En el marco de la gran rivalidad geopolítica que vienen teniendo desde hace años Estados Unidos y China, y que incluso llevó a una guerra comercial entre ambas potencias, el gigante asiático aprovechó la debilidad de una región como la latinoamericana para extender su influencia global y hacer frente a la competencia norteamericana.
En el marco de un foro virtual organizado por la Fundación FAES, Jorge Sahd, director del Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile y especialista en asuntos relacionados a China, expuso los riesgos de esta creciente influencia del régimen de Xi Jinping en América Latina y alertó sobre la “trampa de la deuda china”.
De acuerdo a las proyecciones de 2014 a 2023, el analista indicó que Beijing se encontró con un hemisferio que va camino “a una nueva década perdida, como fue la década de los 80″. El promedio de crecimiento en los últimos diez años es menor al 1%, habiendo tenido un estancamiento importante a partir de 2016, que llevó a la región a terminar el año 2019 como el continente que menos creció en el mundo.
“La caída de la inversión, las dificultades en la recuperación económica de América Latina, la posibilidad de acercarnos a una nueva década perdida, claramente son oportunidades para China porque los países necesitan inversión extranjera y financiamiento”, explicó.
Ante este panorama, y a la cada vez menor presencia de Estados Unidos, China aprovechó la situación. En poco tiempo aumentó exponencialmente la cantidad de préstamos otorgados a países latinoamericanos. El pico se vio en 2010, por encima de los 35.000 millones de dólares; y, aunque en los años posteriores hubo una leve caída, todavía persiste esa estrecha relación de dependencia.
Países como Venezuela (17 préstamos/62.200 millones de dólares), Brasil (12 préstamos/29.700 millones de dólares), Ecuador (15 préstamos/18.400 millones de dólares), y Argentina (12 préstamos/17.100 millones de dólares), son los que encabezan este ránking.
También viene creciendo y diversificándose la inversión extranjera directa. “A través de la Ruta de la Franja y la Seda, China se acerca a distintos países. Hoy en día, casi 140 países del mundo tienen algún tipo de adhesión a esta iniciativa. Las adhesiones van desde incorporación formal, desde proyectos concretos, incluso con financiamiento, hasta la firma de lo que se llama memorándum de entendimiento. En América Latina y el Caribe ya son 20 los países que tienen firmado un memorándum de entendimiento, con distintos niveles de intensidad con China”, señaló Sahd.
Países donde viene creciendo la inversión extranjera directa de China: Brasil (60.000 M USD), Perú (27.000 M USD), México, Argentina (12.000 M USD). En Argentina tuvo una controversia política la visita del presidente Fernández en febrero a China, adonde fue con un listado de 17 proyectos argentinos que requieren inversión y financiamiento.
Tradicionalmente la inversión extranjera china se orientaba hacia el sector extractivo. Pero hoy en día se concentra principalmente en el sector energético, de metales (sobre todo en el sector minero), pero también en el sector agrícola, de químicos, de finanzas y logística.
El especialista reconoció, no obstante, que las inversiones chinas “no han estado exentas de polémicas”. En ese sentido, recordó los problemas con las represas que se iniciaron en Santa Cruz, Argentina, por los estándares medioambientales. Ese proyecto, de hecho, se paralizó. Asimismo hubo situaciones similares en caso mineros en Perú y Ecuador, “donde también ha tenido oposición de las comunidades”.
Sahd también se refirió a la inversión en los pasaportes chilenos. Un consorcio chino-alemán se adjudicó la licitación de esos documentos, con una oferta económica muy atractiva. “Pero Estados Unidos tocó la puerta y dijo que había riesgos en términos de tratamiento de los datos personales. Hace pocos meses esta rivalidad tocó las puertas de Chile como la ha tocado en muchos países de América Latina, los cuales hasta el momento han construido su desarrollo en base a aceptar la inversion extranjera, principios de no discriminación, porque, a diferencia de países de la Unión Europea, no tenemos incorporados elementos de seguridad nacional en ciertas inversiones estratégicas”.
La influencia china aumentó aún más desde el inicio de la pandemia de covid-19 que, paradójicamente, se originó en ese país. El analista chileno subrayó que el régimen de Xi Jinping desplegó lo que se llamó la diplomacia de las “mascarillas y vacunas”, a través de la cual proveyó de insumos, materiales médicos e inmunizantes a los países de la región. Fue tal la penetración del gigante asiático, que más de la mitad del suministro de vacunas provienen de laboratorios chino. Esto, en lo que respecta a “vacunas vendidas, no donadas”.
Ante este contexto, Sahd advirtió sobre los riesgos de generar un compromiso de deuda con el régimen chino, y mencionó como consecuencia de esto, la llamada “trampa de la deuda china”. Según opinó, esta situación puede tener efectos desde el punto de vista geopolítico y desde la dependencia para los países.
“Todos estos elementos todavía no están con fuerza en el debate público en América Latina, como sí ocurre en otras latitudes”, aseveró.
Pese a su creciente influencia tanto en América Latina como a nivel global, el especialista chileno remarcó que actualmente “China no goza de altos niveles de confianza a nivel mundial”. Sobre todo, después de su manejo de la pandemia.
Esa imagen negativa predomina en Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Pero, según indicó Sahd, en América Latina “de manera emergente hay mayor conciencia de los riesgos que representa China”. Aunque, agregó, la posición actual de la región es prácticamente de neutralidad ante la confrontación entre Washington y Beijing: “La posición de América Latina ha sido ‘yo quiero lo mejor de los dos mundos, quiero beneficiarme de las oportunidades comerciales, e incluso de inversión, de China, pero quiero mantener la relación histórica, de valores, de promoción de la democracia, de derechos humanos que promueve Estados Unidos’”.
En un contexto de creciente rivalidad estratégica, “la pregunta es hasta dónde puede mantener esa neutralidad nuestra región”. Y en esa línea, el experto chileno consideró que los gobiernos latinoamericanos “deben ajustar su política exterior de acuerdo a la nueva realidad”.
Incluso, Sahd mencionó entre los riesgos políticos vinculados a la influencia china la “irrelevancia regional”. Según señaló, América Latina perdió en los últimos años relevancia estratégica frente a decisiones globales, “debido a la falta de visión, cooperación e integración entre los países”: “Esto hace que la región pierda voz, peso específico en los grandes debates globales”.
Respecto a las futuras relaciones entre Estados Unidos y China, indicó que, si bien se presumió que con Joe Biden podría haber un mayor acercamiento tras las muy malas relaciones bajo la administración de Donald Trump, “puede cambiar la retórica, pero la dirección del conflicto continúa y se va a profundizar”.
Sobre el final del foro, Sahd fue consultado sobre una eventual mediación de China en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Al respecto, remarcó que una de las cosas que ha entorpecido las negociaciones entre las partes, “aparte de que Rusia quiere seguir fortaleciendo su poder negociador, por eso sigue cercando prácticamente Ucrania y Kiev, es que no hay un mediador”.
No obstante, indicó que China “también representa un desafío, o un riesgo, para Estados Unidos”: “China más que aliados, tiene clientes o deudores. Lo que busca es tratar de desactivar cualquier riesgo de mayor inestabilidad regional (...) Veo difícil que Estados Unidos lo acepte como mediador”, concluyó.
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