Queríamos ir al mercado Barabashova, un lugar emblemático en Kharkiv. Queríamos ver cómo había quedado luego del bombardeo del 18 de marzo, apenas cuatro días antes de nuestra llegada a la ciudad. La idea era hacer un registro del estado de uno de los mercados más grandes de Europa, con una superficie de 300.000 metros cuadrados. La idea era ver si alrededor había alguna base militar, algún aeropuerto, algo que explique lo que de todos modos no tiene sentido explicar. Hasta hace un mes, allí se vendía de todo, desde ropa hasta alimentos, y se especula que ese es uno de los motivos por los cuales pudo haber sido atacado: las fuerzas rusas buscaban dejar a la ciudad sin uno de sus principales centros de provisión.
Queríamos ir apenas llegamos, pero no nos los permitieron. Alina, encargada de prensa de las milicias en Kharkiv, dijo que unos días antes era posible, pero en los últimos días los lugares ya atacados estaban siendo atacados otra vez.
Luego de que cayeron los primeros bombardeos, el lugar ardió durante días. Cerca de 70 personas trabajaron para contener el fuego y varias casas de los alrededores terminaron en cenizas. Un bombero murió en el operativo, varios resultaron heridos, y entre medio sucedió lo que muestra este video: mientras el mercado estaba en llamas, los rusos volvieron a atacar.
En las imágenes se ve el momento exacto en que, mientras trabajaban contra el fuego, volvían a caer bombardeos. Se ve a los bomberos tirarse cuerpo a tierra y correr con las mangueras para evitar que el fuego se propague, se ven los vidrios volar con violencia luego de la explosión, algunos de los cuales parecen golpear directamente a la cámara. La zona quedó prohibida por varios días, y recién algunas jornadas después pudimos acercarnos, cuando ya nada ardía pero el olor a quemado seguía estando ahí.
En lo que va del conflicto, según confirma la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), ya 1.035 civiles ucranianos han muerto y otros 1.650 han resultado heridos. El número verdadero es inevitablemente mayor, pero el dato se trata de las muerte constatadas.
Entre los fallecidos hay 214 hombres, 160 mujeres, 14 niñas, 28 niños y otros 571 adultos y 48 niños cuyo sexo no se ha determinado. La mayoría de las muertes se produjeron por bombardeos de artillería pesada, lanzacohetes múltiples y ataques aéreos.
Cualquier número parece chico cuando uno lo contrasta con los paisajes distópicos que se ven en toda Ucrania, y más aún en Kharkiv. Mientras las últimas noticias indican que en la zona Rusia atacó una planta nuclear, el mercado Barabashova está detenido en su propia destrucción. No tiene, más allá de la soledad, un manto de silencio sobre él. Son días ventosos en el Este y cada segundo suena una chapa salida, un pedazo de techo que cuelga, un vidrio que se raja o que simplemente pisamos. Caminar sobre escombros empieza a ser tan habitual como hacerlo por una calle asfaltada.
No parece ser un viento natural el que sopla sino uno nacido de la propia guerra. Un hombre llega al mercado mientras lo recorremos. Se acerca a una puerta de un local que extrañamente quedó en pie y la abre. Entra y sale en pocos minutos para buscar algo. No quiere hablar, solo dice que perdió todo y señala hacia dentro de su tienda. Es, como todo, vidrio y desorden. Hasta hace un mes el mercado era definido en la Lonele Planet, la famosa revista de viajes, de la siguiente forma: “Para la mejor experiencia de bazar postsoviético, jeans baratos y comida vietnamita, diríjase al mercado Barabashova, que compite con bazares similares en Odesa por el título de ‘más grande de Europa’. Es realmente un lugar enorme donde venden ropa china barata y todo tipo de productos pirata”.
Hoy nada de eso se consigue. Sí en cambio una imagen de la destrucción. Sí este mensaje que vemos en cada esquina de Kharkiv: la guerra está acá, la guerra caerá sobre todos los que quieran o no quieran verla.
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