Los ucranianos tienen mascotas, que también son protagonistas de escenas desgarradoras. Cada vez que se presencia una evacuación, la cantidad de gente que sale con animales es inmensa. Gatos y perros principalmente. Algunos pájaros. Pero hoy no todos pueden quedarse con ellos. Es uno de los dramas laterales de esta guerra, ignorado por muchos por la tragedia resonante de la enorme cantidad de civiles muertos. Pero el conflicto está ahí, aunque no hay cifras oficiales de cuántos animales murieron en los ataques.
Tampoco se sabe cuántos fueron abandonados, pero cada vez más personas tienen que irse de sus casas y no todos pueden viajar con sus mascotas. Muchos lo hacen, no es extraño ver familias en hoteles con perros, algo no tan habitual en otros tiempos. Pero otras muchas personas mayores sobre todo, no se animan a moverse con animales.
Algunos comentan que hay gente que saca a sus perros a la calle y los deja, les dice que se vayan. También hay gatos viviendo en casas vacías. Los que se fueron apurados hoy están pidiendo a amigos o familiares que rescaten a sus mascotas, pero no todos se animan a entrar en ciertas áreas atacadas o en situaciones de combate. Algunos, se sabe, morirán abandonados. Otros, sin embargo, están siendo salvados.
En las afuera de Odessa, 20 kilómetros hacia el sur, está el refugio de Natasha. Es una casa con jardín en medio de la nada, frente a un enorme campo fangoso. Allí recibe animales abandonados desde antes de la invasión rusa, y continua su tarea a pesar de los ataques.
A Natasha no le gusta ser entrevistada pero cuenta que hoy alberga a siete perros, y hace unos días dos más se fueron hacia República Checa, adoptados por una familia. No quiere irse de su casa y cree que los rusos no van a llegar hasta ahi, “así que los perros están a salvo”, dice, y ella también con ellos.
Lo difícil en estos tiempos es conseguirles alimento. Por eso mismo se puede acceder al refugio, Yevhen un vecino de Odessa conocido en una nota cuenta que esa tarde irá a llevar carne para los perros abandonados. Accede a la solicitud de acompañarlo. Su historia, que es grande, será escrita en otras páginas, porque cada día se dedica a ayudar a distintas personas.
En esta ocasión viaja con Tatyana y Eugeniy, dos amigas que tienen sus propias mascotas con ellas en Odessa pero se encargan de rastrear más animales en peligro y encontrarles un lugar. No es una ONG ni nada parecido, son solo una red de amigas buscando el ángulo desde el cual ayudar. Los perros del refugio de Natasha están en jaulas. Solo estacionar el auto afuera se comienzan a escuchar los ladridos. Hace dos días no comen porque Natasha no puede moverse a hacer compras, entonces necesita de la ayuda.
También en la frontera hay gente ayudando a los animales. En la entrada de Polonia hay una ONG alemana dedicada a tratar “animales traumatizados por la guerra”, según cuenta Sonja Mortensen, una voluntaria dinamarquesa en la frontera, a la Asociación de Prensa.
En Kharkiv, una de las ciudades más golpeadas por la guerra, también hay voluntarios ayudando mascotas. “Nuestro equipo empezaró a trabajar antes de la guerra, y cuando esto empezó decidimos seguir ayudando animales” dice Olga Ilyunona a un periodista del Daily Beast.
Las historias se reproducen en toda Ucrania, pero es cada vez más difícil llegar a ellas. Cuando los rusos avancen sobre Odessa, Natasha quedará incomunicada. No va a dejar a los perros, dice, no va a dejar la misión de su vida.
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