El Gobierno de Burkina Faso ha confirmado este domingo varios incidentes a tiros en cuarteles militares de la capital, Uagadugú, pero ha desmentido por completo que esté ocurriendo ahora mismo un golpe de Estado militar.
“La información difundida en redes sociales ha llevado a creer que está ocurriendo un golpe de Estado militar. El Gobierno, si bien reconoce la existencia de tiroteos en determinados cuarteles, desmiente esta información y llama a la población a mantener la calma”, según un comunicado del portavoz del Gobierno, Alkasum Maiga, recogido por el portal LSI Africa.
En la nota, el Gobierno “reafirma su confianza en el Ejército” y concluye transmitiendo “fuerza y valor a las Fuerzas de Defensa y Seguridad”.
Este desmentido aparece horas después de que residentes y militares comenzaran a informar de fuertes disparos a primera hora de este domingo en el aeropuerto militar y en una de las principales bases del Ejército de Burkina Faso en la capital del país, Uagadugú, un día después de una gran manifestación contra el presidente del país, Roch Marc Christian Kaboré.
Fuentes militares de Bloomberg entienden que los disparos de la capital comenzaron en torno a las 04.00 de la madrugada tanto en el aeropuerto como en la base de Sangoule Lamizana, que sirve de alojamiento ocasional para la junta de jefes del Estado Mayor del Ejército y además contiene una prisión militar.
En ella se encuentra, en particular, el general Gilbert Diendéré, ex jefe de gabinete del expresidente Blaise Compaoré, condenado por un intento de golpe de Estado en 2015 y también procesado en relación con el asesinato del expresidente e icono revolucionario africano durante los años 80 Thomas Sankara.
También se han escuchado disparos en otro campamento militar de Uagadugú, el de Baba Sy, en la salida sur de la capital, y en cuarteles de las ciudaddes de Kaya, la quinta más grande del país, así como en Ouahigouya, en el norte de Burkina, según han informado los residentes a Radio France Internationale (RFI).
El día anterior, la Policía tuvo que sofocar con gases lacrimógenos una manifestación contra el presidente Kaboré, al que acusan de pasividad en la defensa de la población contra los ataques yihadistas, y de incapacidad a la hora de estabilizar el país.
La violencia prosigue incesante a pesar de los esfuerzos del Ejército; un derramamiento de sangre que alcanzó un punto álgido en noviembre del año pasado, cuando fueron perpetrados dos atentados terroristas en las localidades de Inata y Foubé. El primero dejó al menos 53 fallecidos, la inmensa mayoría agentes de Policía. Otros diez civiles y nueve militares fallecieron en Foubé el 22 de noviembre, en un asalto achacado a milicias islamistas.
Algunos de los concentrados aprovecharon para expresar su solidaridad con la vecina Malí, cuyas autoridades militares golpistas están bajo sanciones internacionales por su demora en el proceso de transición democrática, así como con el Ejército burkinés que defiende a la población de los ataques terroristas.
Casi 12.000 personas fueron desplazadas por la violencia durante dos semanas de diciembre, según la ONU, mientras que Kaboré se ha pasado las últimas semanas intentando manejar como puede una crisis que se está extendiendo a su gabinete, como demostró el mes pasado al reemplazar a todo el Gobierno y nombrar a Lassina Zerbo como nuevo primero ministro del país.
De hecho, a principios de enero, las autoridades burkinesas arrestaron a ocho militares, incluido un comandante de alto rango, en relación con un presunto complot para “desestabilizar” las instituciones del país.
(con información de EP)
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