para llegar a la carretera que tenía destino a Kiev. Equipados con gafas de visión nocturna, rifles de francotirador, minas detonadas a distancia, drones equipados con cámaras de imagen térmica y otros capaces de arrojar pequeñas bombas, lanzaron la emboscada.
“Esta pequeña unidad en la noche destruyó dos o tres vehículos a la cabeza de este convoy, y después de eso se quedó. Se quedaron allí dos noches más, y [destruyeron] muchos vehículos”, dijo Honchar. Las tropas rusas escaparon en varios grupos para intentar seguir avanzando, pero el mismo equipo de asalto atacó el depósito de suministros. “El primer escalón de la fuerza rusa se quedó sin calefacción, sin aceite, sin bombas y sin gas. Y todo esto ocurrió gracias al trabajo de 30 personas”, dijo Honchar.
La unidad Aerorozvidka afirma que tamibén ayudó a derrotar un ataque aéreo ruso contra el aeropuerto de Hostomel, justo al noroeste de Kiev, en el primer día de la guerra, utilizando drones para localizar, apuntar y bombardear a unos 200 paracaidistas rusos ocultos en un extremo del aeródromo. “Eso contribuyó en gran medida a que no pudieran utilizar este aeródromo para desarrollar su ataque”, dijo el teniente Taras, uno de los ayudantes de Honchar.
No todos los detalles pudieron ser confirmados de forma independiente.
Klaus Hentrich, biólogo molecular de Cambridge, resalta la importancia de estas fuerzas especiales. “Yo mismo estuve en una unidad de reconocimiento de artillería, así que me di cuenta inmediatamente del enorme impacto que tiene Aerorozvidka. En efecto, le dan ojos a la artillería”, señaló. Su compañera, Marina Borozna, que fue estudiante de economía en la universidad con Taras, está explorando formas de comprar lo que la unidad necesita y de encontrar rutas para llevar los suministros a través de la frontera.
“Atacamos de noche, cuando los rusos duermen”, dijo Honchar días atrás al periódico The Times. Otro soldado no identificado destacó que en la oscuridad es imposible detectar a los drones.
Para Honchar, la forma de combate de Aerorozvidka es el futuro de la guerra, con más batallas tecnológicas de pequeños equipos conectados que logran hacerle frente a un adversario mucho más poderoso. “Somos como una colmena de abejas”, dijo. “Una abeja no es nada, pero si se enfrenta a mil, puede derrotar a una gran fuerza. Somos como abejas, pero trabajamos de noche”.
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