“Llevo casi 20 años librando una guerra personal con Vladimir Putin. Me llevó a ser encarcelado en Rusia durante diez años y luego expulsado, con la advertencia de que me esperaba la cadena perpetua si volvía. ¿Conozco al hombre que me hizo todo esto? Creo que sí. Por eso veo con desesperación el enfoque derrotista de los líderes occidentales, como Joe Biden, Emmanuel Macron y Naftali Bennett”, afirma en una cruda columna en The Economist Mikhail Khodorkovsky.
El ex magnate del petróleo ruso asegura saber cómo el ruso ve a los líderes occidentales como débiles. “Parte del problema es que los actuales líderes de los países occidentales nunca han tratado con matones. Su experiencia y educación se refieren a las interacciones entre hombres de Estado”, afirma; y agrega: “Este no es el caso de Vladimir Putin. Se crió en el KGB, una organización que se basaba en la fuerza y el desprecio por la ley. Mientras trabajaba en el Ayuntamiento de San Petersburgo, a principios de los años 90, fue responsable de la interacción informal de las fuerzas del orden con los mafiosos. En aquella época, San Petersburgo se percibía en Rusia como se percibía Chicago durante la prohibición. En lugar de whisky de contrabando, los gángsters vendían drogas y petróleo”.
Afirma que los tiempos cambiaron, pero su forma de resolver los problemas se mantuvo. “Algunas de las conversaciones entre sus confidentes y conocidos delincuentes, hechas públicas tras una investigación de la fiscalía española, ayudan a entender cómo el asesinato de Alexander Litvinenko y el envenenamiento de Alexey Navalny y los Skripal se produjeron por indicación del cabecilla. Tales actos son la norma en los círculos del presidente, porque es un matón por naturaleza”, apunta.
“Es un error drástico que se le vea como un estadista normal. Los socios extranjeros de Rusia no comprenden quién es realmente”, insiste.
Advierte que si los países occidentales dicen que no van a renunciar a Ucrania y sin embargo hacen exactamente eso, para Putin significa que son débiles. “Y eso hace probable que mire hacia otros vecinos, como Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, que antes también formaban parte del Imperio ruso”, alerta.
El exiliado empresario asegura que Putin, en su cabeza, hace tiempo que no está en guerra con Ucrania, sino con Estados Unidos. Y afirma: “El hábito de la impunidad entre los matones no cede tan rápidamente. Y eso significa que es probable que se produzca una guerra peor”.
Recuerda que Putin consiguió aumentar sus índices de imagen positiva cuando llegó al poder, en 1999, con la guerra de Chechenia. Resolvió el problema de controlar a su “presidente interino”, Dmitry Medvedev, yendo a la guerra con Georgia en 2008. Al ir a la guerra bajo las órdenes de Putin, Medvedev se vio obligado a abandonar su propia agenda de modernización. Y también resolvió el problema de popularidad en 2013-14 tomando Crimea.
Y lanza un brutal vaticinio: “En 2024 habrá elecciones y Putin lanzará una nueva ‘operación especial’. Moldavia es demasiado pequeña, así que es probable que sea en los Estados bálticos o en Polonia. A menos que se detenga a Putin en el aire sobre Ucrania, la OTAN tendrá que luchar contra él en tierra”.
Además, afirma que el presidente ruso tiene una psicosis maníaca. “Está obsesionado con ser una figura histórica como Stalin. Ha colocado una enorme estatua del príncipe Vladimir, el creador de Rusia, en la puerta de su Kremlin. Pero no es un suicida. Sólo utilizará las armas nucleares si cree que no habrá respuesta”.
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