Un día antes de que Vladimir Putin decidiera una sangrienta invasión a Ucrania, una de las personalidades más lúcidas de la diplomacia norteamericana de los últimas décadas, Madeleine Albright, decidió recordar sus años como secretaria de Estado y su primer encuentro con el jefe de estado ruso a comienzos de los 2000. Albright murió este miércoles a los 84 años justo un mes después de haber escrito una increíble columna en el diario The New York Times en la cual describía no sólo las ambiciones zaristas del ex agente de la KGB, sino también su personalidad que dejó plasmada en unos apuntes que tomó a su regreso a los Estados Unidos.
Hoy, el diario norteamericano recuerda esa pieza premonitoria. Albright escribió su artículo en The New York Times el pasado 23 de febrero en la cual hace referencia a su primer encuentro de tres horas con el entonces flamante presidente Putin cuando era aún funcionaria de la administración de Bill Clinton. Titulada “Putin está cometiendo un error histórico”, la también autora de libros sobre política internacional describió al hombre que tiene en vilo al mundo por su invasión a Ucrania como una persona “fría, casi un reptil”.
Esa calificación había sido escrita por ella en el viaje de vuelta a Washington, mientras trazaba un perfil detallado del misterioso ruso, de quien sólo sabía que era un ex miembro de la KGB que había estado destinado en Dresde, Alemania del este. “Putin es pequeño y pálido; tan frío que es casi reptil”, había escrito su informe Albright aquel invierno de comienzos de siglo para presentar ante el presidente Clinton. “Sentado frente a una pequeña mesa en el Kremlin, me sorprendió inmediatamente el contraste entre Putin y su ampuloso predecesor, Boris Yeltsin”, rememoró.
“Mientras que Yeltsin me había engatusado, fanfarroneado y halagado, Putin habló sin emoción y sin notas sobre su determinación de resucitar la economía rusa y aplastar a los rebeldes chechenos. Volando a casa, registré mis impresiones”, escribió la ex secretaria de Estado en su columna de opinión de este miércoles. En esos valiosos apuntes, que aún conserva, Albright remarcó: “Putin está avergonzado por lo que le ocurrió a su país y decidido a restaurar su grandeza”. La vergüenza tenía que ver con la caída de la Unión Soviética, un colapso que significó la humillación del entonces imperio comunista y su desmembramiento.
En referencia a las recientes declaraciones y decisiones de Putin de reconocer las regiones separatistas de Ucrania como independientes y decidir una invasión a esas áreas para cooperar con esas fuerzas, la funcionaria de Clinton señaló que sería un “histórico error” tanto para su futuro político como para Rusia. Faltaban apenas horas para que ordenara la invasión y el ataque contra objetivos civiles, pero Albright ya vislumbraba lo que ocurriría.
“Putin lleva años intentando mejorar la reputación internacional de su país, ampliar el poderío militar y económico de Rusia, debilitar a la OTAN y dividir a Europa (al tiempo de abrir una brecha entre ésta y Estados Unidos). Ucrania figura en todo ello”, indicó y argumentó: “En lugar de allanar el camino de Rusia hacia la grandeza, invadir Ucrania aseguraría la infamia de Putin al dejar a su país diplomáticamente aislado, económicamente paralizado y estratégicamente vulnerable frente a una alianza occidental más fuerte y unida”.
Como consecuencia inmediata de esta invasión, Rusia ya comenzó a padecer sanciones, que para Albright van a generar un alto costo para los rusos, pese a que Putin ha conseguir una estructura financiera interna en apariencia sólida. Sin embargo, ¿puede afrontar una nueva Guerra Fría? “Las acciones de Putin han desencadenado sanciones masivas, y más aún si lanza un ataque a gran escala e intenta apoderarse de todo el país. Estas sanciones devastarían no sólo la economía de su país, sino también a su estrecho círculo de compinches corruptos, que a su vez podrían desafiar su liderazgo. Lo que seguramente será una guerra sangrienta y catastrófica agotará los recursos rusos y costará vidas rusas, al tiempo que creará un incentivo urgente para que Europa reduzca su peligrosa dependencia de la energía rusa. (Eso ya ha comenzado con la medida de Alemania de detener la certificación del gasoducto Nord Stream 2)”.
Además, explica la ex jefa de la diplomacia norteamericana, una invasión total de Ucrania podría derivar en una guerra interminable para Putin, con cuantiosos costos en vidas humanas y económicos. Una nueva Afganistán, plantea. “Un acto de agresión de este tipo llevaría casi con toda seguridad a la OTAN a reforzar significativamente su flanco oriental y a considerar el estacionamiento permanente de fuerzas en los Estados Bálticos, Polonia y Rumanía. Y generaría una feroz resistencia armada ucraniana, con un fuerte apoyo de Occidente. Ya está en marcha un esfuerzo bipartidista para elaborar una respuesta legislativa que incluya la intensificación de la ayuda letal a Ucrania. No sería ni mucho menos una repetición de la anexión rusa de Crimea en 2014; sería un escenario que recordaría a la malograda ocupación de Afganistán por parte de la Unión Soviética en la década de 1980″.
“Aunque Putin, según mi experiencia, nunca admitirá haber cometido un error, ha demostrado que puede ser paciente y pragmático. Seguramente también es consciente de que el actual enfrentamiento le ha hecho depender aún más de China; sabe que Rusia no puede prosperar sin algunos lazos con Occidente. ‘Claro que me gusta la comida china. Es divertido usar palillos’, me dijo en nuestro primer encuentro. ‘Pero esto es algo trivial. No es nuestra mentalidad, que es europea. Rusia tiene que ser firmemente parte de Occidente’”, recordó.
Además, se refirió a los aliados que posee la actual Rusia, en contraste con lo poderosos que son los socios de Occidente, cuyas economías son robustas y pueden permitirse un -con costos, desde luego-, una pulseada a largo plazo. “Putin debe saber que una segunda Guerra Fría no sería necesariamente buena para Rusia, incluso con sus armas nucleares. Hay fuertes aliados de Estados Unidos en casi todos los continentes. Los amigos de Putin, por su parte, incluyen a personas como Bashar al-Assad, Alexander Lukashenko y Kim Jong-un”.
“A Putin y a su homólogo chino, Xi Jinping, les gusta afirmar que ahora vivimos en un mundo multipolar. Aunque esto es evidente, no significa que las grandes potencias tengan derecho a dividir el mundo en esferas de influencia como hicieron los imperios coloniales hace siglos”, concluyó Albright.
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