China, opuesta a las sanciones de Washington contra Teherán, anunció este sábado el inicio de la puesta en marcha de un acuerdo estratégico con Irán, lo que refuerza la cooperación económica y política entre los dos países.
El ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, y su homólogo iraní, Hossein Amir-Abdollahian, anunciaron el inicio de la aplicación del acuerdo en una reunión en Wuxi, en el este de China, el viernes, indicó el ministerio de Exteriores en Pekín en un comunicado.
Tras años de negociaciones, China e Irán firmaron ese acuerdo en 2021, que incluye temas de energía, seguridad, infraestructuras y comunicaciones.
Han trascendido pocos detalles de esta colaboración, pero el New York Times informó en 2020 que garantizaría el suministro regular de petróleo para China, citando un borrador del acuerdo.
China es el primer socio comercial de Irán y era uno de sus mayores compradores de petróleo antes de que Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos, volviera a imponer sanciones en 2018.
Oficialmente, China dejó de importar petróleo a Irán, pero analistas aseguran que el crudo iraní sigue entrando, bajo la forma de importaciones de otros países.
Wang declaró el viernes que China seguiría “oponiéndose a las sanciones unilaterales ilegales contra Irán”, según la cancillería.
Desde hace tiempo, Pekín busca reforzar sus vínculos con Teherán. El presidente chino, Xi Jinping, calificó a la República Islámica como “el principal socio de China en Oriente Medio”, en una poco común visita al país en 2016.
Los mecanismos de Venezuela e Irán para traficar petróleo y eludir sanciones
El mes pasado, Infobae tuvo acceso a documentos filtrados por funcionarios petroleros caribeños que evidencian cómo los regímenes venezolano e iraní “resucitan” navíos para eludir las sanciones impuestas por el Departamento del Tesoro norteamericano que pesan sobre sus administraciones y así aumentar sus negociados.
Ese sería uno de los mecanismos utilizados para lograr comercializar su principal materia prima por debajo de los radares. Pero un análisis detallado de las embarcaciones que ingresan a los puertos de Nicolás Maduro que controla PDVSA despertó las alarmas que permitieron rastrear hasta las profundidades del Golfo de Bengala el verdadero destino del S-TINOS.
Un funcionario que presenció aquella transacción irregular supo que algo no estaba del todo en regla cuando comprobó que el gigantesco barco categoría Very Large Crude Carrier (VLCC) que estaba en la Terminal de Almacenamiento y Embarque José (TAEJ) de aquel puerto de Anzoátegui tenía escrito a la vista de todo el mundo otra denominación a la que figuraba en la declaración internacional que indica qué se carga o descarga de una nave y que las partes involucradas acompañan con su firma.
El buque que amarró durante horas en uno de los puertos más importantes de Venezuela llevaba en verdad otra denominación y otro número de IMO, la identificación de cada una de las naves que otorga la Organización Marítima Internacional. Este número es inmodificable a lo largo de la vida útil del buque. En este caso, el que en verdad ingresó a la terminal portuaria venezolana fue el MT-LILU (IMO 9216717), con bandera de Camerún, pero que en los registros oficiales se hizo pasar bajo otra identidad.
Su verdadero dueño muy pronto podría enfrentar problemas: o se convierte en cómplice de quienes le alquilaron la operación o toma acciones para evitar ser blanco de las sanciones de Washington. Debe elegir y pronto, antes de que su nave ya no pueda navegar con libertad.
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