Sería la panacea para los amantes de las teorías conspirativas y una verdadera desgracia para el mundo. El planteo teórico es: China podría aprovechar la crisis global creada por una posible invasión rusa a Ucrania, para hacer lo propio con Taiwán. El escenario es tema de estudio de los principales centros de relaciones internacionales y disparador de enormes cantidades de especulaciones. Hay suficientes evidencias que apuntalan la teoría de que el gobierno chino ve paralelismos entre las reivindicaciones de Rusia sobre Ucrania con las que mantiene China con respecto a Taiwán. Para el Partido Comunista Chino, los preparativos rusos para invadir a sus vecinos ucranianos y la respuesta internacional es una valiosa lección en tiempo real sobre el costo-beneficio de una posible acción militar para anexionar la isla-nación que reivindica como propia.
“No creo que podamos descartar eso porque Rusia está trabajando más estrechamente con China que nunca”, dijo la canciller británica Liz Truss. El embajador de Rusia en China, Andrey Denisov, confirmó que Rusia estaba informando a China sobre sus conversaciones con Estados Unidos y que “nuestros amigos chinos están prestando mucha atención”.
El ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi mantuvo el miércoles una conversación telefónica con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en la que le dijo: “No se puede garantizar la seguridad regional a base de expandir un bloque militar. Deben dejar a un lado la mentalidad de Guerra Fría”. Y urgió a Washington a “dejar de jugar con fuego” en Taiwán.
“Donde convergen los intereses de Putin y Xi es en desacreditar las garantías de seguridad estadounidenses y socavar la fe en la determinación y las capacidades de Estados Unidos. La capacidad de China para intimidar a sus vecinos crece en proporción a sus dudas sobre si Estados Unidos acudirá a su rescate”, dijo a China Watcher, Danny Russel, el ex secretario de Estado adjunto para Asuntos de Asia y el Pacífico durante la presidencia de Barack Obama. “Si Putin invade y se niega a retirarse de Ucrania, el fracaso de Estados Unidos para disuadirlo, seguido del fracaso para expulsarlo, reforzaría enormemente la campaña de Beijing para convencer a la gente de Taiwán, y de otros lugares de Asia, de que `la resistencia es inútil´ porque las promesas de seguridad de Estados Unidos ya no son creíbles.”
La administración Biden tiene entre sus prioridades en política exterior contener el expansionismo chino en el Indo-Pacífico. El secretario de Defensa, Lloyd Austin, denunció “un patrón ominoso de intensificación de las incursiones de aviones militares chinos en la zona de defensa aérea de Taiwán”. Sólo en el último fin de semana se registraron 39 vuelos de este tipo, el mayor número desde octubre. “Pareciera que están explorando sus verdaderas capacidades y la reacción de las defensas. Es lo más parecido a un ensayo de guerra que se ha visto”, dijo Austin en un discurso pronunciado en el Foro de Defensa Nacional Reagan.
En respuesta a la pregunta de un periodista en la Casa Blanca sobre un “escenario de pesadilla” ruso-chino, el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, respondió que “Estados Unidos va a tomar todas las medidas que podamos tomar, tanto desde el punto de vista de la disuasión como de la diplomacia, para asegurarse de que el escenario de Taiwán que acaba de describir nunca se produzca.”
Entre los analistas y observadores, hay visiones contrapuestas. El ex primer ministro australiano Paul Keating se burló de las especulaciones y dijo que eran “nada menos que dementes”. Y ven el antecedente histórico del conflicto fronterizo de 1969 entre China y la entonces Unión Soviética como una preocupación latente en el gobierno de Beijing. “Secretamente, China no vería con buenos ojos que Rusia invadiera un país vecino, y cualquier precedente que ello sentara, dada su frontera y su historia con los rusos y la rabiosa insistencia china en la ‘soberanía’”, opinó Winston Lord, ex subsecretario de Estado para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico en la Administración Clinton.
Otros, apuntan al valor para China de los posibles movimientos rusos en Ucrania y la intensidad y eficacia de la oposición internacional a la agresión. Esa respuesta proporcionaría al gobierno chino un barómetro de las posibles consecuencias de un movimiento militar contra Taiwán. “Beijing también tomó notas mientras observaba la anexión rusa de Crimea en 2014″, comentó Alica Kizekova, del Instituto de Relaciones Internacionales de Praga.
La gran diferencia entre ambas situaciones es que Estados Unidos se comprometió explícitamente, a través de la Ley de Relaciones con Taiwán, a “resistir cualquier recurso a la fuerza u otras formas de coerción” dirigidas a la isla. El presidente Biden dijo claramente en octubre que Estados Unidos defendería a Taiwán en caso de un ataque chino. La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, refutó entonces en forma contundente las especulaciones de que Biden había dado marcha atrás en una política de “ambigüedad estratégica” de larga data sobre cómo respondería Estados Unidos a una agresión china. En el caso de Ucrania, la Casa Blanca aseguró que no intervendrá directamente y que apostará a las sanciones contra el régimen de Putin.
El temor a una respuesta inadecuada por parte de Washington y sus aliados a una posible invasión rusa de Ucrania llevó al ultraconservador senador Marco Rubio, republicano de Florida, a advertir la semana pasada de una inminente “nueva era oscura” de agresión autoritaria global. “Si Putin es capaz de entrar en Ucrania, asumir unas cuantas sanciones y alguna condena internacional, pero en última instancia, no pagar un precio terrible, no sólo repercute en Ucrania, sino que se convierte en el modelo que seguirán China, Irán, Corea del Norte y los demás gobiernos canallas de todo el mundo”, dijo Rubio en un video que tuiteó.
La retórica del gobierno chino parece apoyar el pesimismo de Rubio. Xi se ha negado a renunciar al uso de la fuerza contra Taiwán y advirtió que tomará “todas las medidas necesarias” para absorber la isla autónoma y amenazó con “aplastar” cualquier movimiento hacia la independencia de la isla. El jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, Mark Milley, aseguró en un informe que escribió en junio que “China persigue el propósito de invadir y anexionarse Taiwán en los próximos seis años”.
Pero la fuerza militar es sólo uno de los elementos de la caja de herramientas del gobernante Partido Comunista Chino -junto con la coerción económica y las tácticas de guerra psicológica- destinadas a empujar a la isla hacia la “reunificación”. “Beijing no utilizará las tácticas matonas de Putin. En su lugar, el PCC practicará la ‘política de riesgo con características chinas’ ... hay que pensar en una salida a lo Sun Tzu ‘ganar sin luchar’”, opinó el ex secretario Danny Russel. “China está observando muy, muy de cerca lo que está sucediendo en Europa del Este, no hay duda de ello”, dijo el almirante retirado Lee Hsi-Min, miembro del Project 2049 Institute y ex jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas de Taiwán. “Independientemente de los resultados del enfrentamiento de Ucrania, no creo que haya una invasión inmediata a gran escala de Taiwán, pero si descubren que esta táctica le funciona a Rusia, pueden intentar tomar una de las islas del archipiélago taiwanés en alta mar”.
Mientras tanto, en los círculos diplomáticos de Beijing se susurraba esta semana que Xi había dado señales de apoyo a una invasión rusa de Ucrania al pedir a Putin que la pospusiera hasta después de la clausura de los Juegos Olímpicos 2022. El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, rechazó esa acusación como un “truco despreciable”. La inauguración de los juegos será el viernes 4 de febrero. Y mientras Estados Unidos y sus aliados anunciaron un boicot diplomático y sus funcionarios no viajarán para asistir al evento, Putin estará allí y tendrá el primer encuentro cara a cara con Xi, en más de dos años.
Entre quienes especularon con la oportunidad de un ataque para después de los juegos olímpicos se encuentra la número dos del Departamento de Estado, Wendy Sherman. Según la subsecretaria, “todo indica que Putin hará uso de la fuerza militar en un momento dado, quizás entre estos días y mitad de febrero, pero la inauguración de los Juegos podría influir en sus planes, para evitar ensombrecer un acontecimiento deportivo con el que China quiere asombrar al mundo y demostrar su poderío”.
El río suena. Las aguas están embravecidas. Las teorías y especulaciones sobran. Rusia todavía no dio el zarpazo en Ucrania y aún puede haber un milagro diplomático. China sigue jugando con su profundo enigma como viene haciendo desde hace miles de años. Y en estos casos, siempre hay que recurrir al gran maestro, Henry Kissinger: “Es una característica particular de Rusia, y diría que de alguna manera también de China, que la convulsión en casi cualquier parte del mundo la afecta, le da una oportunidad y también la percibe como una amenaza. Esas convulsiones continuarán. Me temo que se van a acelerar”.
SEGUIR LEYENDO: