El oso ruso había lanzado su zarpazo cuatro días antes. Era la primera reunión entre representantes de Ucrania y Rusia para negociar un incierto alto al fuego. Hubo unas idas y vueltas sobre dónde realizar la reunión hasta que el presidente Volodymyr Zelensky se hartó y dijo “nos vale cualquier ciudad de cualquier país mientras no nos lancen misiles”. Terminó siendo un castillo de una “zona fantasma” al sur de Gómel (Homiel), en el área de exclusión dentro de la vecina Bielorrusia, que permanece cerrada desde 1986 por las consecuencias de la explosión de la central nuclear de Chernobyl. Un lugar ya derrotado por la muerte y la destrucción para hablar de la paz.
Ese 28 de febrero hubo dos reuniones. La primera fue política y asistieron los delegados ucranianos encabezados por el ministro de Defensa. La segunda fue técnica. Se discutieron temas específicos como los corredores para la salida de los civiles, los canales de comunicación para acordar los “alto al fuego” y cuestiones de logística para preservar el patrimonio cultural. En la mesa de ambas reuniones, ocupó una silla en la mesa Denis Borisovich Kireev, un banquero ucraniano que trabajaba para el poderoso clan de los hermanos Klyuyev, oligarcas ucranianos íntimamente relacionados con el ex presidente Viktor Yanukovych y de reconocida militancia pro-rusa.
¿Qué hacía un pro-ruso en ese lugar defendiendo las posiciones ucranianas pro-occidentales? Nadie lo sabe. Su cuerpo fue hallado tres días después tirado en una calle del centro de Kiev. Un grupo de periodistas independientes difundió la foto del cadáver. Y como sucede siempre en estos casos, aparecieron varias informaciones cruzadas. Y ninguna acerca una respuesta convincente.
Denis Borisovich Kireev pudo haber sido acusado de traición y ejecutado por los servicios secretos ucranianos. El viernes a última hora de Kiev, lo reveló el sito de noticias Obozrevatel. Y poco después lo confirmó el diputado de la Verkhovna Rada (parlamentario), Alexander Dubinski, desde su cuenta de Telegram. El diario Ukrainska Pravda fue más específico y afirmó: Kireev murió cuando se resistió a un arresto por parte de agentes de la SBU (la agencia de inteligencia ucraniana) que lo buscaba por traición a la Patria. De acuerdo a fuentes cercanas a la presidencia ucraniana, ya hacía tiempo que se sospechaba de Kireev y que se interceptaron comunicaciones muy comprometedoras con contrapartes rusas inmediatamente después de las conversaciones en la zona de exclusión bielorrusa.
Para sembrar aún más confusión el ministerio de Defensa lanzó un comunicado despidiéndolo como un héroe junto a otras dos personas y las describió como “espías” al servicio del país:
“Durante la ejecución de tareas especiales fueron asesinados tres espías, empleados de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior. Se trata de Alexei Ivanovich, Chibineev Valery Viktorovich, Denis Borisovich Kireev.
¡Murieron defendiendo a Ucrania, y su sacrificio nos acercó a la victoria!
Expresamos nuestras sinceras condolencias a las familias de las víctimas.
Los héroes no mueren. ¡Viven mientras los recordemos!
¡Gloria a Ucrania! Gloria a los héroes.
No sería la primera vez que un servicio de inteligencia mata a uno de los suyos por traición y lo despide como un héroe. El MI6 británico y la CIA estadounidense tienen un grueso archivo de este tipo de maniobras. La KGB debe tener un rascacielos repleto de folios describiendo casos similares desde la época de Stalin.
Kireev ya estaba en la mira de la contrainteligencia. Según un canal de televisión local, en julio de 2020 se inició una investigación sobre el banquero por una posible cooperación con el Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa, FSB, sucesor de la KGB. Los medios informaron entonces que Kireev viajaba a Rusia varias veces al año y que tenía conexiones fluidas con los separatistas pro-rusos de Donetsk.
La clave del caso, tal vez, se pueda encontrar tirando de la cuerda de su jefe, Andrij Kyluyev. La revista Korrespondent de Kiev lo nombró como “la séptima persona más influyente de Ucrania” y el dueño de una de las 50 fortunas más grandes del país. Klyuyev fue ministro de la Administración Presidencial (Jefe de Gabinete) y secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa durante el gobierno de Viktor Yanukovich. Su hermano Serhiy también llegó como diputado al parlamento.
Cuando cayó Yanukovich en 2014, después de traicionar su compromiso de pedir la incorporación del país en la Unión Europea y firmar un acuerdo leonino con Vladimir Putin, Klyuyev se refugió en el enclave pro-ruso de Donetsk. Su fortuna está repartida por el mundo. Se sabe que tiene una mansión dentro de un terreno de 27 hectáreas en la localidad austríaca de Tulbing, cerca de Viena. También un lujoso yate que navega en el Mediterráneo y tiene amarre en varios puertos, incluido el de Marbella. En Austria tiene registrado su holding denominado SLAV AG desde el que domina decenas de empresas. Fue uno de los grandes financistas del Partido de las Regiones de Yanukovich y entre los manifestantes de la revolución del Maidan, que terminó con ese gobierno, se lo acusaba de haber contratado a decenas de matones paramilitares rusos para la represión.
Vladimir Putin protegió a Yanukovich, y se supone que también al clan Klyuyev. Juntos estuvieron trabajando para una “Ucrania dentro de la Madre Rusia” y un gobierno para la post-guerra. El ex presidente se encuentra en Minsk, la capital de Bielorrusia, en una residencia especial del dictador Alexander Lukashenko, esperando a que se dirima la situación en el campo de batalla. Es la carta que tiene Putin para encabezar un “gobierno títere” si logra asesinar o hacer capitular al presidente Volodymyr Zelensky.
En esa trama estaba enredado de alguna manera Denis Kireev. Cómo logró “colarse” en las negociaciones con Rusia, no se sabe. Tampoco sabemos cuál era el papel exacto. Si estaba en esa posición, ¿gozaba de la confianza de Zelensky y su entorno? Pudo haber sido un agente doble. Pudo haberse tratado de una purga dentro del propio gobierno. Otros especulan con que fue asesinado por un escuadrón ruso infiltrado en el centro de Kiev. Para saber algo más habrá que seguir leyendo hasta la última página de este caso digno de la pluma del maestro John Le Carré.
SEGUIR LEYENDO: