Luego de reunirse con el canciller de Ucrania en Antalya, Turquía, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, tuvo un contacto con la prensa en la que se quejó por lo que muestran los medios internacionales y justificó las atrocidades que comenten las fuerzas invasoras en su paso por territorio ucraniano. Durante ese encuentro con los periodistas, el hombre de confianza de Vladimir Putin en el extranjero, argumentó a favor del bombardeo de las tropas rusas contra un hospital materno infantil en Mariupol y hasta se animó a afirmar que el Kremlin no era un país agresor en el conflicto.
Los conceptos subrayados por Lavrov reflejan el intento de Moscú de manipular la opinión pública durante la invasión: son las mismas ideas que los medios de propaganda del Kremlin muestran en sus coberturas.
Tras el aparente fracaso que representaron las conversaciones que Lavrov mantuvo esta mañana con Dimitri Kuleba, el canciller ruso declaró: “No planeamos atacar a otros países. Tampoco atacamos a Ucrania”. El ministro de Putin volvió a acusar a Occidente de avivar las tensiones e insistió en que Rusia no está invadiendo sino realizando “operaciones especiales” en Ucrania donde más de dos millones de personas fueron desplazadas a otros países para evitar los bombardeos y la devastación.
Además, acusó al gobierno de Kiev de usar a sus ciudadanos como escudos humanos para intentar desmarcarse de las acusaciones sobre los asesinatos de civiles que podrían representar “crímenes de guerra”. Lavrov insistió también en que Rusia estaba cooperando en corredores humanitarios.
En otro momento de la conferencia, el ministro ruso fue consultado sobre el brutal ataque contra un hospital materno infantil en Mariupol, cuyas imágenes recorrieron el mundo. Frío, respondió: “No es la primera vez que vemos patéticos clamores sobre las llamadas atrocidades perpetradas por los militares rusos. Este hospital pediátrico fue retomado hace tiempo por el batallón de Azov y otros radicales, y todas las mujeres que iban a dar a luz, todas las enfermeras y todo el personal de apoyo habían sido expulsados”.
Lavrov dijo además que no creía que el enfrentamiento de Rusia con Occidente por Ucrania pudiera conducir a una guerra nuclear. “No quiero creer, y no creo, que pueda comenzar una guerra nuclear”, dijo en una conferencia de prensa luego de conversaciones en Turquía con Kuleba, y agregó que los rumores sobre un posible ataque ruso contra el ex Los estados bálticos soviéticos “parecen ser viejos engaños”.
Pese a que dijo que Putin está dispuesto a reunirse con Volodimir Zelensky, Lavrov insistió que la única vía diplomática segura era la que se estaba desarrollando en Bielorrusia, cuya dictadura es una aliada fundamental de Rusia. Y reiteró que lo único que espera su nación para terminar con el conflicto en Ucrania es la concreción de dos puntos que para Moscú son innegociables: la desmilitarización y la “desnazificación” de ese país y garantizar su estatus neutral. Ambos conceptos son repetidos continuamente por los voceros del Kremlin para justificar la invasión.
Lavrov desafió las sanciones contra su país y la prohibición de Estados Unidos a sus importaciones, al afirmar que “tenemos mercado suficiente para nuestra energía, y siempre lo tendremos”. “Occidente trata de usar a Ucrania para minar nuestra economía, pero no lo conseguirá”, aseguró.
Lavrov arremetió en su comparecencia ante los medios contra los “designios del Tío Sam”, en alusión a Estados Unidos, para insistir en su convicción de que “dirige” al conjunto de Occidente. “Nunca más dependeremos de Occidente”, afirmó. El jefe de la diplomacia rusa acusó, además, a Occidente de “usar el petróleo y el gas como arma” contra Rusia y sostuvo, en cambio, que Rusia “nunca lo ha hecho”.
Incluso, como suelen marcar las dictaduras, intentó victimizarse al hablar de que existe en Occidente una especie de “rusofobia” o “histeria antirusa”, un comportamiento que se hace extensivo “a los medios”, que plasman únicamente “el punto de vista de Ucrania”, se quejó.
(Con información de agencias).-
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