Al pensar en Huawei, lo primero que suele venir a la mente son sus modernos smartphones. Sus diseños-algunos “inspirados” en marcas rivales- provocan una enorme fascinación y no es casualidad que, en 2018, la empresa se convirtiera en el segundo mayor fabricante de teléfonos inteligentes del mundo, detrás de Samsung.
Sin embargo, Huawei es mucho más que eso. Es el brazo tecnológico del régimen chino y su jefe, Xi Jinping, quien hace unos años impulsó una campaña de influencia para que la empresa con sede en Shenzhen se apropie de las redes de 5G en Europa, América Latina, Oceanía, África y Asia.
Raramente se pueden encontrar noticias que hablen mal de Huawei al hacer una simple búsqueda en Google. El poder de “persuasión” que tiene la empresa paraestatal es enorme.
La tecnología 5G es uno de los puntos más fuertes que une a la compañía con el régimen de Beijing. Por ley, las compañías de China tienen la obligación de incorporar a un miembro del Partido Comunista Chino (PCC) en su directorio. Es decir que, de lograr los permisos para expandir su propia red en casi todo el mundo, Xi tendría acceso -y así lo ejecuta- a infinitos datos no solo de usuarios, sino de otras empresas, organizaciones y hasta de Gobiernos. No es de extrañar entonces los peligros que podría suponer que la tecnología 5G de Huawei alcance cada rincón del planeta. Y América Latina es uno de sus blancos.
Mientras en el escenario internacional China obra para que sus redes de telecomunicaciones se conviertan en el nuevo estándar global, en el plano interno advierte sobre los riesgos de depender de la tecnología extranjera, un doble discurso que esconde las reales ambiciones del régimen de Xi Jinping.
Según un informe de Brookings Institution titulado China como una gran potencia cibernética: las dos voces de Beijing en las telecomunicaciones, las ambiciones de Beijing en materia de telecomunicaciones y tecnología de la información forman parte de una estrategia más amplia que busca convertir al país asiático en la potencia cibernética dominante en este siglo.
Beijing considera que se encuentra en un momento histórico en el que tiene la oportunidad de establecer los nuevos estándares globales en este sector.
Así como es más que conocida la persecución del régimen a los uigures, también se hizo público que Huawei colaboró con Beijing para reprimir mediante un poderoso software. El gigante tecnológico probó un software de reconocimiento facial que podría enviar “alarmas uigures” automatizadas a las autoridades gubernamentales cuando sus sistemas de cámaras identifiquen a miembros del grupo minoritario oprimido, según un documento interno, al que tuvo acceso The Washington Post, que proporciona más detalles sobre el régimen de vigilancia de inteligencia artificial de China.
China y Huawei, unidos por el Ejército
Huawei lleva una impronta militar indiscutible. Su fundador, Ren Zhengfei, fue miembro del Ejército Popular de Liberación durante décadas. En 1978 se unió al PCC. En la fuerza se desempeñó en el área de innovación y ciencia. Cuatro años más tarde fue obligado a dejar las fuerzas armadas luego de una gran reducción de personal y se radicó en la provincia de Shenzhen. Allí, en 1987, lograría concretar su sueño de fundar la empresa que, actualmente, cuenta con casi 200 mil empleados en todo el mundo.
Tras abandonar el Ejército, el amor de Zhengfei por las fuerzas armadas siguió vigente. La colaboración fue permanente entre ambos actores. De acuerdo con una investigación hecha por Bloomberg, el acuerdo involucra investigaciones en las que participan empleados de la corporación y uniformados.
“Durante la última década los trabajadores de Huawei han formado equipo con miembros de varios órganos del Ejército Popular de Liberación en al menos diez emprendimientos de investigación que abarcan desde inteligencia artificial hasta comunicaciones por radio”, advirtió el medio en 2019. “Incluyen un esfuerzo conjunto con la rama de investigación de la Comisión Militar Central -el órgano supremo de las fuerzas armadas- para extraer y clasificar las emociones en los comentarios de video online y una iniciativa con tecnología de élite de la Universidad Nacional de Defensa para explorar formas de recopilación y análisis de imágenes de satélite y coordenadas geográficas”. Llamativa comunión que voceros de la compañía se apresuraron en desmentir.
Huawei, Meng Wanzhou y tres años de crisis entre China, Canadá y EEUU
Cuando el 1 de diciembre de 2018 autoridades canadienses anunciaron que habían detenido a la Chief Financial Officer (CFO), la industria digital tembló. Meng Wanzhou era solicitada por la Justicia norteamericana por haber transgredido las sanciones impuestas a la teocracia iraní. Estaba acusada de triangular transacciones para evitar que se detecte la violación a las amonestaciones contra el régimen de Teherán.
Beijing tomó el asunto como algo personal. Acusó al Gobierno del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, de haber lanzado una “persecución política” y respondió en consecuencia. Detuvo a cuatro ciudadanos canadienses en su territorio. A dos los acusó de espionaje. A los otros dos, de comercio de drogas.
Finalmente, tras casi tres años de disputa, una jueza canadiense puso fin a los procedimientos de extradición contra Meng Wanzhou, y ordenó que se levantaran las condiciones de su fianza, lo que la liberó y concluyó la extensa saga legal.
La decisión de la presidenta adjunta de la Corte Suprema de Columbia Británica, Heather Holmes, se produjo después de que Meng llegara a un acuerdo de enjuiciamiento diferido con los fiscales estadounidenses para evitar cargos de fraude por delitos graves.
La relación con los programas de vigilancia del régimen chino
Una investigación realizada por The Washington Post de más de 100 presentaciones de PowerPoint de Huawei, muchas de ellas marcadas como “confidenciales”, sugiere que la compañía tuvo un papel más amplio en el seguimiento de la población de China de lo que ha reconocido.
“Estas presentaciones de marketing, publicadas en un sitio web público de Huawei antes de que la compañía las eliminara a fines del año pasado, muestran cómo sus tecnologías pueden ayudar a las autoridades gubernamentales a identificar a las personas por voz, monitorear a las personas políticas de interés, administrar la reeducación ideológica y los horarios laborales de los presos y ayudar a los minoristas a rastrear a los compradores mediante el reconocimiento facial”, revela el informe periodístico.
Según esta investigación de la periodista Eva Dou, y que contó con la colaboración de la periodista Pei Lin Wu en Taiwán, “la divergencia entre las negativas públicas de Huawei de que no sabe cómo los clientes utilizan su tecnología y las cuentas detalladas de las operaciones de vigilancia en las diapositivas que llevan la marca de agua de la empresa, se nutre de preocupaciones de larga data sobre la falta de transparencia en el mayor proveedor del mundo de productos de telecomunicaciones. Huawei ha sido perseguido durante mucho tiempo por las críticas de que es opaco y está más cerca del gobierno chino de lo que afirma”.
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