Más de 2.000 civiles murieron en los seis días que lleva la invasión de Rusia a Ucrania: casi 400 niños, mujeres, hombres, ancianos, discapacitados muertos cada día. “El bombardeo de [Vladimir] Putin a los civiles en Ucrania hoy era inevitable”, dijo Garry Kasparov, el ex campeón de ajedrez y activista político que se destaca entre los opositores más intransigentes y articulados del presidente ruso. “Tratar de explicarlo como un misterio es como tratar de explicar por qué el escorpión pica a la rana en la vieja fábula persa. Es su naturaleza”.
No es la primera vez que Kasparov recurre a la naturaleza del escorpión para analizar las acciones de Putin. En su libro Winter Is Coming (Se acerca el invierno, título prestado de Game of Thrones), el mejor ajedrecista del mundo durante 20 años, retirado en 2005 para liderar una coalición pro-democracia en su país, escribió, luego de describir el cruce fatal del río que la rana hace con el escorpión sobre su espalda:
La moral práctica consiste en que no hay que confiar en un escorpión porque la lógica y la razón no te ayudan mucho cuando estás muerto. Otra lección es que no todo el mundo actúa en aras de los intereses mutuos, o siquiera en su propio interés, y esa naturaleza verdadera puede imponerse sobre la lógica y la auto preservación. Pienso en esto cada vez que escucho a los diplomáticos europeos hablar de un escenario en el que todos ganan cuando se trata de Putin y Ucrania.
Si la amenaza permanente desde las tierras heladas del norte, a la que alude el título del libro, es Putin en Rusia, el subtítulo abandona toda discreción para ir a lo explícito: Por qué Vladimir Putin y los enemigos del mundo libre deben ser detenidos. Es una acusación a Occidente escrita en 2015, poco después de la anexión de Crimea y la invasión de 2014 en el oriente ucraniano, la región de Donbass.
Releer aquel libro en 2022 es una experiencia inquietante. Si ahora Kasparov advierte que “el mejor predictor del comportamiento futuro es el comportamiento pasado”, otra vez se está repitiendo a sí mismo. Escribió en 2015:
Sin una estrategia orientadora a la que atenerse, las democracias pierden ante las dictaduras oportunistas que pueden actuar con más rapidez y sin equilibrio de poderes o personas a las que rendir cuentas. No podemos esperar a actuar hasta que la catástrofe ya esté en marcha. Esta actitud estilo “despiértenme cuando invadan Polonia” fue tonta en 1938 y es aun más tonta en 2015 porque contamos, para educarnos, con la lección de septiembre de 1939 —cuando Polonia fue invadida— y los seis años espantosos que siguieron. Al menos [el primer ministro británico Neville] Chamberlain no disponía entonces de un libro de historia que le contara lo que se avecinaba.
Hoy Kasparov ha reclamado una serie de medidas para frenar a Putin a partir de su invasión a Ucrania, pero conviene repasar algunos de los conceptos que organizó en Winter is Coming:
Sobre la estabilidad global
“Aquellos que dicen que el conflicto de Ucrania se encuentra lejos y que es poco probable que conduzca a la inestabilidad global, pasan por alto una advertencia clara que Putin nos ha hecho. No hay ninguna razón para creer que su anunciada visión de una Gran Rusia acabe en el este de Ucrania y sí muchas para creer que no será así. Los dictadores sólo se detienen cuando se les detiene, y apaciguar a Putin con Ucrania sólo avivará su apetito de más conquistas.”
Sobre la obsesión rusa con Ucrania
Toda la catástrofe de 2014 se ve como una conmoción repentina. Sin embargo, tal como he advertido con frecuencia durante al menos 15 años, la última erupción represiva y violenta de Putin [se refiere a aquel año, 2014] se ha construido sostenidamente a lo largo del tiempo y sólo se intensificó luego de años de negociación occidental y de pretensión de que todo estaba bien. No hubo un gran cambio por parte de Obama que provocara a Putin, ni un cambio drástico en las actitudes de Putin o en la fortuna de Rusia que hiciera necesaria la invasión de Ucrania. Siempre se había movido en esa dirección, y la única pregunta era si los líderes occidentales cambiarían o no su actitud para prevenir que tal erupción sucediera”.
Sobre el presidente de Rusia
“El ascenso de Vladimir Putin y su clan de San Petersburgo ha sido descripto como maquiavélico, pero se lo representa mejor con los logros de Don Vito Corleone: la red de traiciones, el secreto, y las fronteras borrosas entre lo que es negocio, lo que es gobierno y lo que es delito. Todo está en los libros de Mario Puzo”.
“A diferencia de la Unión Soviética, Putin apuntó al totalitarismo de una sola persona: él”.
“Las raíces de Putin en el KGB lamentablemente conformaron un estilo de gobierno que no fue ni reformista ni democrático. El hilo que une su política interna con su política exterior fue su esfuerzo por explotar el miedo: los miedos de los rusos de que su país estaba bajo el ataque de fuerzas externas hostiles (los chechenos, la OTAN, los defensores del libre mercado; por lo general todos) y los miedos de los occidentales de que sin un líder fuerte y pragmático Rusia nuevamente se volvería ingobernable, inestable y potencialmente agresiva. Quince años más tarde, las tácticas de mercader del miedo de Putin se mantienen muy parecidas, e igualmente efectivas”.
Sobre las armas nucleares
“Incluso mientras la Unión Soviética se desintegraba, Rusia, que por lejos era su miembro mayor y más poderoso, mantuvo muchos de los privilegios y los puestos de la URSS, del mismo modo que conservó el arsenal nuclear más grande del mundo, mientras que a Ucrania, Belarus y Kasajistán se las presionó exitosamente para que entregaran los de ellas”.
“Obviamente Rusia violó el acuerdo [el Memorándum de Budapest, por el cual Ucrania entregó “el tercer arsenal del mundo” a cambio del “respeto a su independencia, su soberanía y sus fronteras”] cuando invadió y anexionó Crimea en marzo de 2014. En cuanto a los demás signatarios, no hay otra forma de aplicación del memo y la única respuesta prometida es solicitar la acción del Consejo de Seguridad de la ONU ‘si Ucrania se convierte en víctima de un acto de agresión o en objeto de amenaza de agresión con armas nucleares’”.
Sobre la actitud de Occidente
“Nos volvimos hacia los líderes del mundo libre que no hicieron nada para reforzar la frontera ucraniana aun después de que Rusia se anexionara Crimea y mostrara claramente sus ambiciones de desestabilizar el oriente ucraniano. (...) Fingieron que Ucrania no les afectaría. Esperaban poder ignorarla con seguridad, en lugar de defender la integridad territorial de una nación europea atacada. Los paralizaron el miedo y las disputas internas. Se resistieron a imponer fuertes sanciones a Rusia porque les preocupaba el impacto en sus propias economías. Protegieron puestos de trabajo pero perdieron vidas”.
“Cuando terminaba lo peor de la violencia entre Rusia y Georgia por Osetia del Sur [en 2008], recordé una conversación que había tenido en Moscú, en 2005, con un alto funcionario de la Unión Europea. Rusia era mucho más libre que hoy, pero la arremetida de Putin contra los derechos democráticos ya se estaba acelerando.
—¿Qué haría falta —le pregunté al funcionario— para que Europa deje de tratar a Putin como a un demócrata? ¿Acaso que prohíba todos los partidos de la oposición? ¿O qué tal si empieza a matar gente en las calles?
Se encogió de hombros y me respondió que aun en ese caso sería poco lo que la UE podría hacer, y agregó que ‘mantener el vínculo será siempre la mejor esperanza para la gente de Europa y de Rusia’. Espero que los ciudadanos de Georgia y Ucrania estén en desacuerdo. La invasión de Rusia a Georgia fue el resultado directo de casi una década de esta combinación de impotencia y autoengaño de Occidente. Haber salido impune de lo de Georgia funcionó como invitación para que Putin fuera a Ucrania seis años después”.
Comparación con los Balcanes
“En Kosovo, del mismo modo que en la actual invasión de Ucrania [se refiere a la de 2014], ningún país de la OTAN estaba siendo atacado. Pero Bill Clinton continuó [su discurso]:
‘Si nosotros y nuestros aliados permitiéramos que esta guerra continuara sin responder, el presidente [serbio Slobodan] Milosevic interpretaría nuestra vacilación como una licencia para matar. (...) Imaginen qué podría pasar si nosotros y nuestros aliados, en cambio, decidimos mirar hacia otro lado mientras esta gente es masacrada a las puertas de la OTAN. Eso desacreditaría a la OTAN, la piedra angular sobre la cual se ha apoyado nuestra seguridad en los últimos 50 años’.
Digamos ‘Ucrania’ en lugar de ‘Kosovo’ y ‘Putin’ en lugar de ‘Milosevic’ y el presidente Obama podría repetir palabra por palabra para mi gran satisfacción. (...) Desde luego que los escenarios y los oponentes son otros: Rusia no es Serbia y Putin no es Milosevic. Pero la lección es que la aplicación decisiva del poder, en el momento y con efecto disuasivo, puede ser algo muy bueno, y que vacilar tiene consecuencias reales y alienta las agresiones futuras”.
Luego de Euromaidán
[También conocida como la Revolución de la Dignidad, Euromaidán es una serie de manifestaciones europeístas y nacionalistas que sucedieron en Ucrania a finales de 2013 y que causaron la caída del presidente Víktor Yanukóvich, elegido por el Partido de las Regiones, pro ruso.]
“A lo largo de Euromaidán, los funcionarios rusos proclamaron acusaciones más y más histéricas sobre el papel de los ‘agentes extranjeros’ en las protestas. A pesar de no tener pruebas, el Kremlin denunció repetidamente a los ciudadanos ucranianos por haber sido entrenados y armados por los Estados Unidos y tramar un golpe de estado violento. Ese argumento recordaba el modo en que la Unión Soviética se refería a los disidentes”.
“El Kremlin no podía darse el lujo de admitir que los ucranianos, el pueblo más cercano a los rusos, peleaban por su libertad”.
“Una vez más, Putin refutó las predicciones de sus defensores occidentales y continuó su invasión del oriente ucraniano. Pocos meses más tarde miles de ucranianos, incluidos muchos civiles, habían muerto, y cientos de miles se habían visto forzados a escapar. Las fuerzas armadas ucranianas se vieron gravemente superadas por las ‘fuerzas rebeldes’, aunque no había existido un movimiento rebelde o separatista digno de mención en el este de Ucrania hasta que Putin descubrió un ejército enorme y bien pertrechado”.
Sobre el dinero de la guerra
“En tanto Putin coleccione triunfos sin resistencia, ganará más apoyo. Tomó Crimea casi sin disparar un tiro. Inundó Ucrania oriental con agentes y armas mientras Europa vacilaba. Los oligarcas que podrían haber presionado a Putin al comienzo de su aventura ucraniana [se refiere a 2014] son ahora financistas de la guerra sin una salida elegante. Tantos puentes se han quemado que los puntos de presión sobre el Kremlin son cada vez más difíciles de alcanzar”.
SEGUIR LEYENDO: