El fantasma de Kiev

El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, desapareció hace 12 días. En el Kremlin dicen que sufrió un problema cardíaco. En Occidente se cree que fue víctima de una purga lanzada por Putin

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El presidente ruso, Vladimir Putin,
El presidente ruso, Vladimir Putin, y su ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, durante una exhibición de armas en Moscú. Sputnik/Mikhail Metzel/Pool via REUTERS.

La última vez que se vio al ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, fue el 11 de marzo cuando se reunió con su par turco en Moscú. Desde entonces, vuelan las especulaciones. Hasta ese momento era un personaje mediático en Rusia. Aparecía casi todos los días en los noticieros. Era el hombre que tenía el Segundo Código del arsenal nuclear después de Vladimir Putin. Incluso, se lo considera el sucesor del líder ruso. Mucho poder en sus manos que al parecer le estalló cuando la invasión a Ucrania no estaba resultando como la habían planeado en el Kremlin. En las redes sociales rusas y ucranianas ya hablan del “fantasma de Kiev”.

En Moscú dicen que está ausente por “problemas de corazón”. Nadie da precisiones. La última vez que se lo mencionó fue el 18 de marzo cuando supuestamente asistió a una reunión del Consejo de Seguridad, pero no se mostraron fotos o video del encuentro. Esa noche, en los noticieros aparecieron imágenes de él, pero de la reunión de 7 días atrás con el ministro turco. Y la última aparición pública que tuvo con Putin fue el 27 de febrero cuando recibió la orden de poner en alerta máxima el arsenal nuclear.

Las versiones avanzan mucho más rápido que las fuerzas rusas en Ucrania. Una dice que Shoigú estaba detrás de un supuesto golpe de Estado para derrocar a Putin y que por eso va a ser enjuiciado por traición y corrupción. Otra, que fue enviado a su dacha en “plan piyama”, que es como llaman los cubanos a los que son desplazados del poder y permanecen en un virtual arresto domiciliario, por su mal manejo de la ofensiva militar con al menos 10.000 soldados rusos muertos. Una tercera, dice que cayó en una purga lanzada por Putin después de que Estados Unidos y Gran Bretaña difundieran planes de la invasión con una enorme precisión, información que sólo estaba en conocimiento de su círculo más íntimo. Y la cuarta lo atribuye a que su hija menor, Ksenia, de 31 años, fue vista posando con los colores ucranianos, celeste y amarillo, en una foto que subieron sus amigas a Instagram.

Una mujer mostrando los retratos
Una mujer mostrando los retratos de Vladimir Putin, Serguei Shoigú y el canciller Sergei Lavrov durante la celebración del día del Defensor de la Patria en Sevastopol, Crimea. REUTERS/Alexey Pavlishak

El sitio oficial del Kremlin publicó el 18 de marzo, que Shoigu, de 66 años, y Putin habían analizado el “progreso de la operación especial en Ucrania” con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Pero no se mostraron imágenes. El mismo día, el oficialista Channel One emitió un reportaje sobre la entrega de unos premios militares por parte de Shoigú, pero con un video tomado el 11 de marzo. El sitio periodístico Agentstvo publicó que el ministro había sido internado de urgencia por un problema cardíaco, de acuerdo a una fuente de su despacho.

El Daily Mail de Londres citó a fuentes del servicio de inteligencia MI6 diciendo que Putin lanzó una caza de brujas buscando “culpables” detrás de su estancada invasión y que está “furioso” por la supuesta filtración de sus planes militares. El líder ruso está convencido de que esa es la razón por la que fracasó su plan inicial de tomar Kiev con fuerzas de elite en el primer día de la invasión. El experto en seguridad ruso Andrei Soldatov comentó que la contrainteligencia militar está investigando particularmente a un departamento del servicio de seguridad FSB. “Eso podría significar que, finalmente, la gente en Moscú comenzó a preguntarse por qué la inteligencia estadounidense era tan precisa”, dijo a The New Yorker.

Las mismas fuentes británicas afirman que Putin se mostró despectivo en privado con su viejo aliado Alexander Bortnikov, el jefe del servicio de seguridad FSB, y con Valery Gerasimov, el jefe del Estado Mayor ruso. Otro objetivo de la furia de Putin fue Igor Kostyukov, jefe adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, que estaría ante una inminente destitución como parte de una purga más amplia. Antes de la invasión, ya había humillado públicamente al jefe de inteligencia exterior del SVR, Sergey Naryshkin.

Putin junto al jefe del
Putin junto al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Rusas, Valery Gerasimov, bajo un mapa de Ucrania durante una reunión del Consejo de Defensa en Moscú. Sputnik/Mikhail Tereshchenko/Pool via REUTERS.

Putin no puede entender cómo la población pro-rusa de Ucrania no salió a la calle para vivar la entrada de las fuerzas rusas y ni las ayudó para eliminar la defensa. Tampoco entiende cómo es posible que el presidente estadounidense Joe Biden denunciara todos sus planes en estas cuatro semanas de guerra antes de que la orden se trasladara a las tropas en el terreno.

Biden advirtió de la preparación de un golpe palaciego en Kiev y la instalación de un gobierno títere a cargo del ex presidente Víctor Yanukovich, un ataque con armas químicas para culpar a los ucranianos y de ataques a civiles, también para decir que había sido obra del enemigo. Estados Unidos se adelantó a todas las jugadas y Putin está que arde porque cree que hay un “topo” en su entorno íntimo. Y es allí donde aparece la figura de Serguéi Shoigú, que hasta ahora era uno de sus pocas personas de confianza y que ahora queda en cuestionamiento por no haber detectado a tiempo la filtración.

Shoigú forma parte del círculo de San Petersburgo, los siloviki (ex agentes de la KGB en la época que Putin era un agente de inteligencia) que lo acompañaron en su ascenso al poder. No es militar de formación. Tiene un título de ingeniero civil. Ocupó varios puestos oficiales hasta que, en 2012, Putin lo nombró ministro de Defensa. Es un estudioso de la historia rusa y comparte con el presidente su afición a la caza y la pesca. Varias veces fueron juntos a la tundra con ese propósito. Según The Siberian Times, Shoigú habla nueve idiomas con fluidez, incluidos inglés, japonés, chino y turco, además del ruso.

Presentación de la denuncia de
Presentación de la denuncia de la ONG del disidente Navalny en la que muestra la mansión de estilo japonés, valuada en 18 millones de dólares, perteneciente al ministro Shogún.

El ministro Shoigú no es étnicamente ruso. Su padre es de la etnia Tuvan y su madre es ucraniana. Nació en un pueblo cerca de la región de Mongolia. Esto lo convierte en una rareza en el círculo íntimo de Putin que reivindica el nacionalismo ruso y la pureza racial. De acuerdo a la investigación que realizó la ONG del disidente Aleksei Navalny, Shoigú posee una inmensa fortuna acumulada desde que ocupó los puestos oficiales al lado de Putin. Tiene una mansión de estilo japonés en la zona de Barvikha, en las afueras de Moscú, no muy lejos de la residencia oficial de su jefe, valuada en 18 millones de dólares. El tiene un sueldo de 85.000 dólares al año. También tiene una residencia importante en la península de Florida, que fue puesta a nombre de una de sus hijas apenas cumplió 18 años, y un yate con amarre en un puerto del sur de Italia.

Ahora, el mundo se pregunta dónde puede estar el máximo responsable militar de la invasión a Ucrania y quien tendría que estar presente si a Putin se le ocurre lanzar algún tipo de arma nuclear. Sin su huella dactilar sería imposible activar el sistema.

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