El 26 de abril de 1986, durante una prueba de corte eléctrico, explotó el reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl, ubicada en el norte de Ucrania, que en ese entonces formaba parte de la Unión Soviética. Se trató del peor accidente nuclear de la historia. La explosión liberó grandes cantidades de materiales radiactivos -400 veces más radiación que el bombardeo de Hiroshima-, formando una nube radiactiva que se extendió por más de 160.000 kilómetros cuadrados, abarcando Europa y América del Norte. Desde entonces, Chernobyl se convirtió en una verdadera cuidad fantasma, ya que la población debió ser evacuada por la alta contaminación que aún hoy en día persiste.
Sin embargo, este lugar inhóspito, que solo es visitado por curiosos turistas bajo estrictas medidas de seguridad, podría convertirse en una pieza clave en la actual tensión entre Rusia y Ucrania. Es que, mientras el mayor foco está puesto en el este ante el gran despliegue de tropas rusas, Chernobyl representa la ruta directa más corta desde la frontera bielorrusa hasta Kiev.
Pese a que presenta ciertas dificultades a la hora de planear una invasión, ya que se trata de una zona pantanosa y densamente boscosa, Ucrania no descarta que Vladimir Putin decida tomar ese peligroso camino hasta la capital. Llegado ese caso, Chernobyl y su enorme zona de exclusión podría convertirse en un escenario de guerra.
La distancia entre ese territorio y la frontera con Bielorrusia, aliado de Moscú, es de apenas 17 kilómetros.
En esa extensión hay ciertas zonas rojas en las cuales prácticamente no hay movimiento por su alta contaminación. Una de ellas se ubica cerca de la base, en la orilla del río Prypiat. Otra zona indefendible desde el terreno es el impenetrable bosque rojo, que está a apenas 500 metros del reactor 4 de la vieja central nuclear. Hoy en día es una de las zonas más contaminadas del mundo, con una radiación 30 veces superior a la provocada por la exposición de la bomba atómica de Hiroshima.
La zona de exclusión, en tanto, abarca cerca de 2.600 kilómetros cuadrados de bosque, pantanos, aldeas abandonadas, la ciudad de Prypiat y la central nuclear Vladimir Illich Lenin. Allí Ucrania, Estados Unidos y sus socios europeos instalaron en 2019 la nueva cúpula metálica que cubre al reactor accidentado, tras un proceso que demandó casi dos décadas. Se trata de la estructura metálica móvil más grande del mundo, que sella por completo los restos del cuarto reactor de la planta nuclear. Las autoridades prevén que garantizará la seguridad del sitio durante un siglo para luego desmantelar la protección instalada a fines de la era soviética.
Esta potencial amenaza rusa hace que Ucrania se vea obligada a desplegar miles de militares para custodiar la zona. “No importa si está contaminado o si nadie vive aquí. Es nuestro territorio, nuestro país, y debemos defenderlo”, manifestó a The New York Times el teniente coronel Yuri Shakhraichuk, del servicio de guardia de fronteras ucraniano.
El militar reconoció que los uniformados desplegados en esa región no alcanzarían para evitar una invasión rusa, pero indicó que patrullan la zona para detectar señales de advertencia y transmitirlas a las agencias de inteligencia: “Recogemos información sobre la situación a lo largo de la frontera”.
Mientras vigilan la zona del peor desastre nuclear de la historia, los soldados llevan dispositivos en un cordón alrededor del cuello que monitorean continuamente la exposición a la radiación.
“Hay lugares muy peligrosos que hay que evitar”, advirtió, por su parte, el mayor Aleksei Vegera, del cuerpo de policía de Chernobyl, fuerza que acompaña a los guardias fronterizos en las patrullas.
Antes del otoño pasado, los 1.100 kilómetros de frontera entre Ucrania y Bielorrusia estaban casi sin vigilancia; sobre todo en las zonas de alta irradiación. Pero la situación cambió el pasado mes de noviembre y la preocupación de las autoridades ucranianas creció aún más en las últimas semanas ante el aumento de tropas rusas y la cooperación militar entre Moscú y Minsk.
El gobierno de Volodimir Zelenski respondió desplegando 7.500 guardias adicionales en la zona fronteriza. Shakhraichuk no dio detalles de cuántos fueron movilizados a Chernobyl, pero los temores sobre una posible incursión rusa desde Bielorrusia van en aumento.
La semana pasada el régimen de Alexander Lukashenko anunció la llegada de un número indeterminado de tropas rusas para ejercicios de “preparación al combate”. “Los próximos ejercicios de preparación y de combate se realizan debido al agravamiento de la situación político-militar en el mundo y al aumento continuo de las tensiones en Europa, sobre todo en las fronteras oeste y sur de Bielorrusia”, señaló el ministerio de Defensa bielorruso en un comunicado.
Estos ejercicios se llevan a cabo en dos etapas. La primera, de aquí al 9 de febrero, incluye el despliegue de tropas rusas y bielorrusas hacia “zonas amenazadas”, la protección de las infraestructuras estatales y militares, y la preservación del espacio aéreo.
Y, del 10 al 20 de febrero, se realizarán en varias bases militares en Bielorrusia las maniobras propiamente dichas, llamadas “Determinación de la unión 2022″, en referencia a la alianza ruso-bielorrusa.
Aunque Moscú no reveló cuántos soldados participarán en las maniobras, ni cuánto armamento pesado va a trasladar, el viceministro de Defensa ruso, Alexander Fomin, adelantó que el Kremlin planea enviar 12 cazas Su-35 avanzados y dos baterías de sistemas antiaéreos S-400.
Lukashenko, que se ha ido acercando a Rusia desde que Occidente rechazó las fraudulentas elecciones de 2019, tensó aún más la situación al acusar a Ucrania de acumular tropas cerca de Bielorrusia, y en los últimos días lanzó una dura adverencia a Kiev y sus aliados al sostener que es “imposible” derrotar la alianza de Minsk y Moscú.
“No se metan con nosotros. Es imposible derrotarnos. Somos invencibles por nuestro espíritu y por el territorio que se extiende desde Brest a Vladivostok. Muchos lo han intentado y han fracasado”, declaró esta semana el dictador bielorruso. Y agregó: “Nosotros no queremos territorio de otros países. Tenemos bastante ya. Queremos mantenerlo y convertirlo en un lugar mejor. Esos son nuestros objetivos. Sí. Lo repito una vez más por si alguien no lo ha entendido: lo lamentarán durante mucho tiempo. No es una amenaza, sino una simple advertencia”.
Las potencias occidentales, con Estados Unidos y el Reino Unido a la cabeza, temen que Rusia, que ha concentrado decenas de miles de tropas en sus fronteras con Ucrania, esté planeando un nuevo asalto a un país que invadió en 2014. El Kremlin, no obstante, ha negado tales acusaciones.
A medida que crece la expectativa y la movilización de tropas de un lado y del otro, Craig Hooper, columnista de Forbes y experto en evaluación de amenazas a la seguridad nacional, consideró que la amenaza de una invasión rusa a través de Chernobyl “es real”: “Pocos observadores señalan que una invasión de Ucrania podría poner los reactores nucleares en la primera línea del conflicto militar”.
Actualmente más de 60 cazas y cazabombarderos rusos participan en unos ejercicios de lanzamientos de misiles en el sur de Rusia, en la península de Crimea, anexionada en 2014, y las regiones de Rostov y Krasnodar, próximas a Ucrania, informó este martes la oficina de prensa de la circunscripción militar rusa Sur.
En medio de este contexto de creciente tensión, en los últimos días Estados Unidos y el Reino Unido enviaron toneladas de armamento de avanzada al Ejército ucraniano en respuesta al “comportamiento cada vez más amenazante de Rusia”.
Si bien el presidente norteamericano Joe Biden reiteró que “no hay intención” de enviar tropas de Estados Unidos a Ucrania, el Pentágono advirtió que puso en alerta “elevada” a 8.500 soldados ante el aumento de la tensión entre Moscú y Kiev.
Estados Unidos no descarta preparar a más soldados, más allá de los 8.500 anunciados el lunes, ante un posible despliegue en el este de Europa si fuera necesario, dijo este martes el portavoz del Pentágono, John Kirby.
En tanto, Biden afirmó que sí considera aplicar sanciones directas contra Vladimir Putin si Rusia invade Ucrania.
Mientras Kiev busca fortalecer la cooperación militar con sus aliados y robustecer su capacidad de defensa, desde el Gobierno ven un escenario muy sombrío en caso de una invasión rusa. En diciembre pasado, Yulia Laputina, ministro de Asuntos de Veteranos, alertó que una incursión rusa provocaría un conflicto global detonando posiblemente una Tercera Guerra Mundial.
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