El poeta y cineasta iraní disidente Baktash Abtin murió de coronavirus detenido en Teherán, según informaron este sábado asociaciones y grupos de derechos humanos, que culparon a los dirigentes de la República Islámica de su fallecimiento.
“Baktash Abtin ha muerto”, dijo la Asociación de Escritores de Irán en un comunicado en su canal de Telegram, después de que el autor fuera puesto en coma inducido en el hospital a principios de la semana. Padecía una enfermedad coronaria.
La ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) confirmó su muerte en un comunicado en Twitter, diciendo que “había sido injustamente condenado a seis años de prisión y estaba detenido en el hospital, enfermo de COVID-19 y privado de los cuidados necesarios”.
“RSF culpa a las autoridades del régimen de su muerte”, añadió, publicando una foto de Abtin con el uniforme de la prisión iraní a rayas y encadenado en una pierna a una cama de hospital.
Hadi Ghaemi, director ejecutivo del Centro para los Derechos Humanos en Irán (CHRI), con sede en Nueva York, dijo que “Baktash Abtin ha muerto porque el gobierno de Irán quería amordazarlo en la cárcel”.
“Se trata de una tragedia evitable. El jefe del poder judicial de Irán (Gholam-Hossein Mohseni-Ejeie) debe rendir cuentas”, ha añadido.
Abtin era un defensor de los derechos humanos y tenía como objetivo promover la libertad de expresión y denunciar la censura en Irán. Publicó numerosos libros de historia, sociología y crítica literaria.
Abtin había sido condenado con dos compañeros de la Asociación de Escritores de Irán en 2019 por cargos de “reunión y colusión contra la seguridad nacional” y por “propaganda contra el sistema”. Había comenzado a cumplir su condena en la prisión de Evin de Teherán en 2020.
Junto con sus compañeros Keyvan Bajan y Reza Khandan Mahabadi, Abtin había recibido en septiembre de 2021 el premio PEN/Barbey Freedom to Write del grupo de derechos de los escritores PEN America.
En los últimos meses ha crecido la preocupación por las muertes de presos detenidos en Irán, especialmente a la luz de la pandemia de COVID-19 que los activistas temen que esté causando estragos en las cárceles iraníes. La variante variante Ómicron del coronavirus fue detectada en Irán en diciembre.
En septiembre, Amnistía Internacional publicó un estudio en el que acusaba a Irán de no rendir cuentas por al menos 72 muertes bajo custodia desde enero de 2010, “a pesar de los informes creíbles de que fueron consecuencia de torturas u otros malos tratos”.
En junio pasado, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU presentó su informe sobre la situación en Irán, con una serie de advertencias por el deterioro de la situación y las recomendaciones del organismo para que el régimen persa ponga fin a la pena de muerte y libere a los presos políticos, entre otras áreas de preocupación.
“En general, el informe constata un panorama inquietante en materia de derechos humanos para las mujeres y los hombres iraníes de cualquier confesión religiosa, origen étnico, clase social y otra condición. Lamentamos que el marco del derecho a la participación política no se ajuste a las normas internacionales”, dijo en la presentación del texto la alta comisionada, Michelle Bachelet, en el marco de la 47ª sesión del Consejo.
“La situación general de los derechos humanos en la República Islámica del Irán sigue siendo muy preocupante”, sostiene el texto.
(Con información de AFP)
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