Vladimir Putin está obsesionado con varias cosas. Pero sobre toda con una: la cabeza de Volodimir Zelensky. Cree que si puede capturar o asesinar al presidente ucraniano, Kiev caería de inmediato y podría disponer así de un gobierno títere que le responda a Moscú. Sería la conquista final de Ucrania. Es por ese motivo que el dictador del Kremlin decidió enviar 400 mercenarios de una fuerza de elite privada para que cometa el magnicidio.
La información fue publicada este lunes por el diario inglés The Times, que informó que el Grupo Wagner estaría detrás de la operación en Kiev, donde están a la espera de la “luz verde” para iniciar el operativo. “El Grupo Wagner, una milicia privada dirigida por uno de los aliados más cercanos del presidente Putin y que funciona como una rama del Estado, trajo mercenarios desde África hace cinco semanas con la misión de decapitar el gobierno de Zelensky a cambio de una jugosa bonificación económica”, señaló el medio británico.
El gobierno de Zelensky inició desde hace días una búsqueda de “saboteadores rusos” en las calles de la ciudad. Serían parte del comando del oligarca ruso aliado a Moscú Yevgeny Prigozhin, quien conduce a los mercenarios. Siria fue uno de los lugares donde provocaron estragos contra la población civil. Los agentes están esperando la orden del Kremlin para atacar, y su lista de 23 objetivos incluye también a todo el gabinete, al alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, y a su hermano Wladimir, ambos ex campeones de boxeo que se han convertido en figuras icónicas en la primera línea de defensa de la capital ucraniana.
“Una fuente estrechamente relacionada con las actividades del grupo confirmó que un total de entre 2.000 y 4.000 mercenarios habían llegado a Ucrania en enero. Algunos fueron desplegados en las disputadas regiones orientales de Donetsk y Luhansk. Otros 400 entraron desde Bielorrusia y se dirigieron a la capital”, señaló The Times.
La fuente consultada por el diario inglés señala que los mercenarios “se jactan” de saber exactamente dónde están el presidente Zelensky y los miembros de su gabinete. Según informan, también serían capaces de conocer su ubicación exacta a través de sus teléfonos móviles. Tras la invasión de Putin, el presidente ucraniano se dirigió al paúis afirmando que las fuerzas especiales rusas estaban en la capital buscándole como “objetivo número 1″.
Sobre el Grupo Wagner, esto dijo el general Richard Barrons, ex comandante del Mando de las Fuerzas Conjuntas: “Son muy eficaces porque son difíciles de localizar. Pueden aparecer de entre las sombras, hacer cosas muy violentas y volver a desaparecer, sin que sea evidente quién fue el responsable. No están directamente vinculados al gobierno ruso y, por tanto, son plausiblemente negables”.
Incluso, al parecer Putin confía más en estos contratistas que en sus propias tropas. “Las fuentes dijeron que habían sido informados sobre la invasión planeada de Ucrania en diciembre, mucho antes de que se informara al ejército ruso. Los mercenarios afirman que se temía que si los soldados rusos se hubieran enterado, habrían rechazado las órdenes y que varios han sido ejecutados por hacerlo”, confirmó The Times.
Negociaciones
En el quinto día de la invasión a Ucrania por parte de Rusia, las delegaciones diplomáticas rusa y ucraniana entablaron el lunes las primeras conversaciones para tratar de llegar a un acuerdo que ponga fin al conflicto armado, informó la agencia de noticias bielorrusa BELTA. Las conversaciones entre ambos países se producen después de que las tropas rusas se hayan encontrado con una feroz resistencia ucraniana y tras las sanciones masivas a Rusia por parte de las potencias occidentales.
Por la parte rusa, lidera la misión diplomática el consejero del Kremlin, Vladimir Medinski. Enfrente, Ucrania envió al ministro de Defensa Oleksii Reznikov, que llegó vestido con uniforme militar. “Pueden sentirse completamente seguros”, declaró en su recibimiento el jefe de la diplomacia bielorrusa, Vladimir Makei.
Sin embargo, de acuerdo a algunas fuentes británicas consultadas por medios de Londres, estas conversaciones formarían parte del plan de Putin para distraer a Kiev y a las potencias occidentales, ganar tiempo y finalmente tomar la capital ucraniana.
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