Estados Unidos, Rusia y una cumbre con clima de Guerra Fría mientras Ucrania contiene la respiración

Blinken y Lavrov dejaron una puerta abierta y se prometieron cartas de intención para la próxima semana. Pero no desapareció la tensión bélica. Washington entregó misiles al ejército ucraniano y las tropas rusas en la frontera ya llegaron a los 127.000 efectivos

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El secretario de Estado, Antony
El secretario de Estado, Antony Blinken, y el canciller ruso, Sergei Lavrov, acordaron dar una semana más a la diplomacia para intentar evitar la invasión a Ucrania mientras las tropas rusas ya están preparadas para iniciar la acción. Russian Foreign Ministry/Handout via REUTERS.

Estados Unidos y Rusia volvieron el tiempo atrás. Más de treinta años. Lo arrastraron hasta cuando la Guerra Fría todavía envenenaba el pensamiento. Incluso el escenario fue el mismo, la gélida Ginebra donde yace Borges y rondan los fantasmas de los espías de John Le Carré. Allí se vivieron algunos de los episodios “diplomáticos” más sórdidos de la época en que soviéticos y americanos se mantenían la mirada esperando una puñalada. Esta vez, los protagonistas fueron el secretario de Estado, Antony J. Blinken y el veterano canciller ruso, Sergey V. Lavrov. Hablaron sobre cómo evitar la tan anunciada invasión a Ucrania. No llegaron a ningún resultado definitivo, como se preveía. La novedad es que dejaron una puerta abierta y se prometieron cartas de intención para la próxima semana. Pero no desapareció la tensión bélica. El campo de batalla ucraniano sigue encendido, con más de 127.000 rusos, sus cañones y misiles, apuntando a Kiev.

Lograron tiempo. Y Lavrov se llevó un regalito bajo el brazo. Vladimir Putin obtuvo lo que venía reclamando. Estados Unidos responderá por escrito la próxima semana a las exigencias de Rusia de que Occidente reduzca su presencia militar en Europa del Este. El Kremlin está convencido de que los países que en su momento formaron parte de la Unión Soviética -en este caso Ucrania- se encuentran en el “patio trasero” ruso y que por lo tanto no pueden asociarse a la Unión Europea (UE) o a la OTAN, la alianza militar occidental.

Ya había lanzado su garra de oso en 2014 cuando el entonces gobierno ucraniano expresó su deseo de ser admitido como miembro de la UE. Invadió y se anexionó la península de Crimea y lanzó una guerra separatista en la región del Donbás. Mientras estuvo Donald Trump en la Casa Blanca, Putin parecía contar con garantías de que nada sucedería en su esfera de influencia. La llegada de Joe Biden encendió nuevamente la mecha y comenzó una movilización de tropas y pertrechos hacia la frontera. Desde entonces, la amenaza de invasión fue creciendo hasta que esta semana Rusia concentró suficientes fuerzas como para avanzar sobre su objetivo.

La imagen satelital muestra equipos
La imagen satelital muestra equipos y camiones militares en un centro de almacenamiento de Klimovo, Rusia, cerca de la frontera con Ucrania, en una nueva evidencia del amplio despliegue de las fuerzas rusas.. Maxar Technologies/Handout via REUTERS.

El último movimiento fue armar unos “ejercicios militares” en la aliada Bielorrusia de Lukashenko, donde acumuló más unidades, blindajes y sistemas antiaéreos avanzados. Desde allí, las tropas rusas podrían alcanzar la capital ucraniana, Kiev, en apenas unas horas. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, denunció que ya hubo traspaso de mercenarios y armas en la zona de Donbás controlada por los separatistas pro rusos –cuya población, esta semana recibirá pasaportes rusos que los convierten en ciudadanos del país vecino- y que varios legisladores y políticos opositores se estaban preparando para armar un gobierno para ejercer bajo una ocupación rusa.

Estados Unidos y la OTAN aseguran que no se van a involucrar en forma directa en una guerra. Pero lo están haciendo por otras vías. El Pentágono autorizó a las repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, a enviar misiles antiaéreos Stinger a las fuerzas ucranianas. Estos se suman a los misiles antitanque Javelin que Gran Bretaña ya entregó. El Departamento de Estado también confirmó esta semana que la administración Biden aprobó una ayuda militar defensiva adicional de 200 millones de dólares para Kiev, que se suma a los 450 millones de dólares del pasado año fiscal.

También están las sanciones que Estados Unidos promete si las tropas rusas avanzan. Biden dijo el viernes en la Casa Blanca que “si se atreve, Rusia va a saber lo que es Occidente”. Y ya hay una propuesta de represalia presentada en el Senado de Washington que incluye: la revelación pública de los activos mal habidos pertenecientes a Putin y a los miembros de su círculo íntimo; sanciones a los funcionarios estatales rusos que participen o ayuden a un ataque contra Ucrania; sanciones a las instituciones financieras rusas; sanciones que exijan la desconexión de las principales instituciones financieras rusas de los servicios financieros como SWIFT; prohibición de las transacciones relacionadas con la deuda soberana de Rusia; revisión de las sanciones sobre el gasoducto Nord Stream 2; y sanciones a los sectores energético y minero rusos.

Gasoductos rusos en Ucrania
Gasoductos rusos en Ucrania

A pesar de la tensión militar y las amenazas, en la reunión de los jefes de la diplomacia hubo señales de que ambas partes estaban tratando de mantener la situación bajo control y dar tiempo a que los ánimos se apacigüen. Este acuerdo para seguir negociando prolonga una serie de conversaciones que se iniciaron el 30 de diciembre con una llamada telefónica entre Putin y Biden, y que continuaron con una serie de tres reuniones la semana pasada que no aportaron ningún avance, pero que evitaron que Rusia presentara el uso de la fuerza como su única opción.

De todos modos, no está claro quién podría beneficiarse de este retraso. Las fuerzas rusas ya están listas y esperando la orden de Putin. Y Biden está convencido de que el líder ruso quiere “poner a prueba a Occidente”. Parecería que las posiciones ya están tomadas y con muy poca flexibilidad. Estados Unidos podría usar este tiempo para reunir y coordinar a sus aliados europeos y planificar opciones de contingencia. Pero los rusos podrían seguir armando hospitales de campaña y acumulando más transportes de tropas y tanques. También podría utilizar un posible fracaso de estas conversaciones como excusa para atacar argumentando que agotó todos los medios diplomáticos.

Rusia sigue exigiendo un freno legalmente vinculante a la expansión de la OTAN hacia el Este y la retirada de las tropas occidentales de países como Polonia y las naciones bálticas que estuvieron alineadas con la Unión Soviética o formaron parte de ella. Esta postura, Moscú la expandió esta semana también hacia Bulgaria y Rumania, que son miembros de la Unión Europea desde 2007. Estados Unidos calificó estas demandas como “no esenciales” y ofreció ampliar las conversaciones sobre otros asuntos, como los ejercicios militares y la colocación de misiles. “Ahora estamos más claros en cuanto a la posición del otro”, dijo Blinken al terminar la reunión de Ginebra. Lavrov, repitió el mantra moscovita de que “no tenemos planes de atacar Ucrania” sin explicar qué hacen entonces las tropas en la frontera. Mientras en el Kremlin, Putin reiteró que Rusia tomará “medidas técnico-militares” no especificadas para garantizar su seguridad si Occidente no accede a sus demandas.

Dos francotiradores ucranianos participan en
Dos francotiradores ucranianos participan en unos ejercicios militares en un campo de tiro en la región de Donetsk, Ucrania. REUTERS/Anna Kudriavtseva

De acuerdo a fuentes de inteligencia, lo que buscan en este momento tanto Rusia como Estados Unidos es un “equilibrio de intereses”. Para Moscú eso se traduce en un acuerdo formal de una moratoria en la expansión de la OTAN y la suspensión del despliegue de misiles de mediano alcance en países de la ex órbita soviética. A cambio Rusia se comprometería a restringir todas sus actividades militares a su propio territorio desde el Báltico al Mar Negro. Para Washington, el equilibrio se lograría, entre otras cosas, con un compromiso de Putin para terminar con las actividades de sus escuadrones de hackers que interfieren elecciones y roban información, así como dar garantías de que no va a utilizar el suministro de gas como una amenaza permanente hacia Europa.

“Nada es inofensivo...Estás preocupado y asustado. Ves la guerra fría disipándose, y eso hace que te cueste trabajo respirar”, dice uno de los personajes de la novela “Submundo” (1997), de Don DeLillo. Es lo que sienten en este momento los ucranianos y todos los que entendemos que una guerra es apenas muerte y destrucción. Mientras esperamos la próxima reunión, nos cuesta respirar.

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