La ciudad ucraniana de Mariupol no tiene agua, calefacción ni electricidad y se está quedando sin alimentos, dijo este viernes su alcalde, mientras las fuerzas que combaten el ataque ruso advertían que necesitaban refuerzos para evitar perder el control de la estratégica ciudad portuaria.
El alcalde Vadym Boychenko pidió ayuda militar y la creación de un corredor humanitario para evacuar a algunos de los 400.000 residentes de la ciudad tras cinco días de bombardeos por parte de las tropas rusas que la rodean.
“Simplemente nos están destruyendo”, dijo en un llamamiento televisado, describiendo el bombardeo indiscriminado de zonas residenciales y hospitales. “Quieren borrar a Mariupol y a los residentes de Mariupol de la faz de la tierra”, dijo en un video tembloroso que se cortaba.
Rusia califica sus acciones en Ucrania de “operación especial” que, según dice, no está diseñada para ocupar territorio, sino para destruir las capacidades militares de su vecino del sur y capturar a los que considera peligrosos nacionalistas. Niega haber atacado a los civiles, pese a las decenas de testimonios, videos y fotos que lo comprueban.
Las tropas ucranianas están manteniendo la línea contra el intento de avance ruso en Mariupol, pero necesitan un apoyo significativo, dijo un subcomandante de la unidad militar Azov, parte de la Guardia Nacional de Ucrania.
“Esta es la última ciudad que impide la creación de un corredor terrestre desde Rusia a Crimea”, dijo en un post en la página oficial de Telegram de Azov, identificándose con su indicativo Kalyna. “Mariupol no se puede perder”.
El jueves, Rusia y Ucrania acordaron la necesidad de crear corredores humanitarios para ayudar a los civiles a escapar de los combates, el primer avance aparente en las conversaciones. Pero parece que se ha avanzado poco desde entonces en su aplicación.
Algunos residentes de Mariupol han huido al centro de la ciudad para escapar de los bombardeos más intensos en las afueras, dijo el empresario de 30 años Ivan Yermolayev, que se ha refugiado en el pequeño sótano de su casa en la ciudad y ha hecho fila para conseguir agua en un pozo local. “Están con sus hijos en el centro y escuchan que la guerra se acerca”, dijo a Reuters por mensaje en línea. “Hay llanto, miedo, incertidumbre, pánico”.
(Con información de Reuters)
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