La prestigiosa ONG Human Rights Watch (HRW) denunció un ataque con bombas racimo a un hospital en la localidad de Vuhledar, en la zona independentista de Donetsk, que dejó cuatro civiles muertos y otros 10 heridos, seis de ellos sanitarios.
La organización de defensa de derechos humanos dijo haber confirmado la información sobre Vuhledar a través de entrevistas telefónicas con un médico del hospital y con un representante del establecimiento, el Central City Hospital, así como fotografías de dos de los fallecidos. Afirmó además que otras instantáneas publicadas en redes sociales muestran los restos de una de las armas aparentemente utilizadas en el ataque, un misil balístico Tochka 9M79 con una ojiva de racimo 9N123.
“Este ataque cruel ha matado y herido a civiles, y dañado un hospital”, expresó en un comunicado el director de armas de HRW, Steve Goose, que llamó a las fuerzas rusas a dejar de usar munición de racimo y a “frenar los ataques ilegales con armas que matan y mutilan de manera indiscriminada”.
La organización explicó que un tratado internacional prohíbe el uso de este tipo de armas, que típicamente explotan en el aire y envían decenas o cientos de pequeñas bombas que se extienden por un espacio similar al de un campo de fútbol. A ello se une que estos pequeños proyectiles a veces quedan sin explotar, actuando luego como minas antipersona.
“OJO: este ataque puede constituir evidencia concreta de un crimen de guerra por parte de Rusia. El fiscal de la Corte Penal Internacional debería abrir una investigación preliminar ya que tiene jurisdicción desde 2014 para investigar estas atrocidades”, pidió José Miguel Vivanco al citar un tuit de Juan Pappier, investigador senior de la División de las Américas de HRW.
“Human Rights Watch documentó, con testimonios directos y corroboración digital de videos, el uso por parte de Rusia de armas indiscriminadas contra un hospital. 4 civiles murieron”, manifestó Pappier.
De acuerdo con las Convenciones de Ginebra, a partir de la invasión a Ucrania, Putin podría calificar como criminal de guerra ya que se consideran crímenes de guerra el homicidio intencional y la destrucción extensiva de propiedad “no justificada por la necesidad militar y llevada a cabo de manera ilegal y sin sentido”.
“El concepto crimen de guerra ha sido interpretado de manera inconsistente y se ha aplicado de manera despareja a los líderes o países (...). En Ucrania, la ‘guerra por elección’ de Putin ha violado claramente el derecho internacional al invadir un país soberano e intentar derrocar a su gobierno”, explica Robin Wright en The New Yorker.
Aunque las bombas de racimo se prohibieron en una resolución de la ONU adoptada en 2008 y que entró en efecto en 2010, ni Ucrania ni Rusia forman parte de los 110 países que la ratificaron.
Además de los cuatro fallecidos -dos mujeres y dos hombres de entre 34 y 65 años- y los diez heridos, el proyectil dejó daños en una ambulancia y tres automóviles de civiles.
Según investigaciones de HRW, las bombas de racimo ya fueron utilizadas tanto por el gobierno de Ucrania como por los grupos armados apoyados por Rusia en los enfrentamientos del este de Ucrania entre julio de 2014 y febrero de 2015.
“Todos los Estados parte de la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008 deben condenar inequívocamente este ataque y cualquier otro uso de esta horrible arma”, manifestó Goose, quien concluyó: “Los riesgos para los civiles son intolerablemente altos”.
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