Los alcaldes de las dos principales ciudades de Polonia lanzaron una advertencia por la cantidad de refugiados que llegan de Ucrania, los cuales están desbordando la capacidad de sus ciudades mientras que el conflicto en el país vecino se recrudece.
Según la ONU son más de 1,7 millones de personas que han cruzado polonia desde que comenzó la invasión rusa, unas 300 mil de ellas, de acuerdo con Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia, han llegado a la capital polaca, un reto grande para las autoridades que sin embargo reiteraron su compromiso de seguir apoyando a los refugiados ucranianos.
“Nuestra ciudad sigue siendo el principal destino de los refugiados ucranianos. La situación se está volviendo más y más difícil cada día”, dijo Trzaskowski en Twitter recientemente.
La situación de los refugiados es aún más grave pues los datos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, muestran que desde el 24 de febrero cuando las tropas rusas se adentraron en territorio ucraniano, más de 2,8 millones de personas han huido del país invadido y más de la mitad de ese gran total estarían hoy en Polonia.
Los refugiados que llegan a la capital polaca se alojan principalmente en residencias privadas, así como en dos grandes estadios deportivos. Ahora se están colocando letreros en las estaciones centrales de trenes de Varsovia para dirigir a las personas a otras partes de Polonia donde hay más espacio para acomodarlas y atenderlas. “Las grandes ciudades de Polonia ya están superpobladas”, dice un cartel, “no tengas miedo de ir a los pueblos más pequeños: son pacíficos, tienen comida, infraestructura y están bien adaptados”.
“Tengo la sensación de que Varsovia está llena y lo escucho de muchas personas. Los puntos de recepción en Varsovia también están abarrotados”, dijo Marianna Ossolińska, coordinadora del Club of Catholic Intelligentsia, que trabaja con refugiados en Polonia a The Guardian.
Ossolińska está gestionando su albergue, que ofrece 70 camas y ha estado lleno desde poco después de su apertura el 2 de marzo. “Muchos refugiados intentan venir a Varsovia, probablemente porque creen que será más fácil encontrar transporte a Europa occidental desde una ciudad capital, o encontrar trabajo o hacer conexiones”, explicó.
Ossolińska dijo que muchas personas que trabajaban en el terreno ahora luchaban por encontrar lugares para acomodar a todos. “Día a día, es mucho más difícil encontrar un lugar privado para los refugiados”.
Por su parte en Cracovia la cifra de refugiados está superando las 100 mil personas en apenas unas pocas semanas, algo que preocupa a su alcalde Jacek Majchrowski quien afirmó que la ciudad “está perdiendo lentamente la oportunidad de acomodar nuevas oleadas de refugiados”.
Majchrowski está adoptando medidas similares a las de Varsovia, tratando de promover que los nuevos refugiados lleguen a los pueblos cercanos y lugares fuera de la ciudad para evitar el colapso Cracovia.
En algunos transportes públicos de la ciudad ya se muestran anuncios en ucraniano y polaco para ayudar a informar a los miles de recién llegados.
En la principal estación de trenes de la ciudad hay dos grandes carpas que sirven comida caliente y ofrecen consejos a los refugiados. En el interior, la gente duerme en colchonetas plegables, esperando trenes o considerando qué hacer a continuación.
“Escuché que Cracovia ha llevado a 100.000 personas”, dijo Jacek, un voluntario local que ayuda en la estación a The Guardian, “y nosotros somos solo una ciudad de 800.000″. Agregó que recientemente había ayudado a una madre que había llegado de Lviv con sus hijos y no tenía dónde dormir. “Llamé a mi esposa y le dije que los llevaría a casa conmigo”.
Una organización, Fundacja Brata Alberta, tuiteó sobre la situación “trágica” en la estación de tren de Cracovia: “No hay a dónde dirigir a los refugiados, están estresados y confundidos, se necesita toda la ayuda y, sobre todo, locales. Llamamos a muchos lugares, pero la única respuesta es: no hay más camas”.
“Todos quieren quedarse en Cracovia”, dijo otra voluntaria en la estación de trenes de Cracovia mientras corría entre los grupos de personas que pedían consejo, “pero ya no hay espacio”.
La bandera ucraniana es visible en casi todos los demás escaparates de tiendas y cafés y el sentido de solidaridad en las calles de la segunda ciudad más grande de Polonia sigue siendo fuerte, incluso cuando la ciudad parece estar llegando a su límite para los recién llegados.
“Los ciudadanos de Ucrania han estado trabajando con nosotros desde la existencia misma de nuestro restaurante”, dice un cartel en la ventana de un café en el casco antiguo histórico, “estamos juntos en esto”.
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