Los tambores de guerra vuelven a sonar con una fuerza como no se escuchaba desde 2003 cuando Estados Unidos comenzó a planificar la invasión de Irak. En pleno siglo XXI, aún se alistan tanques y soldados para un avance de la artillería no muy diferente a las de cualquier ejército que hace dos mil años lanzaba bolas de fuego o jabalinas desde catapultas. Esto es lo que está haciendo Rusia en este momento en la frontera con Ucrania. El Kremlin está convencido de que las ex repúblicas soviéticas independizadas siguen siendo parte del “patio trasero” ruso y que por lo tanto deben continuar en la órbita de Moscú. Cualquier aproximación de estos países a la Unión Europea o a la OTAN, la alianza militar occidental, es tomado como una afrenta. Cuando los ucranianos comenzaron a mirar hacia el oeste en 2014, el ejército ruso invadió y anexó la península de Crimea y dio apoyo a las fuerzas separatistas de la región de Donbás. La tensión fue escalando y ahora mantiene un despliegue de entre 100.000 y 175.000 soldados y decenas de miles de tanques en las puertas de las aduanas ucranianas.
En tanto, ya está utilizando armas más moderna para atacar. Varios ministerios del gobierno de Kiev sufrieron un ataque cibernético que dejó sin conexión en red a buena parte del país. “¡Ucranianos! Todos sus datos personales fueron subidos a la red pública. Todos los datos del ordenador están destruidos, es imposible restaurarlos”, decía un mensaje visible en los sitios web gubernamentales hackeados, escrito en ucraniano, ruso y polaco. “Toda la información sobre usted se ha hecho pública, tenga miedo y espere lo peor. Esto es por tu pasado, presente y futuro”. “Es una primera ofensiva. Incluso, puede ser que para Rusia sea suficiente un ataque cibernético masivo –cuentan con las mejores unidades de hackers en este terreno- y un lanzamiento de misiles como un acto persuasivo que podría tener una buena efectividad”, explicó uno de los analistas del Institute for the Study of War que hizo un trazado de las opciones militares que tiene en sus manos Vladimir Putin.
En principio, los analistas ven una clara similitud a la escalada de 2003 y la acumulación de tropas que realizó Estados Unidos en Kuwait para invadir Irak. “En términos de cantidad de tropas y pertrechos, una invasión de Ucrania requeriría la misma cantidad de tropas y vehículos, entre 150.000 y 200.000 soldados”, explicó Fred Kagan del American Enterprise Institute en una entrevista con ABCNews. Ucrania tiene un ejército de 145.000 efectivos, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), pero también se estima que hay 300.000 veteranos del conflicto de baja intensidad en la región de Donbás. Y las encuestas dicen que un tercio de los ciudadanos ucranianos estarían dispuestos a emprender la “resistencia armada”. “Una defensa firme requeriría al menos una fuerza de 325.000 personas, un contrainsurgente por cada 20 habitantes”, dice el informe del Instituto para el Estudio de la Guerra de Washington.
Algunos analistas no creen que Rusia vaya a invadir y quedarse como fuerza ocupante. “Ya aprendieron de su experiencia en Afganistán donde se tuvieron que retirar derrotados. Y Putin estudió lo que le pasó a Estados Unidos en Irak y Afganistán. No creo que vaya a convertir a su ejército en una fuerza de ocupación. Creo que está pensando más bien en un golpe certero y un regreso a sus fronteras”, opinó Alfred Kagan.
De todos modos, el ejército ruso cuenta con varias alternativas para atacar Ucrania. El Institute for the Study of War las definió de esta manera después de recordar las palabras de Henry Kissinger: “Desde Pedro el Grande, Rusia se expande a un ritmo de una Bélgica por año”.
Avance desde Donbás y Crimea
Las fuerzas rusas pueden atacar desde la región de Donbás y la ocupada península de Crimea con la intención de atraer a las fuerzas ucranianas hacia este terreno. Los separatistas respaldados por Rusia, fuertemente armados, han controlado una franja del este de Ucrania desde 2014 y siguen intercambiando disparos con las fuerzas gubernamentales ucranianas a pesar del alto el fuego de 2015 que puso fin a las principales hostilidades. En este conflicto murieron 15.000 personas. El gobierno de Kiev insiste en que allí ya hay un despliegue importante de fuerzas rusas, algo que Moscú niega.
Rusia podría provocar algún incidente que haga intervenir a las fuerzas ucranianas y utilizarlo como excusa para una incursión de mayor escala. Una fuente familiarizada con el pensamiento del Ministerio de Defensa ruso dijo a la agencia Reuters que este era “el escenario más probable si Moscú decide atacar”, pero que no tenía conocimiento de ninguna decisión al respecto. “Es posible que los separatistas provoquen a Kiev para que ataque y pidan a Rusia que envíe tropas para ayudar”, dijo. Neil Melvin, director de Estudios de Seguridad Internacional del grupo RUSI de Londres . “Podrían imponer allí un muro de contención mientras que la marina tomara las zonas costeras en el Mar de Azov creando un puente terrestre desde la ciudad rusa de Rostov a través de Donbás hasta Crimea, algo que pondría al gobierno ucraniano bajo mucha presión”, opinó Melvin.
Rusia ya tiene acumuladas una buena cantidad de tropas y municiones en Crimea desde que se anexionó ese territorio hace 8 años. “Podría lanzar desde allí un ataque y avanzar hasta el río Dniéper, que serviría de barrera natural contra cualquier contraofensiva ucraniana”, dedujo Konrad Muzyka, director de la consultora Rochan, con sede en Polonia. De esa manera se crearía un corredor natural con Donbás y capturaría la ciudad costera de Mariupol. Rusia también podría apoderarse de otros emplazamientos industriales clave y tomar destacamentos militares ucranianos cercanos. “Podrían eliminar los drones TB2 y la artillería turca en el Donbás en una campaña abierta y limitada diseñada para debilitar a Ucrania”, añadió Muzyka.
La operación podría comenzar con ataques de artillería, misiles y ataques aéreos contra unidades ucranianas en el sur, y los comandos de fuerzas especiales podrían tomar puentes y cruces de ferrocarril, permitiendo el avance de las tropas y los tanques. “Sólo hay dos carreteras desde Crimea que podrían ser bloqueadas o destruidas, una debilidad potencial”, dijo Muzyka.
Avance desde el sur
“Una invasión desde el sur sería la reactivación del proyecto de la `Nueva Rusia´ de 2014 para cerrar la salida ucraniana del Mar Negro. Esto equivaldría a capturar el puerto de Odesa y quizás la ciudad industrial de Dnipro”, explicó a Reuters, Rob Lee, un ex marine estadounidense y miembro del Foreign Policy Research Institute. La toma de Odesa, con una población de un millón de habitantes, requeriría probablemente una importante operación aérea y naval, utilizando paracaidistas de Crimea seguidos de marines que desembarcarían en las playas cercanas.
Este escenario podría incluir ataques con misiles de largo alcance –las defensas antimisiles ucranianas son débiles- y ciberataques dirigidos a infraestructuras críticas. De esta manera ocuparía sólo un parte menor del territorio evitando bajas de sus tropas y mantendría la presión sobre Kiev y todo el oeste del país.
Un documento de inteligencia estadounidense publicado hace algunas semanas por el Washington Post afirma que Rusia podría organizar una invasión hacia fines de enero con hasta 100 grupos tácticos de batallones (BTG) compuesto por unos 175.000 soldados. Según el documento, ya hay unos 50 BTG en el norte y el este de Ucrania y en Crimea, al sur.
Tomar primero el sur de Ucrania podría aislar a Kiev de la costa y de la presencia de la OTAN en el Mar Negro y caería muy bien a los nacionalistas rusos que ven la zona como las tierras históricas de “Novorossiya” o “Nueva Rusia”, un término histórico usado en el siglo XIX en el Imperio ruso para designar el territorio de la costa norte del Mar Negro.
La ocupación de Kiev
Ocupar territorios ligeramente poblados es una cosa y ocupar grandes ciudades es otra. El dilema principal es Kiev, la capital con una población de 3 millones de habitantes, seguida por Kharkiv, en el noreste, con casi 1,5 millones de pobladores. “La guerra urbana es muy dura, hace mucho daño al ocupante. Rusia tuvo una agria lección de esto cuando participó de la ofensiva en Alepo”, recordó Alfred Kagan, citando la intervención rusa en la guerra civil de Siria.
El diario alemán Bild publicó unos documentos aparentemente salidos del ministerio de Defensa ruso en el que se analizaba la posible ofensiva urbana. Sugieren que las tropas rusas rodearían Kharkiv y, en última instancia, Kiev, cortando los suministros, con la esperanza de que se rindan de forma medieval. Según los analistas occidentales, tampoco es fácil rodear Kiev. Los puntos clave de la ciudad, incluido el palacio presidencial, están al oeste del fácilmente defendible río Dneiper. Los primeros puentes al sur de la ciudad están a casi 80 kilómetros de distancia y una presa ubicada a 6 km al norte convirtió ese tramo del río, que llega a la frontera con Bielorrusia, en un lago.
Siempre está Bielorrusia
La forma más sencilla de cruzar el río es hacerlo por un territorio seguro: Bielorrusia, al norte. Rusia tiene el apoyo incondicional del dictador Alexander Lukashenko, que permanece en el poder gracias al respaldo de Vladimir Putin, e hizo suya la causa ucraniana. En un discurso con motivo de la Navidad ortodoxa, el 7 de enero, el presidente bielorruso dijo que su país “haría todo lo posible para recuperar Ucrania”.
Las fuerzas mecanizadas rusas tendrían como objetivo rodear Kiev desde el oeste. Una de las rutas es atravesar los pantanos de Pripet, que se congelan en invierno, y la zona de Chernóbil, algo que no se considera una gran complicación para un ejército moderno capaz de operar en una zona de radiación. Aún no hay evidencias, pero los analistas militares indican que un despliegue importante de fuerzas mecanizadas en la zona bielorrusa de Baranovichy “sería una señal muy clara de que Putin se está preparando para actuar y no sólo disuadir”.
E incluso si no invade por ese sector, una guarnición militar rusa permanente en Bielorrusia tendría ventajas para el Kremlin, como una amenaza potencial no sólo para Ucrania sino también para los estados bálticos del norte. Crearía “una gran base militar que daría a Rusia el dominio aéreo sobre el flanco oriental de la OTAN”, dijo a The Guardian, Orysia Lutsevych, investigadora del centro de estudios Chatham House.
Y, obviamente, puede haber una combinación de todas estos frentes posibles. Rusia puede ejecutar al mismo tiempo estos planes y mucho más. Cuenta con más de 2,5 millones de soldados entre los que están en actividad y las reservas. Y esta cifra no incluye las fuerzas especiales. Tampoco los 4.500 cazabombarderos y aviones de transporte de los más sofisticados. Ni las enormes baterías de misiles. Y mucho menos su capacidad nuclear. Claro que en una posible invasión a su vecino del sur no puede desplegar casi nada de ese temible arsenal. Si lo hiciera, se enfrentaría a una represalia extrema por parte de Estados Unidos. Nada de esto está en la mente de los analistas militares. Las potencias viven mostrándose los dientes. A veces hay algunos mordiscones. Pero saben que mantener un potencial disuasivo es la mejor respuesta. Eso es lo que está haciendo ahora Vladimir Putin, muestra los dientes para convencer al mundo de que está dispuesto a hacerlo mientras nadie sabe si lo va a hacer o no. El infaltable Henry Kissinger tiene otra frase definitoria: “Al final, la paz solo puede lograrse mediante la hegemonía o el equilibrio de poder”.
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