La doble tragedia de los “cachorros del ISIS”, adolescentes adoctrinados y entrenados por los terroristas

Unos 700 chicos que habían sido reclutados en el desaparecido califato permanecían como prisioneros en un campo de confinamiento en el norte de Siria. Cientos de milicianos del Estado Islámico asaltaron el lugar y terminaron usándolos como escudos humanos

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Miliciano de las fuerzas kurdas dispara contras las posiciones de los asaltantes del ISIS, en las puertas del campo de confinamiento de Hasaka, en el norte de Siria. North Press Agency Digital/Handout via REUTERS
Miliciano de las fuerzas kurdas dispara contras las posiciones de los asaltantes del ISIS, en las puertas del campo de confinamiento de Hasaka, en el norte de Siria. North Press Agency Digital/Handout via REUTERS

Después de seis días de fieras batallas, las fuerzas kurdas lograron retomar el control del campo de confinamiento de Hasaka en el norte de Siria, que había sido tomado por decenas de combatientes del ISIS en la acción más audaz desde que hace tres años vieron caer el califato que habían levantado a ambos lados de la frontera sirio-iraquí. Allí se encontraban unos 3.500 hombres y unos 700 adolescentes prisioneros. Estos, los chicos del ISIS, vivieron su segunda gran tragedia. La primera fue cuando fueron captados y adoctrinados por los terroristas islámicos. La segunda, se desató en el momento en que los milicianos del Estados Islámico se lanzaron a liberar a los prisioneros de esta cárcel y terminaron usando a los chicos como escudos humanos.

Las cifras de muertos son confusas, pero hay al menos 200 prisioneros en la lista de las víctimas fatales, entre ellos muchos de los adolescentes que permanecían en ese campo sin destino. El ataque comenzó el jueves pasado con la explosión de dos coches bomba manejados por conductores suicidas que hicieron volar la entrada del complejo. Detrás aparecieron decenas de combatientes que entraron al lugar mientras los presos se amotinaban quemando plásticos y mantas. Cuando los soldados kurdos de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) iniciaron la defensa, aparecieron varias otras decenas de milicianos de células dormidas que permanecían ocultas en los barrios circundantes de esta ciudad de unos 100.000 habitantes. Para controlar la situación, intervinieron soldados estadounidenses apoyados por helicópteros artillados, carros de asalto y cazabombarderos provenientes de los portaviones estacionados en el Golfo Pérsico.

Finalmente, los atacantes fueron acorralados sin agua y tuvieron que rendirse. Un video que circula por las redes sociales muestra largas filas de prisioneros. Pero el ataque también pone en evidencia que, a pesar de su derrota en Raqqa, la autoproclamada capital del califato, el ISIS se está reagrupando con éxito en la zona desértica siria y recompuso varias unidades de combatientes muy bien armados. También expuso la dolorosa situación de los menores, la gran mayoría huérfanos de padres que se habían unido al ISIS y otros secuestrados en las zonas ocupadas de Siria e Irak. “Son víctimas. Es muy difícil siquiera imaginar las atrocidades que están presenciando estos niños”, dijo a Reuters, Juliette Touma, la jefa regional de UNICEF. “Las vidas de estos chicos están en riesgo desde hace mucho tiempo”, agregó.

 Uno de los adolescentes entrenados por el ISIS participando de una de las habituales ejecuciones de prisioneros en una plaza pública de Raqqa en 2015.
Uno de los adolescentes entrenados por el ISIS participando de una de las habituales ejecuciones de prisioneros en una plaza pública de Raqqa en 2015.

El encarcelamiento de estos menores está siendo cuestionado desde que abrieron este centro y otros en la zona dominada por los kurdos. Algunos creen que estos chicos, de entre 12 y 18 años, son tan peligrosos como cualquier otro combatiente del ISIS. Recibieron el mismo entrenamiento. Otros, entienden que, al mantenerlos en malas condiciones, sin educación ni deportes, se está criando una nueva generación de terroristas. Al menos la mitad, son extranjeros pero sus países de origen no los quieren recibir.

En el califato del ISIS, entre 2014 y 2017, las escuelas cambiaron el curriculum tradicional para convertirse en centros de adoctrinamiento. Los varones mayores de nueve años recibían instrucción religiosa y militar. Después de dos o tres meses en estas “escuelas”, los adolescentes eran enviados para cumplir tareas bélicas. De acuerdo al testimonio de decenas de testigos, a los chicos los mantenían en el frente para enviar mensajes entre las unidades, preparar la comida y las armas de los combatientes y también como dadores de sangre para los milicianos heridos. En otros casos, directamente los usan como escudos humanos o los enviaban hacia las filas enemigas cargando chalecos explosivos.

Y no es algo que el ISIS ocultara. Lo mostró con orgullo en decenas de videos que circularon en sus canales de Internet. Los llamaban “los cachorros del califato”, la sangre nueva que iba a mantener los “ideales” de los jihadistas de la nueva generación. Uno de los videos que aún da vueltas por la Internet oscura muestra como chicos de entre 10 y 15 años reciben entrenamiento militar en una casa preparada para tal efecto. Todos visten uniformes negros y bandanas del mismo color con insignias del grupo. Los chicos corren hasta el objetivo arrastrando armas que superan su altura, derriban la puerta a patadas y entran disparando, se mueven de ambiente en ambiente como comandos especiales y van disparando contra objetivos marcados en las paredes. También muestran como un chico es entrenado como francotirador. Hay varias tomas diferentes de chicos participando el 4 de julio de 2015 de la ejecución de 25 soldados sirios y otro, de 22 minutos de duración, en el que los menores ejecutan a prisioneros con armas cortas durante la conocida como “masacre de Speicher”, en la ciudad de Tikrit. Y lo que es aún más difícil de comprender, en otros videos aparecen chicos cortando la garganta de las víctimas. También hay fotos de un chico de no más de nueve o diez años levantando la cabeza de un ejecutado por decapitación.

Un comando escandinavo del ISIS enseñando a disparar a un niño de 7 años en uno de los tantos campos de entrenamiento que tenían los terroristas islámicos.
Un comando escandinavo del ISIS enseñando a disparar a un niño de 7 años en uno de los tantos campos de entrenamiento que tenían los terroristas islámicos.

De acuerdo a Mia Bloom, que estudió el fenómeno para su libro “Small arms: children and terrorismo”, los “cachorros” del ISIS se podrían dividir en cinco categorías. Están los hijos de los combatientes extranjeros; los de los milicianos locales sirios o iraquíes; los huérfanos de la guerra que terminaron en algún orfanato en la zona del califato; los chicos secuestrados después de matar a sus padres o que son obligados a separarse de ellos; y los hijos de los habitantes de la zona, convencidos y que apoyan al ISIS. Hay informes de secuestros masivos de chicos como el documentado por el Observatorio de los Derechos Humanos sirio que habla de 1.100 menores reclutados por el ISIS entre enero y agosto de 2015; el informe de Naciones Unidas de junio de ese mismo año que registró los nombres de 271 varones menores y siete chicas afiliados al ISIS; u otro informe del Centro de Documentación de Violaciones a los DD.HH. sirio que recopiló los nombres de 194 menores milicianos muertos en combates entre septiembre de 2011 y junio de 2014.

Sólo alrededor de la ciudad de Raqqa había cinco campos de entrenamiento de “cachorros” con nombres sugerentes: Al Zarqawi, Osama bin Laden, Al Sherkrak, Al Talaea, y Al Sharea (los supuestos héroes terroristas), para chicos menores de 11 años. En general, llegaban allí después de un período de “seducción” que iba desde la simple entrega de golosinas u otros pequeños regalos a los menores hasta el pago mensual a sus familias de entre 250 y 300 dólares. Muchos padres entregaron a uno de sus hijos para poder mantener a los otros acorralados por la hambruna de la guerra. En esa etapa, se los convocaba a las plazas públicas para llevar las banderas negras del ISIS en unos simulacros de desfiles y se les permitía cargar las armas de los milicianos que los custodiaban. También se los obligaba a observar las ejecuciones públicas. Hay innumerables fotos y videos de chicos ubicados en primera fila o por entre las piernas de los adultos siendo testigos de decapitaciones. Muchos de ellos, después aparecieron con cabezas en sus manos. De acuerdo a al libro de Bloom esto conllevaba la estrategia de exponer a los chicos a la máxima violencia desde el primer momento para que les sea a ellos y sus familias sumamente difícil regresar a una vida “normal”.

Tras esta etapa, tenían dos o tres semanas de estudios religiosos en campos alejados totalmente de sus casas. Allí es donde aprendían la ideología básica del terrorismo del ISIS, su particular visión del islamismo y de la sharía, la ley coránica. En general, estas clases las daban religiosos provenientes de otros países árabes y de un notable fanatismo. Los chicos llevaban allí una nueva vida alrededor de los cinco rezos diarios, alejados de cualquier tipo de juegos o distracciones. Se les enseñaba también a desprenderse de las “prácticas satánicas” como las de los videojuegos, la televisión de entretenimiento o los celulares. Al mes siguiente, esos chicos recibían entrenamiento militar que iba desde clases de artes marciales hasta la utilización de armas y explosivos. De acuerdo a sus habilidades, eran seleccionados los que serían enviados al frente y otros que realizarían espionaje entre sus propias familias y amigos. En este sentido, el ISIS se diferencia de otros grupos que utilizan niños para sus guerras, como los que operan en Uganda o Sri Lanka, simplemente como “carne de cañón”.

Imagen de uno de los pabellones del campo de confinamiento de Hasaka donde permanecen miles de prisioneros en un limbo legal. REUTERS/Goran Tomasevic
Imagen de uno de los pabellones del campo de confinamiento de Hasaka donde permanecen miles de prisioneros en un limbo legal. REUTERS/Goran Tomasevic

Los líderes del ISIS están convencidos de que están construyendo una sociedad nueva y que tienen que preparar a esta generación para sucederlos en la lucha y la implantación de la ley coránica en todo el mundo. El relato de algunos testigos que trabajaron en tareas de limpieza de estos campos y que fueron recopilados por el sitio web Raqqa is Being Slaughtered Silently, habla de que los chicos eran sometidos a un entrenamiento no muy lejano al de los comandos especiales de cualquier ejército del mundo. Los hacían arrastrar entre alambres de púas mientras les disparaban a los pies, los obligaban a sumergirse en aguas contaminadas, etc. Los premiaban a castigaban si lograban hacer puntería durante las clases de tiro. Y para quitarle las defensas del miedo los obligaban a acostarse en colchones infectados de arañas u otras alimañas.

Hay casos de chicos que no lograron superponerse a estas verdaderas torturas y fueron enviados a otro tipo de entrenamiento aún más cruel: los prepararon para convertirse en kamikazes. Les enseñaron a confeccionar y mantener seguros los chalecos explosivos. Entre septiembre y noviembre de 2015, hubo atentados explosivos en los suburbios de Aleppo como Aazaz, Tal Rafaat y Marea, que de acuerdo a la propia propaganda del ISIS fueron llevados a cabo por “cachorros que se convirtieron en mártires”. Un chico de 12 años fue declarado como “héroe del ISIS” cuando se hizo volar en la entrada del aeropuerto militar de Tabqa, una acción que les permitió a los terroristas tomar el poder en esta ciudad desde la que controlaban una importante zona cercana a la frontera sirio-iraquí.

Esos son los chicos que terminaron siendo prisioneros en el campo de confinamiento de Hasaka –como en varios otros campos de refugiados- y que en la última semana fueron utilizados como escudos humanos por sus propios mentores.

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