China continúa aislando a miles de personas en sus polémicos campos de confinamiento por su política de tolerancia cero al COVID

Hay numerosas denuncias sobre las condiciones dentro de los centros de cuarentena. El país está prácticamente cerrado al exterior desde hace casi dos años

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Trabajadores del gobierno con ropa
Trabajadores del gobierno con ropa protectora se reúnen en una estación de trabajo para el control de la pandemia fuera de un bloque residencial confinado en la ciudad de Xi'an en la provincia noroccidental china de Shaanxi el lunes 3 de enero de 2022 (AP)

El régimen chino sigue apostando por una política de tolerancia cero contra el coronavirus, lo que mantiene al país prácticamente aislado del exterior desde hace casi dos años. Su estrictas medidas le ha permitido sostener un nivel muy bajo de contagios comparado con el de otros países al reaccionar con test masivos y confinamientos ante cualquier rebrote, por pequeño que sea. Pero, denuncian, el costo es muy alto.

Las polémicas medidas incluyen el confinamiento en centros especialmente creados por el gobierno donde los contagiados o sospechados de contagio deben transitar el aislamiento. Hay numerosas denuncias sobre las condiciones dentro de los campos, cuyo costo corre por parte de los propios confinados.

Un obrero participa de la
Un obrero participa de la construcción de un campamento de confinamiento pro COVID-19 en el distrito de Shangyu de Shaoxing, provincia de Zhejiang, China (Reuters)

En redes sociales circulan imágenes de los monstruosos bloques blancos de construcciones prefabricadas que alinean, uno tras otro, pequeños cubículos donde confinan a los ciudadanos. Incluso, hay denuncias de que algunas veces confinan a menores solos, separados de sus padres.

Según los informes citados por The Sun, las autoridades chinas allanan hogares en plena noche y obligaron a la gente a subir a los autobuses que los llevaban a los campos de cuarentena bajo el cierre más estricto del mundo.

Días atrás, el drama de una mujer que tuvo un aborto espontáneo en las puertas de un hospital y no fue atendida por tener caducada su prueba de coronavirus dio vuelta al mundo y visibilizó la crueldad de las estrictas reglas anticovid del régimen de Xi Jinping.

Cómo funciona la política de tolerancia cero

A partir del momento en que se detectan casos de covid-19, las autoridades imponen medidas estrictas de confinamiento y proceden a realizar pruebas masivas y sucesivas a la población.

Esta estrategia implica que desde hace dos semanas los 13 millones de habitantes de la metrópolis de Xi’an, en el norte de China, están confinados tras detectar sólo 150 casos.

Llegada de guardias y funcionarios sanitarios a Xian

Las personas tienen prohibido salir de sus hogares y si son casos contacto pueden ser trasladadas a centros de cuarentena, que en general son estructuras prefabricadas muy precarias.

En todo el país, el uso de mascarilla sigue siendo la norma en los transportes y en los lugares públicos y se requiere el pase sanitario para entrar a centros comerciales y oficinas.

Las medidas draconianas chinas traen graves consecuencias para los confinados. Los residentes de zonas cerradas se han quejado de la falta de alimentos y de que el acceso a los hospitales es complicado.

Además, con las fronteras prácticamente cerradas y con los billetes de aviones que alcanzan precios exorbitantes, muchas familias llevan más de dos años sin verse.

Si bien China fue la única de las grandes economías que tuvo un crecimiento en 2020, algunos sectores como el transporte, el turismo o la hotelería y la restauración todavía no vuelven al nivel que tenían antes de la crisis. En el plano local, las medidas de confinamiento generaron cierres de fábricas y perturbaron las cadenas de suministro.

Humillaciones y maltratos

Las pocas voces que se animan a criticar esta política del régimen son acusadas de colusión con el extranjero.

En julio pasado, el prestigioso virólogo Zhang Wenhong sugirió que hay que “aprender a vivir con el virus” y justo después fue objeto de una investigación de su propia universidad.

Y a fines de diciembre pasado se conoció el video del “desfile de la humillación” a cuatro personas sospechosas de violar una regla contra el COVID.

Desfile de humillación en China

En las imágenes se observa a policías que obligan a desfilar por las calles de la ciudad de Jingxi, al sur de China, a cuatro personas con mascarilla y con trajes de protección, de los que colgaban sus fotografías y nombres. Cada sospechoso está sujetado por dos agentes policiales con escudos, mascarillas y trajes de protección, rodeados por un círculo de agentes antidisturbios, algunos de ellos armados.

Los cuatro estaban acusados de transportar migrantes ilegales a pesar de que China tiene las fronteras prácticamente cerradas por la pandemia.

Un hombre golpeado por violar las restricciones en Xian

Test obligatorio para 14 millones de personas

La ciudad de Tianjin anunció hoy que efectuará pruebas a sus casi 14 millones de habitantes después de detectar dos contagios locales de la variante ómicron del coronavirus, los primeros que se registran en la parte continental del país asiático.

Las autoridades locales indicaron que ambos casos están relacionados, y son parte de los últimos 20 contagios locales detectados en la ciudad, todos en un mismo distrito, por lo que es probable que se detecten más a través de las anunciadas pruebas.

Tianjin ya había sido la primera ciudad china en registrar un caso de ómicron a mediados de diciembre, aunque en aquel caso se trató de uno “importado” -es decir, llegado desde el extranjero-, a diferencia de la situación actual, en la que los contagiados no habían salido de la ciudad en las dos últimas semanas.

Las pruebas masivas comenzaron hoy a las 07.00 hora local (23.00 GMT) y se espera completarlas en unas 24 horas.

La urbe, situada a algo más de 100 kilómetros de Beijing, ha confinado 29 zonas residenciales, ha cerrado parcialmente dos líneas de metro y ha cancelado al menos 144 vuelos en el aeropuerto de Binhai.

La nación asiática ha comenzado 2022 en alerta debido a los diversos brotes detectados desde mediados de octubre del año pasado, que han dejado más de 7.000 casos -cerca de 5.000 de ellos, por contagio local- aunque ningún fallecimiento.

Este año será clave para el país, ya que celebra los Juegos Olímpicos de Invierno a partir de febrero en Pekín y, en octubre, un importante congreso político del Partido Comunista de China (PCCh) que solo se celebra cada cinco años y en el que su líder, Xi Jinping, aspira a un nuevo mandato.

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