Los carteles electrónicos de la ciudad de Kiev este viernes están cargados con mensajes a los soldados rusos. Los invitan a dejar las armas, a unirse al ejército de Ucrania. Otros cuentan la cantidad de bajas que tiene el ejército ruso. En uno de los carteles cercano a la estación indica : 251 tanques.
Toda la señalética está orientada a mantener alta la moral de los ciudadanos de la capital ucraniana. En el mismo tono que el mensaje del presidente Volodímir Zelenski, que insiste una y otra vez en que no se puede ceder la ciudad, en que hay que defenderla con todos los medios posibles.
Mientras tanto, los ciudadanos tienen que intentar sobrevivir. Por lo cual se forman grandes filas en los supermercados, en las estaciones de servicio. La gasolina es uno de los puntos fundamentales para la ciudad. Hasta hace poco sólo estaba permitido cargar 20 litros por día. Hoy el límite está levantado y se puede llenar el tanque, luego de esperar las filas que llegan hasta 400 metros de largo. Está prohibido filmar o sacar fotos en las estaciones de servicio.
Los supermercados siguen funcionando, pero quedan cada vez menos alimentos y bebidas. En uno que recorrió Infobae ya no queda agua. El alcohol está prohibido en toda la ciudad debido a la ley seca que se aplicó desde el inicio de la invasión. Es una decisión tomada desde la lógica: es más la gente que se ve portando un arma larga Kaláshnikov, o cualquier rifle de asalto, que las que no. No se bebe, compra o vende alcohol.
Poco a poco, comienzan a ser mayoría las personas que llevan la cinta amarilla en el brazo, la resistencia popular compuesta de civiles sin entrenamiento militar. Hombres y mujeres.
Es muy difícil encontrar cualquier tipo de carne o alimentos frescos. Los productos no perecederos son parte fundamental de la preparación para lo que viene.
Las explosiones son ya parte de la normalidad. Los ciudadanos aprenden -aprendemos- a distinguir un estruendo, de una bomba que sale de otra que es enviada. Cuando cae una, le sigue el olor a pólvora y luego humo. Las que se van, son misiles supersónicos de las defensas aéreas que interceptan misiles rusos. En Kiev dicen que la explosión que se escuchó el jueves fue en realidad un misil que se dirigía al Ministerio de Defensa, ubicado al lado de la estación de la ciudad, pero fue interceptado por las defensas antiaéreas. Sus restos cayeron sobre la tubería de gas que explotó.
En lo que va del viernes ya se escucharon dos estruendos potentes. Uno, con seguridad, fue algo que cayó en Kiev. Del otro no hay confirmación.
Las alarmas siguen sonando a pesar de la supuesta tregua de alto al fuego para armar cordones humanitarios. En Kiev nadie confía en la paz de Vladimir Putin. De hecho, esta mañana hubo un enfrentamiento muy cerca del cuartel de las fuerzas territoriales. Unos saboteadores rusos abrieron fuego contra las milicias, que respondieron y pudieron, según dicen, contener la amenaza.
Las paredes del cuartel está decorada con decenas de tiros, ventanas de vidrio agujereadas, algunas pintadas por el negro que se expande luego de recibir una explosión.
Nadie sabe cómo vendran los rusos pero los esperan. Por tierra, por aire, por donde sea. Mientras, intentan comprar lo poco que queda en la ciudad. Para esperar, para tener algo que comer cuando los bombardeos hagan imposible poder salir a la calle.
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