El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, reconoció el martes que el presidente ruso, Vladimir Putin, “todavía no ha logrado” ninguno de sus objetivos militares en Ucrania. Mientras tanto, las tropas rusas recrudecen la ofensiva en su avance hacia Kiev. Termine como termine el conflicto armado, lo cierto es que representa un cambio del orden geopolítico. No se trata de una guerra regional más.
The Economist Intelligence Unit (EIU) realizó un informe en el que analiza las “diez formas en que la guerra en Ucrania cambiará el mundo”.
En primer lugar, sostiene que el conflicto bélico, que ya provocó el desplazamiento de más de 10 millones de personas de sus hogares -casi un cuarto de la población ucraniana-, llevará a una nueva división de Europa.
Mientras el régimen de Putin insiste en justificar la invasión para una “desnazificación” de Ucrania, el informe asegura que el verdadero interés de Moscú es “destruir la soberanía” de Ucrania y anexionarse al menos una parte del país, “creando así una zona tampón entre Rusia y Occidente que incluya también a Bielorrusia y Kazajistán”.
“El repudio de Rusia al ‘orden basado en normas’ liderado por Occidente señala un alejamiento de Europa y la creación de una nueva división del continente, tres décadas después de la caída del Muro de Berlín”, señala el reporte.
Esa violación de la soberanía ucraniana representa “el fin del orden de la posguerra fría”.
La primera mitad de esa época tuvo como actor principal de la escena geopolítica a Estados Unidos, con una Rusia en crisis tras la caída de la Unión Soviética e incapaz de hacer frente al unilateralismo norteamericano. China, en tanto, se encontraba en una fase temprana de su ascenso.
En cambio, en los últimos 15 años se produjo el resurgimiento de Rusia, y China fortaleció su crecimiento. De esta manera, el informe advierte que la invasión de Putin a Ucrania “es un desafío flagrante al papel de Estados Unidos como policía global, y sugiere que el mundo se ha vuelto mucho más inestable y peligroso”.
El tercer efecto que tendrá la guerra, según The Economist, es una profundización de la alianza estratégica entre Rusia y China.
Tras el inicio de la invasión el pasado 24 de febrero, Rusia sufrió severas sanciones por parte de Occidente, que dejaron al país prácticamente aislado del sistema político, económico y financiero internacional. Por ese motivo, el Kremlin necesita consolidar su alianza con China: “Lo que comenzó como un matrimonio de conveniencia se ha convertido en la última década en una asociación estratégica”.
Esa estrecha relación, recuerda el informe, comenzó en 2012, cuando Rusia empezó a alejarse de forma casi definitiva del orden europeo y posó sus ojos en el gigante asiático. Desde entonces, ayudó a Beijing en diferentes ámbitos, como el de energía, el poder aéreo y marítimo, en inteligencia, y en asuntos militares y exteriores. A cambio, recibió financiación y tecnología. “Para China, una alianza con Rusia ofrece seguridad a lo largo de su frontera septentrional, recursos naturales y un enfoque y una actitud autoritarios compartidos frente a Occidente”.
Durante los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Beijing, los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin se reunieron en la capital china y declararon que la alianza entre ambos países “no conocerá límites” y será “superior a las alianzas políticas y militares de la guerra fría”.
La semana pasada Xi mantuvo una teleconferencia con el presidente Joe Biden para abordar la guerra en Ucrania. Tras la charla, el Ministerio de Relaciones Exteriores de emitió un comunicado en el que rechazó el “conflicto y la confrontación”, pero evitó responsabilizar a Rusia por la invasión y el baño de sangre en suelo ucraniano.
“Las acciones de Rusia aceleran la bifurcación del mundo en dos campos hostiles y competitivos”, plantea el cuarto cambio proyectado por The Economist.
El régimen chino y Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, vienen compitiendo hace años para establecer su dominio en las industrias y tecnologías del futuro y preparar el terreno para una futura disociación. Esta tendencia se profundizó a partir de la pandemia de coronavirus. En este contexto internacional, con una ruptura casi total con Occidente, la guerra provocada por Rusia acelerará la división mundial entre dos polos rivales. “Algunos países tomarán partido, pero muchos otros tratarán de mantener un pie en ambos campos”, augura el informe. Pero aclara que con el paso del tiempo, “este acto de equilibrio será cada vez más difícil”.
En quinto lugar, el informe advierte que “una renovada atención a la seguridad europea limitará la inclinación de Estados Unidos hacia Asia”. Frente a la necesidad de reforzar los recursos diplomáticos para encarar la crisis en la periferia oriental de Europa, Washington cederá terreno en sus esfuerzos por contrarrestar la amenaza china. Esto, al mismo tiempo, perjudicará a los aliados asiáticos de Estados Unidos, como Japón, Corea del Sur y Taiwán.
La relación entre Estados Unidos y China , tensa durante mucho tiempo, solo se ha vuelto más tensa desde el comienzo de la presidencia de Biden. Biden ha criticado repetidamente a China por las provocaciones militares contra Taiwán, los abusos contra los derechos humanos de las minorías étnicas y los esfuerzos para aplastar a los defensores de la democracia en Hong Kong.
La guerra en Ucrania también “acelerará una carrera armamentística” a nivel mundial. Una carrera que se ha reanudado en los últimos años, tras el fin de la era soviética. Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia y otros países han modernizado sus arsenales nucleares, al tiempo que han aumentado el número de cabezas nucleares desplegadas con fuerzas operativas. “Además, el desarrollo y el despliegue por parte de las principales potencias de sistemas de defensa antimisiles balísticos, armas antisatélite y misiles hipersónicos están ampliando la percepción de amenaza entre las potencias competidoras y alimentando una carrera armamentística”.
Ante este panorama, el reporte remarca que la invasión rusa a Ucrania “llevará a una mayor proliferación de armas y a un ciclo desestabilizador de escalada armamentística de ojo por ojo”.
En este cambio del escenario geopolítico, “Alemania puede empezar a desempeñar un papel más asertivo en la política de seguridad europea”. Previo a la invasión rusa, e incluso en los primeros días de hostilidades, Berlín fue muy criticado por su laxa postura ante Moscú. Sin embargo, el canciller Olaf Scholz se alineó con Occidente. En primer lugar, envió armas a Ucrania y aumentó el gasto en defensa a más del 2% del PIB, provocando lo que él describió como “un punto de inflexión” el giro de la política exterior alemana en materia de defensa. Además, pese a la gran dependencia de Alemania del gas ruso, abandonó el gasoducto Nord Stream 2.
“La guerra de Rusia en Ucrania puede contribuir a liberar a Alemania del bagaje de la Segunda Guerra Mundial y permitirle desempeñar un papel más importante en la definición de las prioridades europeas en materia de defensa, asuntos exteriores y seguridad. Esto comenzará a cambiar el equilibrio de poder en Europa”, adelanta el informe de The Economist.
En paralelo, “Europa se verá obligada a decidir cuál es su posición en el nuevo orden mundial”. Aunque Estados Unidos se mantendrá como la potencia dominante en la OTAN, en los próximos años es probable que cambie el equilibrio de la alianza atlántica a medida que las potencias europeas, con Alemania y Francia a la cabeza, se enfoquen en sus propios intereses. A pesar de la gran unidad que mostró la OTAN para responder a la agresión rusa en Ucrania, ya existen indicios de que esa unidad podría resquebrajarse con el tiempo a medida que los intereses nacionales y regionales vuelvan a pasar a primer plano.
Por su parte, la guerra también acentuará “el desafío a la democracia global”. El conflicto bélico “profundizará la división del mundo en campos autoritarios y democráticos”. “La cristalización de una alianza Rusia-China, antioccidental y autoritaria, hará que la batalla por la democracia sea aún más importante en las próximas décadas”.
Por último, el informe plantea que la guerra en Ucrania “envalentonará a otros y avivará los conflictos existentes”: “La reacción mundial al intento de Rusia de dividir Ucrania, y el grado de intervención de las potencias occidentales, serán estudiados cuidadosamente por quienes tienen objetivos similares”.
Al respecto, remarcó los casos de Azerbaiyán (Nagorno Karabaj), China (Taiwán) y Turquía (Mediterráneo oriental), que observarán de cerca cómo se desarrolla el conflicto en Ucrania y las respuestas de Occidente.
El informe completo:
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