El primer día de combates no mostró nada extraordinario desde el punto de vista militar. No aparecieron armas desconocidas o más sofisticadas. Tampoco hubo una táctica sorpresiva. Ni grandes batallas. Las fuerzas rusas están tomando posición, destruyendo defensas y preparando lo que podría ser un asalto a estructuras estratégicas para comenzar a rodear a las grandes ciudades. Ningún analista militar cree que las tropas rusas se vayan a arriesgar a entrar directamente a las zonas urbanas que son las más difíciles de controlar y donde se produce la mayor cantidad de bajas. Si lo hacen, será después de concentrar una fuerza aérea y de misiles teledirigidos que le despejen el camino.
Todo comenzó a las 4:50 de la mañana de Kiev. En ese momento en Moscú, una hora más, Putin anunció la “operación militar especial” mientras ya estaban cayendo las bombas y los misiles sobre instalaciones militares y de comunicaciones ucranianas. Esa es la hora que los estrategas militares consideran que es la mejor para iniciar un ataque. Ocurrió así en Irak cuando empezaron a caer alrededor de las cinco de la mañana los misiles provenientes de los barcos estacionados en el Golfo Pérsico. Esta vez, cayeron bombas en Kiev, la capital, donde el principal objetivo fue el aeropuerto internacional, Kramatorsk, en el Dombás, Dnipro, sobre el río del mismo nombre (Dniéper), Odessa y Jmelnitsky.
Dos horas antes, se supo de fuentes ucranianas esta noche, el presidente Volodymyr Zelenskiy recibió un ultimátum de parte de Putin instando a aceptar un nuevo acuerdo de “cooperación” similar a los anteriores firmados en Minsk. De acuerdo a esos analistas que tuvieron acceso a los documentos en Kiev, se ofrecían varias opciones de “federalización” del país con el reconocimientos de la península de Crimea (anexionada por Rusia en 2014) y las provincias del Donbass en la frontera conjunta, y varios puntos más de índole variada que tienen que ver con las exigencias de Putin de que Ucrania se mantenga dentro de la órbita rusa como antes lo fue de la Unión Soviética y se comprometa a no incorporarse ni a la Unión Europea ni a la OTAN. “Si esto no se firma, lanzaremos una operación militar especial”, decía el ultimátum. Zelenskiy lo consultó con sus aliados occidentales y por consejo de ellos, lo ignoró.
Poco después, el ministerio de Defensa ruso anunció que habían sido neutralizadas 74 posiciones militares “enemigas”. Y el gobierno ucraniano admitía haber sufrido 40 bajas entre sus tropas. No hubo reportes de civiles muertos, pero en las redes sociales aparecieron varios cuerpos en zonas urbanas. También decenas de edificios en llamas. Todas informaciones fragmentadas con las que habría que armar un rompecabezas para tener una pintura más exacta de los muertos. Ya sabemos el viejo apotegma de que “la primera víctima de cualquier guerra es la verdad”.
Después del mediodía se registró el avance de las tropas rusas que estaban acantonadas en Bielorrusia y que hasta ayer Moscú juraba y perjuraba que estaban allí “sólo para un ejercicio militar”. Se ve que ya estaban bien entrenadas porque en menos de una hora estaban entrando a la zona de exclusión de Chernobyl, donde funcionaba la planta nuclear en la que estallaron cuatro reactores en abril de 1986. Una brigada de ucranianos le hizo frente, pero tras una feroz batalla de unas seis horas, los rusos capturaron el lugar donde se encuentran los restos radioactivos cubiertos por una enorme capa de concreto. Lo informó el asesor presidencial ucraniano Mykhaylo Podolyak. “Es imposible decir que la central nuclear de Chernóbyl está a salvo tras un ataque totalmente inútil de los rusos. Se trata de una de las amenazas más graves en la actualidad en Europa”, dijo Podolyak. Más tarde lo confirmó el propio primer ministro ucraniano, Volodymyr Zelensky.
Esas mismas unidades rusas provenientes de la vecina Bielorrusia, donde el dictador Alexander Lukashenko admitió su entrada y permanencia, atacaron los puestos de control fronterizos con artillería, equipo pesado y armas pequeñas. Desde allí podrían alcanzar Kiev en dos horas. Hay reportes de la presencia de tropas de ocupación al norte de esa ciudad de tres millones de habitantes, que entraron por esa misma zona fronteriza y que serían esenciales para rodear desde el norte a la capital ucraniana.
En el camino, las fuerzas especiales del Kremlin se hicieron con el control del aeropuerto de Gostomel, apenas a 25 kilómetros del centro de Kiev y cercano también a Chernobyl.
Los otros dos frentes de guerra se abrieron en el sur y el este. Las unidades terrestres se desplazaron desde Crimea, la península que ya había invadido y anexionado por el ejército ruso en 2014. La fuerza naval rusa hizo el resto desde sus posiciones en el Mar de Azov y en el Mar Negro. Bombardearon con sus misiles las ciudades cercanas como la de Mariupol.
En el Este, los separatistas apoyados por Rusia lanzaron ataques desde las regiones separatistas de Luhansk y Donetsk, que controlan parcialmente las provincias del mismo nombre. Por allí también entraron cientos de tanques que avanzaron más allá de la línea que separa a los nacionalistas de los enclaves de las fuerzas del ejército ucraniano. Allí también se registraron duras batallas, aunque no se conoce exactamente hasta donde pudo penetrar la artillería rusa.
A media tarde del jueves, el Ministerio de Defensa ruso afirmó haber “neutralizado” las bases aéreas y las defensas aéreas de Ucrania, destruyendo 74 instalaciones militares terrestres, entre ellas 11 aeródromos, tres puestos de mando y 18 estaciones de radar para sistemas de misiles antiaéreos. Las autoridades ucranianas afirmaron que Rusia había llevado a cabo 203 ataques y que los combates se desarrollaban en casi todo el territorio.
En tanto, decenas de miles de ucranianos huyeron o se preparan para huir del país. En las redes sociales se pueden ver videos y fotos que muestran enormes atascos de coches que pugnan por salir de las ciudades y dirigiéndose al oeste, así como un aumento de personas a pie cerca de las fronteras del sur y del oeste.
Con la caída de la tarde, se conoció una movida cibermilitar desde Washington. El presidente estadounidense, Joe Biden, recibió un menú de opciones para que Estados Unidos lleve a cabo ciberataques masivos diseñados para interrumpir la capacidad de Rusia de mantener sus operaciones militares en Ucrania, informó la cadena NBC News. Cuatro personas familiarizadas con las deliberaciones dijeron al canal de noticias que los servicios de inteligencia y los “cibersoldados” estadounidenses estaban por lanzar armas cibernéticas “a una escala nunca antes contemplada”. Entre las opciones se encuentran la interrupción de la conectividad a Internet en toda Rusia, el corte de la energía eléctrica y la manipulación de los interruptores ferroviarios para obstaculizar la capacidad de Rusia de reabastecer a sus fuerzas, dijeron las fuentes.
Si este ataque se concreta, Estados Unidos entraría directamente a la guerra y cambiaría todo el escenario que vemos hasta el momento.
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