“Rusia trata a sus propios soldados como pedazos de carne, dejando que se pudran”, asegura en un video para la cadena norteamericana CBS un soldado apodado “fantasma”. detrás de él, una docena de cuerpos de combatientes rusos se apilan en un camión refrigerador.
El periodista de la prestigiosa señal, Chris Livesay, es duro y honesto: “En la guerra de desinformación de Vladimir Putin, sus propios soldados son víctimas”.
Es que en su maquinaria de propaganda absolutamente aceitada, Moscú no habla de invasión y esconde la resistencia ucraniana. En esa mentira, también oculta el alarmante número de bajas dentro de sus tropas, la mayoría jóvenes conscriptos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania dijo que casi 14.400 miembros del personal ruso han muerto en territorio invadido hasta este sábado. Rusia no brinda información por loq ue e smuy dificil contrastar los datos.
Además, de acuerdo al detalle ucraniano, las fuerzas de Putin también perdieron 95 aviones, 115 helicópteros, 1.470 vehículos blindados, 213 piezas de artillería y otros equipos de las Fuerzas Armadas rusas desde la invasión.
Las agencias de inteligencia de EEUU estiman que más de 7.000 soldados rusos han muerto en las tres semanas que han transcurrido de la invasión en Ucrania, una cifra que supera los militares estadounidenses que perdieron la vida en las guerras de Irak y Afganistán, según The New York Times.
Las bajas tendrán implicaciones negativas para la efectividad de las tropas rusas, incluidas aquellas que combaten con tanques, explicaron funcionarios estadounidenses a The New York Times.
Funcionarios del Pentágono dijeron al diario que, cuando el 10% de los miembros de una unidad militar mueren o resultan heridos, esa unidad ya no es capaz de llevar a cabo acciones de combate.
Días atrás, Infobae contó cómo las madres de los soldados podrían convertirse en una de las peores pesadillas para Putin.
La versión oficial -la que sostiene el gobierno ruso y amplifica la red de medios que respalda la cada vez más devaluada palabra del Kremlin- dice que solo participan profesionales en lo que en Rusia ha dado en llamar la “operación especial” en Ucrania. Sin embargo, las familias de los conscriptos, aquellos que cumplen con el servicio militar obligatorio o que participan de prácticas en algunas de las fuerzas de seguridad, no dicen lo mismo y ante la falta de información de las autoridades sobre el destino de sus muchachos, temen por ellos. Para los padres de esos chicos inexpertos de 18 o 20 años, que apenas cuentan en el mejor de los casos con un par de meses de entrenamiento, no existe ninguna “operación especial” sino una guerra a la que las autoridades rusas llevaron a sus hijos en secreto; una guerra para la que no están preparados y en la que son utilizados- gritan en medio de su desesperación-, como “carne de cañón”.
Durante una sesión informativa del Pentágono de EEUU, días atrás se sugirió que un número importante de los rusos que luchan en Ucrania son conscriptos, y eso podría explicar su inexperiencia y su falta de conocimiento sobre lo que se supone deberían hacer.
Las leyes rusas prohíben que los conscriptos participen de los combates. Según el abogado Alexander Latynin, por ley, si un conscripto quiere voluntariamente ir a la guerra por contrato, puede hacerlo pero debe contar al menos con tres meses de entrenamiento o un mes, de acuerdo a su nivel educativo. Sin embargo, en la práctica, los soldados fueron obligados por métodos coercitivos a firmar los contratos, aseguran sus familiares.
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