Después de las 35 horas del toque de queda que rigieron en la ciudad de Kiev por orden de su alcalde comenzó la actividad en la capital, y los bombardeos no se hicieron esperar. En la mañana del miércoles cerca de las 7:00 un misil que se dirigía a una instalación aeroportuaria cerca al barrio de Nivkie fue derribado por las defensas antiaéreas ucranianas.
Sin embargo, los restos de ese misil cayeron sobre una zona residencial provocando grandes daños. Una casa de una familia en particular quedó completamente destruida. Los restos del misil originaron un incendio que la dejó en cenizas.
Afortunadamente no hubo víctimas fatales porque sus dos habitantes no se encontraban en el interior. Lo que era un hogar se convirtió en humo, madera quemada y hollín.
Inmediatamente llamaron a los bomberos, que cuando llegaron se encontraron mucho trabajo en la zona. Había otras casas afectadas e incluso cayeron varios balcones de un edificio.
“Los niños mueren, la gente muere. Por favor cierren los cielos de Ucrania bajo un escudo. ¿Cuántos tienen que morir antes que cierren los cielos?” se preguntó Víctor, un anciano cuya casa terminó con los vidrios rotos luego de la explosión.
Este tipo de escenarios suelen ser moneda corriente cuando las defensas antiaéreas destruyen un misil. Los daños se producen en varios puntos a la vez y varias cuadrillas de bomberos deben contenerlos.
Mientras que durante el martes no se registraron grandes bombardeos, excepto una zona del noroeste de la ciudad donde hubo tiroteos, llegaron noticias alentadoras. La policía local volvió a trabajar en la ciudad de Irpin patrullando la zona. Irpin está bajo un asedio permanente desde que comenzó la guerra.
En un momento parecía que Irpin estaba bajo control ruso, pero las fuerzas ucranianas lograron recuperar terreno. Primero, el pueblo de Mouchon. Y ahora están tratando de cercar al ejército invasor en Irpin, que ya no tendría combustible ni víveres para vivir más de dos días más en esa ciudad. De todas formas, la situación cambia constantemente. Los morteros, los misiles y los drones rusos no cesan.
Mientras tanto, la familia que perdió su hogar debe encontrar un nuevo lugar donde vivir. Sólo quedó un perroo de peluche, que irónicamente no está sucio.
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