Comienza a sentirse el cansancio en Kiev. Cada vez anda menos gente por las calles. Muchos ya se fueron, otros están guardados en sus casas, algunos siguen en el metro. Los voluntarios llevan días sin dormir. Su moral sigue alta, sus energías no tanto.
Es media tarde cuando un hombre robusto, pelado y con barba larga aparece en la pista principal. “Quiero decirles algo”, grita. Los voluntarios dejan de trabajar y lo miran. “Los rusos quieren agotarnos, quieren que nos desplomemos, piensan que nos vamos a dar por vencidos. Pero eso no va a suceder porque vamos a defender a nuestro país. ¿Cierto?”, grita. “Sí”, responden. Y vuelven a la tarea.
Hasta hace diez días, los jóvenes de Kiev venían a este lugar a bailar y escuchar bandas. Hoy el lugar se convirtió en un centro de acopio en apoyo a las milicias. El establecimiento se llama Atlas y es uno de los boliches de moda en la capital. Ni bien comenzó el conflicto, su dueño se puso en contacto con Alexander Kuznyak (líder del movimiento Ze Molodijka, una agrupación juvenil que responde al presidente Volodímir Zelenski) y le ofreció el lugar para lo que hiciera falta. Alexander sumó entonces un contacto de una cadena de mini mercados y armaron un centro para recibir donaciones, clasificarlas, armar kits de supervivencia y distribuirlos entre las distintas postas de las fuerzas territoriales.
Apenas entrar al lugar se ve una cadena humana que va desde la calle hasta la pista principal de baile. Serán unos 60 metros de camino por dentro del edificio, y serán una cincuenta personas una al lado de la otra formando una especie de cinta transportadora humana. De mano en mano se pasan cajas que en la calle se distribuyen en autos de voluntarios que ofrecen sus propios vehículos para hacer la tarea. Todos -personas y autos- llevan la cinta amarilla distintiva de las milicias en apoyo a Ucrania.
En la pista lo que se ve es una infinidad de alimentos no perecederos, material higiénico, medicinas, agua, jugo, yogurt, lácteos. Mucho fue donado por la cadena de mini mercados, el resto lo acercaron los voluntarios. En el segundo piso, una pasarela que en las noches de discoteca oficia de VIP, hoy está clasificada la ropa. Hay borceguíes, camperas, gorros, remeras, de todo.
Hay entre la calle y la discoteca, más de doscientas personas trabajando. Están, fue dicho, agotados, pero no dudan en hacer lo que hacen. Las mujeres -muchas, en su mayoría jóvenes- se encargan de armar las bolsas de productos. Los hombres las cargan en cajas y las transportan.
-¿Hay gente de todos los partidos políticos acá o solo de Ze Molodijka?
-No, hay gente de Ze Molodijka pero la mayoría son solo voluntarios que vinieron acá a ayudar. Hemos creado este espacio y ahora mismo estamos coordinándolo y cada persona que viene acá sienta su posición como ciudadano de Ucrania. Y estoy orgulloso y agradecido de que todos en el país estamos unidos.
-¿Acá solo reciben cosas de Kiev?
-No, hemos recibido de todo el país. De muchas ciudades que han mostrado su apoyo para que defendamos la capital.
-¿Qué pensás que va a pasar?
-Al final, vamos a vencer. Ya hemos vencido. Con esta unidad vamos a lograr todo lo que sea necesario, y vamos a ganar.
Alexander se da vuelta y él también le grita a su gente: “¡Gloria para Ucrania!”. Y la gente responde: “Gloria para nuestros héroes”. Y una más: “¿Y los barcos militares rusos?”. Y responden: “Que se vayan al infierno”.
Todos vuelven a su tarea. A la misma hora del mismo día, en la misma provincia pero a veinte kilómetros, en la zona de Bucha, una unidad rusa abría fuego contra un auto de unos periodistas británicos que intentaban avanzar hacia la zona de conflicto. Un poco más lejos, en el pequeño pueblo vecino de Irpin, las tropas rusas volaban las vías del tren y provocaban el éxodo de miles de personas. La lucha armada y el sonido de la artillería cada vez se cierne más sobre el centro de Kiev, donde los controles son en cada arteria.
Los voluntarios dice que su hogar es la línea no ceder de este conflicto. No conciben la idea de perder Kiev. Antes que eso, repiten, tendrá que correr mucha sangre.
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