A dos meses de las elecciones presidenciales filipinas, Ferdinand “Bongbong” Marcos, hijo del fallecido dictador, mantiene un perfil bajo en la campaña, reacio a enfrentarse a entrevistas difíciles o a debates con los demás candidatos que pueden exponer sus debilidades y hacer peligrar su enorme ventaja en los sondeos.
El senador, de 64 años, alegó una “agenda apretada” para eludir el debate con los demás candidatos en el canal de televisión CNN Philippines en febrero mientras que un mes antes se había escudado en la supuesta falta de objetividad de la cadena GMA para no asistir a una entrevista de tres horas junto a otros cuatro candidatos.
Amparado en su gran maquinaria propagandística en las redes sociales y con la cuasi seguridad de su victoria según las encuestas (le otorgan una intención de voto cercana al 60 por ciento), los analistas interpretan esta alergia a los focos como un miedo a perder una presidencia que parece casi tocar con los dedos.
Temario Rivera, profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad de Filipinas, explica a Efe que Marcos evita los debates “porque eso le pondría en una situación muy difícil en la que tiene que responder a preguntas incómodas sobre el pasado de su familia, marcado por mucha corrupción, un saqueo de los recursos del Gobierno y abusos masivos de derechos humanos”.
Según Transparencia Internacional, Ferdinand Marcos (que gobernó entre 1965 y 1986 y falleció en 1989) se apropió de forma ilícita de unos 10.000 millones de dólares, mientras se calcula que 3.257 personas fueron ejecutadas de manera sumaria, 70.000 encarceladas y 34.000 torturadas desde que decretó la Ley Marcial en 1972.
Frente a la arrogancia que mostraba en el pasado, como cuando en 1999 acusó a las víctimas de torturas de querer dinero y ser “víctimas de su propia avaricia”, Marcos pasa ahora de puntillas sobre este tema, desviando la atención hacia su lema electoral del “liderazgo unificado” y reclamando hablar del futuro.
GLORIFICACIÓN DEL PASADO
Sin embargo, es en el pasado, o en su interpretación, donde reside su gran fuerza electoral. “Bongbong” Marcos y su equipo han construido el relato de una Filipinas más próspera y ordenada en los tiempos del dictador frente a la miseria actual de los inmensos poblados de chabolas, la drogadicción, la delincuencia y la inestabilidad en el sur con los grupos insurgentes musulmanes.
”Han tenido éxito en propagar una revisión sistemática y una falsa narrativa de la vida en el país durante los años de la Ley Marcial (1972-1981). Los votantes de entre 18 y 40 años, que son los usuarios más ávidos de redes sociales, han sido engañados con este falso relato de una supuesta época dorada durante los años dictatoriales de su padre”, apunta Rivera por correo electrónico.
El estratega político Alan German coincidía en una reciente entrevista en el canal ANC en que la familia Marcos estaba “reinventando su propia historia, sus propios mitos y uniéndolos a un mensaje de retorno a una época gloriosa de prosperidad” que calificó de “promesa utópica”.
A ese factor, Rivera añade la división de la oposición, con cuatro candidatos claramente opuestos al tándem que Marcos forma con Sara Duterte, hija del actual presidente, y el apoyo de familias poderosas, como las de los antiguos presidentes Gloria Macapagal-Arroyo y Joseph Estrada y la del magnate Manny Villar, la más rica del país.
ROBREDO, LA ALTERNATIVA
Ante la fuerza de la candidatura de Marcos, la única rival que parece tener alguna opción es Leni Robredo, que ya derrotó en las urnas a Marcos en 2016 en la carrera por la vicepresidencia del país, que ella ocupa desde entonces.
”Parece que la campaña de Robredo, impulsada por los voluntarios, ha empezado a ganar fuerza, pero la gran pregunta es si queda tiempo para hacer campaña”, dice Rivera, que considera la ventaja de Marcos “considerable, pero no insuperable” de aquí al 9 de mayo.
Aunque los números actuales dan a Marcos como ganador casi seguro, los antecedentes de la última década invitan a la prudencia, pues ni en 2010 ni en 2016 venció el candidato que arrancó la campaña en cabeza.
Para Rivera, un factor que podría provocar un vuelco es la posición del actual presidente, Rodrigo Duterte, que no se ha decantado por ningún candidato pese a que su propia hija se presenta a vicepresidenta de la mano de Marcos.
Aunque Duterte ha denigrado en público a Marcos, acusándolo de candidato débil e insinuando su adicción a la cocaína, ambos atraen a un tipo de votante muy similar a quien convence la imagen del hombre duro y resolutivo.
”Si Duterte apoyara a otros candidato, dividiría su base de votantes, que hasta el momento se ha decantado en gran medida por Marcos”, concluye el académico.
(con información de EFE)
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