El Estado Islámico busca el remplazante de su líder muerto entre los 25 fundadores que aún sobreviven

Son los que crearon ISIS mientras eran prisioneros en un campo de Estados Unidos en Irak. Uno de ellos sería el reemplazo natural de al-Quraishi. La organización se reorganiza en el desierto de Siria y se expande por África.

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El líder del ISIS, Amir Mohammed Said Abd al-Rahman al-Mawla, más conocido por su nombre de guerra: Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurashi. Murió durante una operación de inteligencia de las fuerzas especiales estadounidenses. (Photo by Handout / US DEPARTMENT OF STATE / AFP)
El líder del ISIS, Amir Mohammed Said Abd al-Rahman al-Mawla, más conocido por su nombre de guerra: Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurashi. Murió durante una operación de inteligencia de las fuerzas especiales estadounidenses. (Photo by Handout / US DEPARTMENT OF STATE / AFP)

Las organizaciones terroristas como el ISIS o Al Qaeda se asimilan a una hidra de múltiples cabezas. Le cortan una e inmediatamente aparece otra. Lo han demostrado en los últimos 20 años. Cuando mataron a Osama bin Laden, asumió su segundo, el médico egipcio Ayman al Zawahiri, y la organización siguió operando y se fortaleció en el Magreb, la península del Sinai y en los países susaharianos. Cuando mataron en 2019 al jefe del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, enseguida asumió el mando Abu Ibrahim al-Hashemi al-Quraishi. Ahora, con la muerte de éste, la hidra mostrará una nueva cabeza.

Al-Quraishi cayó durante una operación bien planificada por comandos de las fuerzas especiales estadounidenses que operan en el norte de Siria. El líder terrorista fue detectado en una casa de la pequeña ciudad de Atmeh, cerca de la frontera con Turquía en la provincia de Idlib. Esa es una zona controlada por grupos rebeldes y donde el ejército del régimen de Bashar al Assad nunca pudo dominar en los 10 años de guerra civil. Cerca de la medianoche del miércoles, dos helicópteros bajaron en un descampado aledaño a la casa y descendieron entre 20 y 25 comandos. Por unos altavoces, emitieron advertencias en árabe para que salgan del lugar las mujeres y niños y se entreguen los combatientes del ISIS. La respuesta fue una gran explosión tras la que se desató una batalla con disparos de ametralladoras pesadas y misiles lanzados desde drones.

Durante la operación, un tercer helicóptero estadounidense tuvo un problema mecánico y tuvo que aterrizar de emergencia. Fue destruido, posteriormente, por una bomba lanzada por un cazabombardero estadounidense con el objetivo de que no caiga en manos rebeldes el software y otras informaciones de la nave. Después de unas tres horas, los comandos estadounidenses y los helicópteros restantes se retiraron. Quedaron otros doce muertos, además de al-Quraishi, la mayoría mujeres y niños. El Pentágono aseguró que esas personas murieron cuando el líder del ISIS se hizo explotar con un chaleco bomba que lo mató a él y su familia.

La casa en la que se encontraba el líder del grupo yihadista Estado Islámico, Abu Ibrahim al-Hashemi al-Quraishi, poco antes de la llegada de las fuerzas especiales estadounidenses.  Departamento de Defensa de EEUU/Handout vía REUTERS
La casa en la que se encontraba el líder del grupo yihadista Estado Islámico, Abu Ibrahim al-Hashemi al-Quraishi, poco antes de la llegada de las fuerzas especiales estadounidenses. Departamento de Defensa de EEUU/Handout vía REUTERS

El presidente Joe Biden dio la noticia desde la Casa Blanca. “Gracias a la valentía de nuestras tropas, este horrible líder terrorista ya no existe…Esta operación es un testimonio del alcance y la capacidad de Estados Unidos para acabar con las amenazas terroristas sin importar dónde intenten esconderse en cualquier parte del mundo”, dijo. Pero los que siguen de cerca los movimientos del terrorismo, advierten que con la muerte de al-Quraishi no se puede cantar victoria. “El ISIS ha perdido a su líder por segunda vez. Se trata, por supuesto, de un gran revés para el grupo. Sin embargo, aunque es importante, la comunidad internacional debe protegerse contra el riesgo de una falsa sensación de impacto estratégico”, comentó Hans-Jakob Schindler, director del Proyecto Contra el Extremismo (CEP).

El hecho ocurrió apenas dos semanas después de que el Estado Islámico o Daesh en árabe realizara una arriesgada operación para rescatar a milicianos de la organización presos. Un grupo nutrido de combatientes, algunos hablan de hasta 300, se hizo con el control del complejo carcelario de la ciudad siria de Hasaka custodiado por las fuerzas kurdas. Allí estaban confinados unos 3.000 miembros del ISIS y unos 700 chicos menores de edad que recibieron entrenamiento de combate y adoctrinamiento en los tres años (2014-2017) en que funcionó el califato que levantaron en un inmenso territorio, a la orilla del río Éufrates, entre Siria e Irak. Los soldados kurdos fueron superados y tuvieron que intervenir las fuerzas estadounidenses. Los combates se extendieron por cuatro días. El sábado pasado, todavía había resistencia desde adentro de la cárcel. No se sabe el número de muertos, pero se contaban por centenares. También el de los prisioneros fugados.

Un alto funcionario del Pentágono, que habló con el New York Times bajo condición de anonimato, dijo que el objetivo probable de la operación fue liberar a algunos de los líderes de alto o medio nivel del grupo y a combatientes con habilidades específicas, como la fabricación de bombas. El funcionario estimó que más de 200 prisioneros habían escapado.

Un ataque contra fuerzas policiales egipcias en el Sinaí por parte de las fuerzas de la filial local del ISIS. (AP)
Un ataque contra fuerzas policiales egipcias en el Sinaí por parte de las fuerzas de la filial local del ISIS. (AP)

En Irak, el ISIS mató recientemente a 10 soldados y a un oficial en un puesto del ejército y decapitó a un policía. En Siria, los terroristas del turbante negro realizaron al menos 18 atentados confirmados en enero, en los que murieron al menos 16 soldados del ejército de Assad y tres civiles, y resultaron heridos al menos otros 28 en las provincias de Homs, Deir Ez Zor, Raqqa y Hama. La actividad del ISIS sirio en el primer mes del año fue la más alta desde septiembre. En Afganistán, la retirada de las fuerzas estadounidenses, en agosto, le permitieron reagruparse y controlar algunos enclaves en el norte del país. En Nigeria coparon al grupo local Boko Haram que ahora responde al Estado Islámico. También tienen filiales muy activas en las últimas semanas en la República Centroafricana y Chad. Y en muchos otros territorios en los que tiene presencia, simplemente está esperando el momento más propicio para actuar. “No hay un final de juego para Estados Unidos ni en Siria ni en Irak, y la prisión es sólo un ejemplo de este fracaso para trabajar hacia una solución a largo plazo”, dijo Craig Whiteside, profesor de la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos que estudia al grupo. “Realmente es sólo cuestión de tiempo para el ISIS antes de que se presente otra oportunidad. Todo lo que tienen que hacer es aguantar hasta entonces”.

El Estado Islámico, cuya historia se remonta a la insurgencia que siguió a la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en 2003, alcanzó la cima de sus poderes alrededor de 2015, cuando gobernó múltiples ciudades en Siria e Irak, atrajo a montones de combatientes extranjeros de lugares tan lejanos como China y Australia, y dirigió una sofisticada maquinaria propagandística que inspiró o dirigió ataques desde Berlín hasta San Bernardino, California. Una coalición militar liderada por Estados Unidos se asoció con fuerzas locales en Siria e Irak para hacerlos retroceder, hasta que una milicia liderada por kurdos, las Fuerzas Democráticas Sirias, los expulsaron de su última porción de territorio, en la ciudad de Raqqa, a principios de 2019.

Al-Quraishi, también conocido como Amir Muhammad Sa’id Abdal-Rahman al-Mawla, fue elegido como el sucesor de al-Baghdadi el 31 de octubre de 2019, apenas cinco días después de la muerte del líder. Fue uno de los fundadores del ISIS cuando los 25 máximos líderes de la futura organización coincidieron en la prisión estadounidense de Camp Bucca, en Irak. Al-Quraishi fue hasta la caída del régimen de Saddam Hussein un oficial de inteligencia del ejército iraquí. Se unió inmediatamente a la resistencia sunita y poco después juró lealtad a Abu Musab al Zarqawi, el jordano que organizó la red terrorista Al Qaeda en Irak. Planificó y ejecutó decenas de atentados hasta que lo hicieron prisionero. Cuando conoció a al-Baghdadi asumió su interpretación aún más rigurosa del islamismo y formó parte del primer grupo que una vez en libertad aprovecharon el vacío de poder ocurrido en Siria a partir de 2011 para organizar el Estados Islámico.

Detenidos del campo de confinamiento estadounidense de Camp Bucca en el primer rezo del día, aún de madrugada. En ese lugar se creó el ISIS y allí estuvieron los 25 fundadores. (AP Photo/)
Detenidos del campo de confinamiento estadounidense de Camp Bucca en el primer rezo del día, aún de madrugada. En ese lugar se creó el ISIS y allí estuvieron los 25 fundadores. (AP Photo/)

Ahora, algún otro de esos 25 fundadores del ISIS que pasaron por Camp Bucca (un enorme campo de confinamiento que en algún momento llegó a tener hasta 24.000 prisioneros) y que haya sobrevivido a la destrucción del califato es muy probable que sea elegido como el nuevo líder. Algunos de los nombres posibles son el sirio Abu Luqman, el saudita Abu Muhammad al-Shimali, y el emir sirio, ex portavoz del grupo, Abu Muhammad al-Adnani. No hay informaciones de que pudiera haber una disputa interna por el poder. Es una organización demasiado verticalista para que esto suceda. También es cierto que no apareció nadie con el carisma que tenía Al Baghdadi, que se subía al púlpito y con su voz firme hacía temblar las paredes de las mezquitas. Era un experto en cadencia del rezo del Corán. Tenía una maestría en el asunto. Pero la Hidra, siempre tiene una cabeza para ocupar el espacio. Los sitios oficiales del ISIS en las redes sociales darán el nombre del sucesor muy pronto.

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