Infobae en Ucrania: “No hay vergüenza en morir por la libertad”

Vadim Yuzba tiene 39 años, está refugiado en Lviv y dejó Kiev en la primera noche que los bombardeos comenzaron en la capital ucraniana junto a su esposa y su hija de 6 años. Su padre está en el ejército y sus suegros no quieren salir del país. Su historia

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Vadim Yuzba tiene 39 años, está refugiado en Lviv y dejó Kiev en la primera noche que los bombardeos comenzaron en la capital ucraniana junto a su esposa y su hija de 6 años.

Hasta hace poco meses Vadin Yuzba se dedicaba a filmar escenas de skateboarding y practicarlo él mismo en su tiempo libre. Es un conocido realizador de video en Kiev; hoy muchos de sus amigos y colegas están en el frente de batalla. Él, en cambio está con su esposa e hija a quiénes decidió sacar de la ciudad capital luego de la primera noche de bombardeos. Sin embargo, se siente culpable de no estar peleando contra la invasión rusa. Una invasión que él esperaba que suceda, aunque no a la velocidad que se desarrolló.

Discutió con su esposa respecto de la decisión de abandonar Kiev. Ella no estaba segura, él insistió en dejar su hogar. Aunque su padre y suegro se inscribieron en el ejército para defender la ciudad, él sintió que primero debía cuidar a su propia familia.

Tras convencerla, armaron sus valijas y tomaron un camino alternativo. Tardaron alrededor 12 horas en cruzar los 540 kilómetros que separa Kiev de Lviv. Por ahora, se están hospedando en unas oficinas de amigos.

Todas las noches piensa en su casa. Cree que nunca volverá a verla.

A pesar de la violenta escalada del ejército, tiene un mensaje para el pueblo ruso. No los considera sus enemigos y les pide que se levanten contra Vladimir Putin. Cree que Putin tiene planes de crear campos de “desnazificación” y que antes de caer en uno de ellos prefiere morir peleando.

Vadim Yuzba junto a su esposa e hija. Foto: Joaquín Sánchez Mariño
Vadim Yuzba junto a su esposa e hija. Foto: Joaquín Sánchez Mariño

—¿Cómo estuvo tu camino desde Kiev?

—No fue tan horrible como para otras personas, porque conozco los caminos. Conozco los caminos, pero fue muy duro. A veces no había caminos por donde iba. Pero lo manejamos en 12 horas. Así que creo que fue un gran éxito.

—¿Podés decirme el momento en que decidiste salir de la ciudad y dejar tu casa?

—Bueno, el momento decisivo fue después del primer ataque aéreo y el primer ataque con misiles porque todos entrarían en pánico. No quería ir por un mismo camino porque sabía que todo estaría bloqueado. Yo estaba preparado mentalmente pero tenía que darle una oportunidad a mi esposa para que ambos lo estemos. Así que tuve que convencerla de que estábamos haciendo lo correcto. Luego hizo las maletas y nos fuimos por la noche, aunque es complicado sabíamos que había mucho menos gente moviéndose, aunque también sabía que en la noche había bombardeos.

—¿Qué empacaste?

—Empaqué lo básico para mí. Al igual que tú, cómo irías de excursión en una caminata de una semana. Y ella empacó un poco más. Pero en general, tenemos dos bolsos y una valija, porque tengo la suerte de tener un auto. Tenemos algo de espacio para una valija. Eso es todo.

—Entonces, ¿ahora te vas con tus cosas en el auto?

—Tuve suerte de nuevo. Tengo algunos amigos en Lviv, y ellos fueron muy amables al darnos refugio en su oficina porque ahora no están usando la oficina, así que estamos viviendo en su oficina ahora. Tenemos todo lo necesario para tener un lugar. Mi hija tiene seis años.

—¿Qué le dijiste a ella?

—Le dije a ella que íbamos a irnos de viaje, a viajar.

—¿Y te entendió?

—Por ahora, igualmente creo que se está dando cuenta de lo que está pasando. Le dije que no puede escapar, aquí también en Lviv hay sirenas antiaéreas todas las noches y tenemos que ir al refugio todas las noches. Aunque por ahora sé que no van a atacar a Lviv pero no se sabe. Cuando dicen que es un misil directo, es un 100% que es una mierda, no es verdad.

—¿Dónde están tus padres?

—Mis padres están en una ciudad de Kiev.

—¿Son de Kiev?

—Sí, son de Kiev. Pudieron escapar en el último minuto porque mi mamá está muy enferma y mi papá tenía que sacarla de Kiev pero él está en el ejército. Mi padre tiene 64 años.

—¿Tu padre tiene 64?

—Sí.

—¿Es militar?

—Sí.

—Se va a unir al ejército para tomar las armas que se necesiten.

—Sí, exactamente.

—¿Qué pensás? ¿Cómo te sentís al respecto?

—Me siento orgulloso. Quiero hacer lo mismo. Todos vamos a morir. Todos los seres humanos nacen, viven la vida y mueren. Y a veces se vuelve un momento decisivo en tu vida cuando puedes morir. De todos modos vas a morir, como una persona libre o te enfrentas en un campo de concentración. Si hablás ucraniano, sos un nazi. Si apoyas a las fuerzas armadas ucranianas sos un nazi. Si peleaste en las calles en la batalla de 2014 sos un nazi. Es así.

—Hemos hablado que te sentís culpable.

—Sí me siento culpable porque todos mis amigos están en Kiev y los padres de mi esposa también y no puedo hacer nada.

—¿Tus suegros están en Kiev?

—Sí, mis suegros están en Kiev ahora. Decidieron quedarse en su casa y dijeron que nunca se irían y que pelearía.

—¿Cuántos años tiene?

—55.

—¿Y quiere pelear?

—Sí. Sí lo tiene que hacer, lo hará. Él decidió proteger a su familia como muchos hombres lo hicieron. Creo que ahora la situación es por ejemplo... Le pregunté a mis amigos de Lviv como vivir en la región y me dijeron que actualmente está todo ocupado, en primer lugar. Y en segundo lugar, todas las armas fueron entregadas. Entonces tengo que esperar. Pero di mi número de teléfono y estoy en una lista de espera. Yo sabía que esto iba a pasar porque tomaron Crimea, utilizaron el momento de la Revolución y tomaron Crimea. Empezaron a ocupar Donbas y aunque la gente diga que son de Donbas, fue así por 8 años. ¿En dónde consiguieron las armas? ¿El entrenamiento? Son mineros. ¿Dónde reciben la formación los mineros? Todos vienen de Rusia. Sé que algunos de mis amigos murieron en esos años pero sirvieron al ejército pero saben que son las fuerzas rusas. Los chicos que están en primera línea, saben con quién están peleando. Y no son sólo algunos mineros.

—¿Tenés amigos cercanos?

—Sí, tengo un amigo mío muy cercano. No uno, sino bastantes que están ahora en Kiev.

Vadim Yuzba en la ciudad de Lviv. Foto: Joaquín Sánchez Mariño
Vadim Yuzba en la ciudad de Lviv. Foto: Joaquín Sánchez Mariño

—Quiero decir, ¿te comunicás con ellos?

—Todos los días. Todos los días.

—¿Te pueden enviar fotos o videos?

—Ni fotos ni videos. Yo no les pregunto por eso.

—¿Vos podés hablar con ellos?

—Puedo hablar, pero no quiero que me envíen nada. Y sé que sólo les hablo cuando están en sus refugios o en algún lugar, no en primera línea. Dicen que están bien, que comen, tienen la cabeza puesta. Así que es bueno.

—Cuando te vas a dormir, porque sé que estás ocupado manteniendo bien a tu familia, pero…

—Estoy leyendo, estoy leyendo un libro a mis hijos y nos vamos a dormir juntos y eso es todo. Me apago. Aprendí la técnica de mi abuelo, me enseñó esa técnica del ejército. Cómo apagar la cabeza. Y uso eso.

—Apagar la cabeza.

—Sí, sí. Respirar, es básicamente como una forma de meditación. Respiras, te enfocas en algo, en la pared o en el lugar, y respirás y respirás y respirás. Te enfocás en la respiración y eventualmente te vas a dormir. No aseguro que vas a dormir tus horas completas, pero sí durante un tiempo.

—¿Y pensás en tu hogar?

—Todos los días, todos los días. Todos los días tengo imágenes de mi casa. Tengo imágenes de cómo era antes. Tengo imágenes de mis amigos, todos los días.

—¿De tus amigos?

—Todos mis amigos antes del final de mi vida, antes de todo esto.

—¿Mirás algunas fotos?

—Las tengo en mi cabeza.

—¿No sabés cuándo vas a volver a tu casa?

—No sé. Esperemos que pronto.

—Si tenés que dar algún mensaje, el mensaje final, si pudieras hablar con algunas personas rusas, ¿qué le dirías?

Tenemos que unirnos, no hay lugar para combatir una guerra en 2022. Así que lo que pueden hacer es levantarse, unirse y derrocar a su líder que les está mintiendo. Les está diciendo mentiras. Están viviendo una vida miserable que no merecen vivir. Los conozco. Es decir, he patinado con ustedes, se han quedado en mi hogar. Los conozco a muchos. Desde Moscú, desde San Petersburgo. Vinieron a mi casa, compartimos el pan. Compartí mi cama con ustedes. Dormimos en la misma casa, así que sé s que son personas buenas. Les lavaron el cerebro. Algunos aún no lo entienden, pero este tipo los está tirando hacia abajo. Como Hitler en su momento. El Hitler que temían es el que ahora tienen en su casa. Sé que los vencieron, sé que lo están torturando. Pero no están matando a diario, así que unámonos. Es decir, no hay vergüenza en morir. Y no hay vergüenza en morir por la libertad. Realmente deberían dar ese paso. Y si lo toman antes, todo va a terminar antes. Soy su amigo. No estoy diciendo que el pueblo ruso es malo. No, de ninguna manera. Una de mis abuelas es rusa, ella vino desde Europa. No quiero gulags, ustedes no quieren gulags. No olviden su historia. No olviden a la gente que mandaron a Siberia por nada. Y ahora pueden recibir esa sentencia. Levántense. Pónganse de pie. ¿Cuántos son? Millones, si millones marchan en las calles de Moscú no habría nada que puedan hacer. Es todo lo que tengo para decir.

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