Los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) preparan respuestas ante tres posibles evoluciones de la pandemia de COVID-19, dos de ellas relativamente optimistas, según destacó hoy en rueda de prensa la directora de Enfermedades Epidémicas y Pandémicas del organismo, la doctora Sylvie Briand.
El primer escenario significaría una continuación de la actual situación, en la que el coronavirus se sigue transmitiendo pero sin provocar excesivos casos graves, mientras que una segunda opción permitiría controlar el virus de manera similar a como se gestiona anualmente la temporada de gripe, indicó la experta francesa.
En ese caso, “el virus continuaría circulando pero la vacuna se iría adaptando para evitar que causara muchos casos graves u hospitalizaciones”, lo que seguramente requeriría, como en la gripe, vacunaciones anuales a grupos de riesgo y dosis modificadas cada temporada para responder a la evolución del coronavirus.
Un tercer escenario, el más pesimista, contempla la emergencia de nuevas variantes del coronavirus, “creando una situación comprable a la de 2020, cuando la gente aún era muy vulnerable y era probable que se desarrollaran formas graves de la enfermedad”, alertó la epidemióloga.
Briand aclaró que estos escenarios que maneja la OMS “no son predicciones” sino formas de responder con cautela a la actual evolución de la pandemia, en la que aún hay incertidumbre “y ya se ha visto emerger cinco variantes de preocupación, por lo que podría surgir una sexta”.
Uno de los campos que según la experta sigue sin ser bien comprendido por la ciencia en la actual pandemia, lo que añade incertidumbre, es el comportamiento del coronavirus en otras especies, por lo que una nueva variante “podría darse en el reino animal y esperamos que en ese caso sea rápidamente detectada”.
Briand subrayó que cuando en noviembre emergió la variante Ómicron, ahora dominante, al principio se pensó que el alto número de casos leves que causaba en Sudáfrica, el primer país en ser detectada, estaba asociado a una población joven, pero finalmente se ha confirmado su menor gravedad al llegar a países más envejecidos.
“Al afectar especialmente al tracto respiratorio superior, tiende a producir menos casos graves y con ello menos hospitalizaciones y muertes”, subrayó.
Las vacunas han acabado mostrándose aún eficaces ante la nueva variante, aunque sobre todo a la hora de reducir los casos graves, mientras se ha reducido el potencial de estos fármacos para rebajar la capacidad de infección.
Esto se ha intentado compensar en muchos países con vacunas de refuerzo, algo que “se ha mostrado eficaz pero no es sostenible”, admitió Briand, quien afirmó que se está trabajando en nuevas composiciones de estos fármacos que prueben ser eficaces también contra las futuras variantes que puedan surgir.
“No estamos aún al final del túnel, necesitamos ver cómo evoluciona la situación en los próximos meses y todavía hay riesgos de nuevas variantes, pero al menos con Ómicron ha habido menos hospitalizaciones y ello ha reducido la presión en los centros médicos”, resumió la experta de la OMS.
Hace menos de un mes, Bruce Aylward, asesor sénior de la OMS, alertó que“Ómicron probablemente no será la última variante de la COVID-19. No lo sabemos aún, pero cuanto más circule el virus, más posibilidades hay que de que surja una nueva variante más mortal que Ómicron”.
En cualquier caso, el organismo envió un mensaje de prudencia a la población: “Aunque la variante Ómicron causa una enfermedad menos grave que Delta, sigue siendo un virus peligroso, especialmente para quienes no están vacunados. Casi 50.000 muertes a la semana son 50.000 muertes de más. Aprender a vivir con este virus no significa que podamos, o debamos, aceptar este número de muertes”, señaló Tedros Ghebreyesus, su director general.
(Con información de EFE)
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