Las potencias occidentales y, sobre todo, varios países del este de Europa, afirman que el plan expansionista de Vladimir Putin no se reduce únicamente a invadir Ucrania. En esa línea, el politólogo norteamericano Francis Fukuyama consideró que detrás de las aspiraciones del Kremlin está la instauración de un nuevo orden mundial que haga frente al liberalismo surgido después de 1991, tras la caída de la Unión Soviética.
En un artículo publicado en el Financial Times, el autor aseveró que la invasión rusa lanzada el pasado 24 de febrero representa “un punto de inflexión crítico” en la historia moderna.
De acuerdo a su análisis de la dramática situación actual, Putin dejó en claro que busca reagrupar la mayor parte posible de la antigua Unión Soviética, “incorporando a Ucrania a Rusia y creando una esfera de influencia que se extienda por todos los estados de Europa del Este que se unieron a la OTAN a partir de la década de 1990″.
Esto, indicó, hace que la guerra que se libra en suelo ucraniano sea motivo de preocupación para el mundo libre. Según apuntó, los brutales ataques de los últimos días contra ciudades como Kiev y Járkov demuestran “cuáles son las consecuencias de una dictadura antiliberal”.
“La Rusia de Putin se ve claramente ahora no como un estado con quejas legítimas sobre la expansión de la OTAN, sino como un país resentido y revanchista que pretende revertir todo el orden europeo posterior a 1991. O más bien, es un país con un único líder obsesionado con lo que cree que es una injusticia histórica que intentará corregir, sin importar el coste para su propio pueblo”, analizó Fukuyama.
Pese a los intentos de Putin de cambiar el orden internacional actual, el politólogo hizo hincapié en la fuerte resistencia de las tropas ucranianas y en la contundente reacción de Occidente. Respuestas tan firmes y contundentes que probablemente ni el propio Putin se esperaba.
Fukuyama se refirió al “heroísmo” de los ucranianos al unirse para defender la independencia de su país. Además, aseguró que el presidente Volodimir Zelensky llegó a ser considerado “un líder ejemplar (...) y una fuente de unidad para una nación antes fracturada”.
Asimismo, contra todos los pronósticos del presidente ruso, “la OTAN ha salido más fuerte que nunca”, a tal punto que países como Finlandia y Suecia están pensando unirse a la alianza atlántica. Pero, según el autor norteamericano, el cambio más notable lo mostró Alemania, que antes de la invasión a Ucrania era uno de los países europeos con relaciones más estrechas con Moscú. Para contener los planes expansionistas de Putin, el gobierno de Olaf Scholz duplicó el presupuesto en defensa y anunció el suministro de armas a Ucrania.
“Está claro que Putin no podrá alcanzar sus objetivos máximos. Esperaba una victoria rápida y fácil, y que los ucranianos le trataran como un libertador. En lugar de ello, ha despertado un avispero furioso, con ucranianos de todas las tendencias mostrando un grado de tenacidad y unidad nacional sin precedentes. Incluso si Putin toma Kiev y depone al presidente Volodimir Zelensky, no podrá a largo plazo someter a una nación furiosa de más de 40 millones con la fuerza militar. Y se enfrentará a un mundo democrático y a una alianza de la OTAN unificada y movilizada como nunca antes, que ha impuesto costosas sanciones a la economía rusa”, explicó Fukuyama.
El politólogo norteamericano comparó los últimos bombardeos sobre diversas ciudades de Ucrania a los ataques aéreos contra Chechenia en la década de los 90, y advirtió que, a medida que Rusia se repliega y recrudece los ataques, “existe el peligro de que los combates se conviertan en enfrentamientos directos entre la OTAN y Rusia”.
“Pero son los ucranianos los que cargarán con el coste de la agresión de Putin, y serán ellos los que luchen en nombre de todos nosotros”, agregó.
Pero, aunque Putin pierda esta guerra, Fukuyama adelantó que “las dificultades del liberalismo” no terminarán aquí: “China estará esperando entre bastidores, así como Irán, Venezuela, Cuba y los populistas de los países occidentales. Pero el mundo habrá aprendido cuál es el valor de un orden mundial liberal, y que no sobrevivirá a menos que los pueblos luchen por él y muestren apoyo mutuo”.
Para el autor, el liberalismo está siendo atacado desde hace tiempo, “tanto por la derecha como por la izquierda”, como consecuencia del ascenso de potencias autoritarias como Rusia y China, así como también “por el giro hacia el populismo, el antiliberalismo y el nacionalismo dentro de democracias liberales de larga data como Estados Unidos e India”.
Según indicó, muchos de los fundamentos liberales, como la igualdad de derechos, la tolerancia y la liberación de expresión están bajo ataque. Por un lado, “los conservador populistas se resienten de la cultura abierta y diversa que prospera en las sociedades liberales, y añoran una época en la que todos profesaban la misma religión y compartían la misma etnia”.
Por el otro, “muchos progresistas se han mostrado dispuesto a limitar la libertad de expresión y el debido proceso en nombre de la justicia social”.
“En el medio siglo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, hubo un amplio y creciente consenso en torno al liberalismo y a un orden mundial liberal. El crecimiento económico despegó y la pobreza disminuyó a medida que los países se beneficiaban de una economía mundial abierta (...) Pero el liberalismo clásico se reinterpretó a lo largo de los años y evolucionó hacia tendencias que al final resultaron autodestructivas”, señaló Fukuyama.
Y añadió: “La derecha valoró la libertad económica y la llevó a extremos insostenibles. La izquierda, por el contrario, se centró en la elección individual y la autonomía, incluso cuando esto se produjo a expensas de las normas sociales y la comunidad humana. Esta visión socavó la autoridad de muchas culturas tradicionales e instituciones religiosas”.
El autor explicó que en este vacío tomaron gran influencia regímenes autoritarios no liberales como los de Rusia, China, Siria, Venezuela, Irán y Nicaragua, pese a tener poco en común. Pero lo que sí los identifica es que no les gusta la democracia liberal “y quieren mantener su propio poder autoritario”: “Han creado una red de apoyo mutuo que ha permitido, por ejemplo, que el despreciable régimen de Nicolás Maduro en Caracas sobreviva a pesar de haber llevado al exilio a más de una quinta parte de la población venezolana”.
Fukuyama remarcó que en el centro de esta red se encuentra la Rusia de Putin, que ha proporcionado armas, asesores, apoyo militar y de inteligencia a prácticamente todos los regímenes autoritarios que, así como el Kremlin, ven en Estados Unidos y la Unión Europea (UE) a sus principales enemigos.
“La crisis actual ha demostrado que no podemos dar por sentado el orden mundial liberal existente. Es algo por lo que debemos luchar constantemente, y que desaparecerá en el momento en que bajemos la guardia”, concluyó Fukushama.
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