Roman Davydov y Bogdan Bolkhovetsky eran hasta hace un mes los periodistas y dueños de Kraina FM, una radio independiente de rock y noticias muy seguida por los jóvenes ucranianos. Dos personajes de la movida cultural de Kiev. Unos “cool” irreverentes que tras la invasión rusa cuando les dijeron que debían conectar su emisora a la red de la radio nacional decidieron irse a un pueblito de las montañas de los Cárpatos Centrales en el noreste de Ucrania para seguir emitiendo en forma independiente. Se convirtió en la radio más escuchada de Ucrania después de la cadena nacional y sus emisiones son reproducidas en Austria, Polonia, República Checa, Eslovenia, Rumania y Suiza.
La mañana en que comenzaron los bombardeos en Kiev, Olga Rudenko tuvo que tomar una de esas decisiones que cambian la vida. Como directora del The Kyiv Independent, el diario en inglés de Ucrania, sabía que la mayor parte de la redacción estaba saliendo de la capital o ya estaba en el extranjero. Decidió quedarse y seguir informando. Apenas Putin dio su discurso de declaración de guerra y comenzaron las explosiones en Kiev, el 24 de febrero, se refugió en el sótano de la casa de su abuela. Desde allí reorganizó la redacción y comenzó a editar el que ahora es el sitio ucraniano con más entradas desde el exterior. Los posteos en las redes de sus periodistas nos informan muy profesionalmente a toda hora. Uno de sus reporteros, Illia Ponomarenko es extraordinario. Nos da exclusivas nada sesgadas a todos los que lo leemos a miles de kilómetros de distancia. Tiene un millón de seguidores.
El Ukrainska Pravda, un diario más consolidado que hasta antes de la guerra se publicaba on-line en ucraniano, ruso e inglés, desde el 24 de febrero sólo lo hace en los dos primeros idiomas. Todavía hay varios de sus periodistas trabajando desde Kiev, pero la mayoría reporta desde las ciudades que todavía no fueron atacadas del Oeste. La Home (tapa) está encabezada por la lista actualizada permanentemente de las pérdidas de las fuerzas invasoras. Es la información oficial del ministerio de Defensa ucraniano: 15.300 soldados enemigos muertos, 99 aviones y 123 helicópteros derribados, 509 tanques y 1556 carros de asalto desactivados.
El sitio Zaborona, una revista de crónicas y multimedia, tiene algunos de los mejores relatos de esta guerra de los que se pueden leer en la prensa local. Nadia Shvadchak escribió una exquisita descripción de cómo se modificó la vida en el pueblo de Trostianets después de tres semanas de guerra. Zaborona significa “tabú” en ucraniano. “En Zaborona creemos que no debería haber ningún tabú en las historias que importan”, dicen en su página editorial. Esta plataforma de narración fue lanzada en 2018 por los destacados y multipremiados periodistas Katerina Sergatskova y Roman Stepanovych.
Hacer periodismo local independiente en cualquier guerra es una tarea casi imposible. Por un lado, están las dificultades obvias del conflicto y por otro, las del nacionalismo que no permiten tener ningún tipo de desavenencias con el discurso oficial cuando “la Patria está en peligro”. Hay censura militar y social. Si se informa de un ataque con decenas de muertos es “hacerle propaganda al enemigo”. Y está el dilema de estos casos: ¿Es mejor alistarme y luchar con las armas contra los invasores o es más útil que siga haciendo periodismo? Esto del lado ucraniano. Del ruso no están nada mejor. El 4 de marzo, Rusia intensificó las restricciones que desde hace tiempo impone a los medios de comunicación independientes en su país, al aprobar una ley que castiga con hasta 15 años de cárcel a los periodistas que difundan “noticias falsas” sobre el ejército y la “intervención” en Ucrania (no la pueden denominar “invasión” o “guerra”). El caso más emblemático es el de la periodista Marina Ovsyannikova que irrumpió en un noticiero de la cadena rusa en la que trabajaba con un cartel que decía “no a la guerra” y “aquí sólo están difundiendo mentiras”. Fue interrogada durante 14 horas y finalmente liberada después de pagar una multa por 227 dólares.
En Ucrania, los agentes de inteligencia rusos que acompañan a las tropas se dedicaron a señalar como objetivos a diversos periodistas internacionales. Hace dos semanas, un equipo de Sky TV de Gran Bretaña fue atacado adrede por un “escuadrón especial” cuando intentaban mostrar lo que sucedía con los refugiados que escapaban de Kiev. Dos de los reporteros fueron heridos. Otros dos corresponsales de la agencia AP que informaron hasta último minuto desde la ciudad de Mariupol, fueron evacuados de un hospital en el que estaban escondidos por un pelotón de soldados ucranianos. Fue apenas unos minutos después de que agentes de las fuerzas especiales rusas entraran al hospital preguntando “dónde tienen escondidos a los periodistas” y mostrando fotos de ellos. “Nos rescataron porque si caíamos en manos de los rusos nos iban a hacer decir que todo lo que informamos es pura mentira”, explicó uno de los reporteros de la AP.
Román Davydov, 34, de Kraina FM, pasó los dos primeros días de la guerra junto a su esposa y su hija de tres años en la oficina de la radio en el centro de Kiev. Las bombas los obligaron a bajar a los túneles del metro. Davydov tenía un pequeño equipo de emergencia con un micrófono y un transmisor que usaba para hacer boletines desde su casa con los resultados del fútbol cuando los partidos terminaban muy tarde. Con eso pudo seguir transmitiendo. “Se escuchaba el sonido de los chicos y los perros que estaban ahí en la estación con nosotros. Tenía la cabeza envuelta en una camisa de cuadros para amortiguar el sonido”, contó por mail a un periodista del New Yorker. Fue cuando decidió ir hacia el Oeste. En la estación se encontró con su socio, Bogdan Bolkhovetsky, 41, y tomaron la decisión de seguir transmitiendo desde el interior de Ucrania, en un lugar donde las probabilidades de ser bombardeados fueran menores. Dejaron a sus mujeres y niños en la frontera de Polonia y subieron hasta un pueblo de montaña (no rebelan el nombre ni la ubicación por razones de seguridad) desde donde emiten “la emisora ucraniana de la resistencia nacional”.
Llamaron a un amigo que dirige Kronehit, una radio similar en Austria, quien 24 horas más tarde les hizo llegar ecualizadores, amplificadores, micrófonos y computadoras con el software cargado y todo listo para funcionar. También una antena con la potencia para emitir en todo el territorio nacional y buena parte de los países vecinos. “Eran los equipos con los que siempre habíamos soñado y nunca habíamos podido tener. Esto nos impone una enorme obligación con la profesión, con los que nos apoyan y con los ucranianos”, explicó Bolkhovetsky en una entrevista con esa radio austríaca.
Los primeros días emitieron sin parar todas las noticias que recibían de sus amigos repartidos por el país. Pero dos días más tarde se dieron cuenta que los oyentes necesitaban un poco de distracción y volvieron a pasar rock de los setenta y ochenta, que era su característica. El resto eran pedidos de ayuda y solidaridad con unos largos boletines de noticias. Para los ucranianos que sobreviven bajo las bombas, las voces de sus periodistas conocidos y un “Have you ever seen the rain?” de Creedence, son un bálsamo para sus pieles escamadas.
El Kyiv Independent también recibió ayuda de colegas desde el exterior y de una cadena solidaria. El gerente financiero armó una página en GoFundMe para comprar equipos de protección y teléfonos satelitales para los periodistas. Tres días más tarde había recaudado un millón y medio de dólares. “Decidimos usar una parte y el resto entregarlo a otros sitios independientes que están luchando por mantenerse en vivo”, comentó la directora Olga Rudenko. Todo es nuevo y épico para esta redacción. El Independent de Kiev fue fundado hace menos de cinco meses por 30 periodistas que habían trabajado para el Kyiv Post, de 26 años de antigüedad y en lengua inglesa, antes de ser abruptamente despedidos en masa tras las disputas con su nuevo propietario, un oligarca ucraniano amigo del poder y de sus pares rusos. Con la guerra, el nuevo medio se consolidó. “En Twitter, el lunes pasado teníamos creo que 30.000 seguidores y hoy tenemos 1.600.000″, dice Rudenko. “Así que estamos captando la atención del mundo y estableciéndonos como la fuente de noticias de Ucrania sobre el terreno”.
Y todos cuentan experiencias similares cuando les llegó el turno de definir si se enrolaban en las Milicias Populares de Defensa o seguían en la trinchera de las noticias.
“Cuando fuimos a presentarnos ante el coronel a cargo del reclutamiento, nos hizo una sola pregunta”, contaron Davydov y Bolkhovetsky de Kraina FM.
- ¿Ustedes que saben hacer?
- Radio.
- ¿Y qué están haciendo aquí? ¡Sean útiles y hagan radio!, les gritó el coronel.
SEGUIR LEYENDO:
El Departamento de Defensa de EEUU aseguró que Rusia ha lanzado más de 1.100 misiles en Ucrania