Informes de inteligencia occidentales dados a conocer por la prensa israelí indican que el primer ministro, Naftali Bennett, habló telefónicamente en dos oportunidades con el presidente Volodimir Zelensky aconsejándole capitular y presentar su rendición al presidente Vladimir Putin para evitar la destrucción masiva de su país y terminar con el creciente número de civiles muertos en la brutal ofensiva de Moscú. Sin embargo, aunque Zelensky atendió amablemente a Bennett, la información indica que se negó de forma categórica a aceptar la sugerencia del primer ministro israelí.
Conociendo la posición del mandatario ucraniano, el jefe de la Casa Blanca, Joe Biden, aprovechó la conversación con Bennett y también hizo contacto de forma telefónica con Zelensky el pasado jueves, luego que el ucraniano se dirigiera en directo al Congreso estadounidense donde fue ovacionado. Biden y Zelensky hablaron durante 40 minutos en los que el estadounidense intentó morigerar la posición del ucraniano y le expresó que si suaviza su enérgico discurso de resistencia a la invasión rusa, muy posiblemente Putin reduciría la violencia de su operación militar sobre Ucrania. El presidente estadounidense también pidió a Zelensky no utilizar terminología que mencione la probabilidad de una Tercera Guerra Mundial.
La respuesta del presidente de Ucrania al describirle a Biden el escenario sobre el terreno ante el recrudecimiento de las operaciones militares de Moscú dentro de su país fueron protocolares y amables, pero dejó claro que, de mínima, Washington debe entender que una nueva Guerra Fría ya comenzó con prescindencia de su aceptación o no; Zelensky le hizo saber que no son las fuerzas ucranianas las que están a la ofensiva, sino que ejercen su legítimo derecho a la defensa frente a la agresión de Putin. El círculo de funcionarios cercanos a Zelensky y sus comandantes militares se alegraron por la direccionalidad de las palabras de su presidente a Joe Biden. La cortesía del presidente ucraniano durante la conversación no estuvo exenta de manifestar en palabras claras y firmes la decepción de Ucrania ante lo que considera “cierto abandono” de Washington y Europa ante su pedido de cerrar los cielos del país a través de una zona de exclusión aérea.
Consultados por la prensa, los voceros de la Casa Blanca sólo respondieron que el presidente Biden se dirigió a quienes hablan de que Estados Unidos va a enviar equipo militar, aviones y tanques, instructores, pilotos y tripulaciones estadounidenses: “Deben dejar de especular con esa idea. No importa lo que digan, eso no sucederá porque sería entrar de lleno en una Tercera Guerra Mundial”, dijeron desde el Salón Oval.
El problema es que aunque el presidente Biden reduzca discursivamente la agresión de Vladimir Putin al lanzar su maquinaria de guerra sobre Ucrania, fue Putin quien produjo una serie de hechos políticos a partir de acciones militares que acrecentaron las tensiones y abrieron la especulación sobre un conflicto mucho más amplio. En consecuencia, negar eso es peligroso y pedir que no se hable de ello es un mensaje de debilidad que el líder ruso capitalizaría en favor de su campaña militar. Más aún, considerando los irresponsables ataques aéreos de Putin, peligrosamente cercanos a reactores nucleares activos. Lo mismo con el fuego indiscriminado de la artillería rusa sobre civiles en la mayoría de las ciudades ucranianas o las amenazas públicas de Putin al mundo cuando declaró que pondrá en alerta las defensas nucleares rusas cuando lo juzgue oportuno. Todo esto, sumado al bombardeo a escasos 20 kilómetros de la frontera entre Ucrania y Polonia, lo que es lo mismo que decir el territorio de la OTAN han generado un justificado estado de alerta ante lo que podría disparar una conflagración mundial. No obstante ese escenario concreto, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, mano derecha de Vladimir Putin, culpó en varias oportunidades a Washington de aumentar innecesariamente las posibilidades de una Tercera Guerra Mundial. En este sentido, los últimos comentarios de Biden podrían verse como un intento por reducir las tensiones.
Lo concreto es que la guerra en Ucrania ha ingresado en su día 24, varias ciudades importantes del país como Mariupol, Odessa, Lviv y Kiev han sido ferozmente golpeadas por la fuerza aérea y los sistemas misilísticos rusos. Ante semejante escenario, sólo optimistas infundados pueden creer en el éxito de un alto el fuego modificando la terminología o las palabras que se utilicen sobre los hechos, cuando lo cierto es que la resistencia y los militares ucranianos juran que combatirán hasta la última bala. De allí que el interrogante en curso en el marco del conflicto dialéctico entre la Casa Blanca y el Kremlin, es hasta dónde puede llegar la guerra discursiva de la propaganda militar.
Mientras tanto, para Rusia el último golpe duro llegó con el cuarto paquete de sanciones que preparo la Unión Europea (UE) en conjunto con Washington y dio lugar a una inesperada y peligrosa respuesta de la Agencia Espacial Rusa que respondió con la brutal amenaza de dejar varado en el espacio al astronauta estadounidense Mark Vande Hei y hackear la Estación Espacial para que ella se estrelle contra la tierra.
Según indican informes de inteligencia occidental, Dmitry Rogozin, director de la Agencia Espacial Rusa, delineó un plan de respuesta amenazante que luego publicó en sus redes sociales: “Si aplican más sanciones, estarán mostrando su intención de bloquear la cooperación con nosotros, entonces deberían pensar quién salvará la Estación Espacial Internacional (ISS por su sigla en inglés) de una salida de órbita no controlada que la precipitaría a tierra dentro mismo de Estados Unidos o tal vez de Europa, nosotros podemos dirigirla hasta en su caída”; dijo Rogozin, advirtiendo que la órbita y la ubicación de la estación en el espacio están controladas por Rusia. La ISS es un proyecto conjunto entre Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y la Agencia Espacial Europea que cuenta con dos segmentos de órbita, uno operado por Estados Unidos y el otro por Rusia.
Actualmente en órbita, el regreso del astronauta Vande Hei está previsto para retornar a la tierra con dos cosmonautas rusos en una nave Soyuz rusa el día 30 de marzo próximo. A pesar de la amenaza de Rogozin, la NASA informó que no haría cambios en la misión espacial respecto a la cooperación estadounidense en la misión de la Estación Espacial.
Mientras la crisis del retorno a tierra de Vande Hei puede agravarse con peligro para la vida del astronauta, se supo oficialmente que el primer ministro israelí, Naftali Bennett, volvió a hablar el viernes en la mañana con el presidente Zelensky aconsejándole que se rindiera a Rusia, la respuesta del ucraniano fue terminante, se negó a cualquier forma de rendición aunque manifestó estar abierto al diálogo que resuelva el conflicto. Los informes filtrados de la conversación señalan que Bennett sugirió a Zelensky que aceptara la oferta hecha por Putin para terminar la guerra.
Lo ofrecido por el mandatario ruso podría incluir concesiones humillantes para Ucrania, la fuente afirmó que el acercamiento se produjo por medio de una segunda llamada telefónica del primer ministro israelí quien la semana pasada viajó de forma sorpresiva a Moscú para reunirse con Vladimir Putin. En referencia a la grave situación, Bennett habría dicho al presidente ucraniano: “Si fuera usted, pensaría en la vida de mis ciudadanos y aceptaría la oferta”. Según un funcionario ucraniano no identificado en el informe, el presidente Zelensky rechazó la oferta de forma cortés pero firme. La pregunta es ¿cuál fue la oferta de Putin la semana pasada y cuánto de lo ofrecido todavía puede estar en vigencia?. Al respecto, un informe publicado por la prensa israelí resume la oferta de Moscú a Zelensky en que el presidente ucraniano tendría que renunciar a la región de Donbas y aceptar reducir el ejército de su país, así como declararse neutral entre Rusia y Occidente y abandonar sus interés de unirse a la OTAN.
Muchos analistas europeos creen que las distancias entre Rusia y Ucrania se podrían reducir en los próximos días, las últimas declaraciones de Zelensky muestran que ya habría renunciado a sus planes de ingresar a la OTAN, incluso se está hablando en las capitales europeas que el presidente ucraniano podría ofrecer concesiones sobre Donbas y retirar su viejo reclamo sobre Crimea; a cambio, Rusia no pediría la desmilitarización total de Ucrania, ya que a Moscú le interesa solamente desmilitarizar las áreas disputadas entre ambos países. Si hay avance sobre ese punto, es altamente posible que en los próximos días un cese de las acciones militares pudiera estar cercano.
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