Cuál es la verdadera cifra de muertos por la pandemia, según el equipo de datos de The Economist

Los analistas del medio británico realizaron una estimación diaria del exceso de muertes en todo el mundo y reportaron un número muy distinto al oficial de 5,5 millones de víctimas fatales. Cuáles son las estimaciones en Latinoamérica

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Un trabajador del cementerio pone flores en la tumba de una persona, que murió de la enfermedad del coronavirus (COVID-19),durante la celebración del Día de los Muertos, en el cementerio de La Bermeja en San Salvador, El Salvador 2 de noviembre de 2021. REUTERS/Jose Cabezas
Un trabajador del cementerio pone flores en la tumba de una persona, que murió de la enfermedad del coronavirus (COVID-19),durante la celebración del Día de los Muertos, en el cementerio de La Bermeja en San Salvador, El Salvador 2 de noviembre de 2021. REUTERS/Jose Cabezas

El mapa de la Universidad de Johns Hopkins University comenzó a circular en los primeros días de la pandemia. Basado en datos oficiales, logró recopilar toda la información gubernamental sobre los casos, muertos y ahora vacunados contra el COVID-19. Si bien esa cifra de 5,5 millones de muertos es la informada por las autridades y la que circula por el globo, The Economist hizo sus propios cálculos y reportó lo que -en su análisis- es la verdadera cifra de muertos ocasionada por la pandemia.

Es que según detalla la publicación, la respuesta es mucho más compleja que los fríos números informados oficialmente. “Muchas personas que mueren estando infectadas por el SARS-CoV-2 nunca se someten a las pruebas de detección, y no entran en los totales oficiales. A la inversa, algunas personas cuyas muertes se han atribuido al covid-19 tenían otras dolencias que podrían haber acabado con sus vidas en un plazo similar de todos modos”, explica su equipo de data. “¿Y qué pasa con las personas que murieron por causas evitables durante la pandemia, porque los hospitales llenos de pacientes de covid-19 no pudieron tratarlos? Si esos casos cuentan, deben compensarse con las muertes que no se produjeron pero que lo habrían hecho en tiempos normales, como las causadas por la gripe o la contaminación atmosférica”, agrega.

Por eso, en lugar de intentar distinguir entre los tipos de muertes, el enfoque de The Economist consiste en contarlas todas y recurren al método estándar de seguimiento de los cambios en la mortalidad total que es el “exceso de muertes”. Esta cifra es la diferencia entre el número de personas que murieron en una región determinada durante un periodo de tiempo concreto, independientemente de la causa, y el número de muertes que se habrían esperado si no se hubiera producido una circunstancia concreta (como un desastre natural o un brote de enfermedad).

“Aunque el número oficial de muertes causadas por el COVID-19 es ahora de 5,5 millones, consideramos que hay un 95% de posibilidades de que el valor real se sitúe entre 11,8 millones y 22,1 millones de muertes ”, afirma The Economist.

Advierte que se trata de una estimación aproximada porque, muchas veces, las estadísticas publicadas por las provincias son imprecisas. “Entre los 156 países del mundo con al menos 1 millón de habitantes sólo conseguimos obtener datos sobre la mortalidad total de 84. Algunos de estos lugares actualizan sus cifras con regularidad; otros sólo las han publicado una vez”, justifican.

Pero para completar los datos faltantes, afirma el medio, desarrolló un modelo de aprendizaje automático, que estima el exceso de muertes para cada país en cada día desde que comenzó la pandemia. Se basa tanto en los datos oficiales de exceso de mortalidad como en más de 100 indicadores estadísticos. “Nuestro recuento final utiliza las cifras oficiales de exceso de mortalidad de los gobiernos siempre y cuando estén disponibles, y las estimaciones del modelo en todos los demás casos”, detallan.

Personas llevan flores para colocarlas en la lápida de su familiar en un cementerio durante el Día de Todos los Santos, en medio de la pandemia de la enfermedad del coronavirus (COVID-19), en Ronda, España 1 de noviembre de 2021. REUTERS/Jon Nazca
Personas llevan flores para colocarlas en la lápida de su familiar en un cementerio durante el Día de Todos los Santos, en medio de la pandemia de la enfermedad del coronavirus (COVID-19), en Ronda, España 1 de noviembre de 2021. REUTERS/Jon Nazca

En América Latina y el Cariba, las cifras reales según The Economist serían un 50% más altas. Mientras oficialmente se contabilizan 1.560.918 fallecidos desde que comenzó la pandemia -238 por cada 100.000 habitantes- la estimación propia marca un rango de entre 2,2 y 2,5 millones de muertes, entre 340 y 340 por cada 100.000 habitantes.

En Norteamérica la cifra del medio británico marca un 30% más de víctimas fatales. Mientras las estadísticas oficiales informan de 867.334 muertes -233,8 por cada 100.000 habitantes, The Economist cree que las muertes reales fueron entre 1,1 y 1,2 millones, entre 240 y 270 por cada 100.000 habitantes.

La región con más diferencia fue África, donde el aumento -siempre según el equipo de datos de este medio- fue del 900%. Mientras oficialmente se informaron 230.301 fallecidos, The Economist cree que fueron entre 1 y 2,9 millones.

Asia también tiene una brecha importante. Oficialmente reveló 1.266.168 fallecidos, la cifra estimada por el medio británico es de entre 4,1 y 14 millones, un 700% más.

En la Unión Europea, la diferencia es similar a la norteamericana, de un 30%. Mientras se informó oficialmente de 915.501 víctimas fatales, The Economist cree que fueron entre 1,1 y 1,2 millones.

os hermanos, Amauri Ramos y Edmara Ramos son vistos con sus familiares mientras visitan la tumba de su padre, Edson Fonseca Ramos, que falleció debido a la enfermedad del coronavirus (COVID-19), en el cementerio Parque Taruma en Manaus, Brasil 8 de mayo de 2021. REUTERS/Bruno Kelly/File Photo
os hermanos, Amauri Ramos y Edmara Ramos son vistos con sus familiares mientras visitan la tumba de su padre, Edson Fonseca Ramos, que falleció debido a la enfermedad del coronavirus (COVID-19), en el cementerio Parque Taruma en Manaus, Brasil 8 de mayo de 2021. REUTERS/Bruno Kelly/File Photo

“Estos datos dejan claro que el COVID-19 ha provocado la muerte de muchas más personas de lo que sugieren las estadísticas oficiales. Medido por el exceso de muertes en relación con la población, muchos de los países más afectados del mundo se encuentran en América Latina”, revela.

The Economist ofrece su base de datos por país. Por ejemplo, sobre Argentina asegura que si bien oficialmente son 117,428 los muertos -257,5 por cada 100.000 habitantes- sus estimaciones arrojan una muerte real de entre 130.000 y 200.000 fallecidos, un 40% más.

En Venezuela, oficialmente murieron 5.345 personas, pero el medio británico sitúa esa cifra un 1.100% más alta, en entre 20.000 y 100.000.

En Colombia la diferencia es del 40%. Oficialmente fallecieron 130.250 personas pero The Economist cree que en realidad fueron entre 160.000 y 190.000.

En EEUU, The Economist cree que murieron un 40% más de personas. Informados hay 836.603 víctimas fatales, pero sus estimaciones arrojan entre 1,1 y 1,2 millones.

En Rusia, el gobierno de Putin revela hasta ahora 308.258 muertos, pero la cifra real sería de cerca de 1,1 millones.

India es otro caso llamativo. Mientras oficialmente informa de 483.463 muertos, el modelo de The Economist arroja entre 1,1 y 7,6 millones, un 900% más.

Y una de la brechas más altas halladas por el equipo de datos del medio británico es la de China, con un 17.000% más de muertes: Mientras el gobierno de Xi Jinping informó de 4.636 fallecidos, el modelo de The Economist cree que las muertes reales se sitúan entre 140.000 y 1,9 millones.

Pero por ejemplo, cuando se buscan datos de Brasil o México, el sistema explica que no hay información disponible por lo que se asume que en estos casos se utilizó el modelo de aprendizaje automático para completar las estadísticas.

Este método utilizado para la sproyecciones, advierte el medio, no incorpora datos sobre las vacunaciones, que han reducido considerablemente la tasa de mortalidad por infección en 2021 en muchos países. Y carece de información sobre la prevalencia de las nuevas variantes del SARS-CoV-2, como la Alfa y la Delta, que pueden tener un grado de virulencia diferente al de la cepa original. “A pesar de todas estas advertencias, este enfoque proporciona al menos un punto de partida para estimar cuántas personas han contraído el virus que no depende de los caprichos de los programas de pruebas”, asegura.

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