Un enfrentamiento entre talibanes y las fuerzas fronterizas de Turkmenistán desató la tensión en la noche de este lunes en el norte de Afganistán, luego de que los islamistas fueron a investigar la supuesta muerte de un civil afgano a manos de los turcomanos.
Los choques entre ambos bandos se produjeron en la provincia norteña de Jouzjan, situada en la frontera con la vecina Turkmenistán, cuando las fuerzas de seguridad del Gobierno talibán se dirigieron a la zona para investigar la supuesta muerte de un afgano y el trato violento que recibieron varios civiles por parte de los cuerpos fronterizos turcomanos.
“Las fuerzas del Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) fueron allí y quisieron investigar la muerte de un civil” cuando la guardia frontera turcomana “comenzó a disparar desde el lado de la frontera (...) y se intercambiaron algunos disparos entre ambos lados”, indicó a la agencia EFE el jefe de Policía de Jozjan, Malavi Sarajulding.
El agente agregó que durante el enfrentamiento ningún miembro de la fuera de seguridad afgana resultó muerto o herido.
Después de mantener conflictos con los vecinos Irán y Pakistán, el choque de hoy entre los islamistas y Turkmenistán aviva las tensiones en el país asiático, que vive una de sus peores crisis humanitarias y económicas tras la caída de Kabul en manos de los insurgentes el pasado 15 de agosto.
Por su parte, el jefe supremo de los talibanes, el mulá Hibatullah Akhundzada, ordenó a sus tropas que no “castiguen” a los funcionarios del antiguo gobierno afgano, después de que varias organizaciones de derechos humanos acusaran al régimen islamista de violencia y ejecuciones sumarias.
“Respetad mi amnistía y no castiguéis a los empleados del régimen precedente por sus crímenes del pasado”, declaró, citado el jueves en Twitter por un portavoz del grupo radical, Mohammad Naeem.
Según Naeem, el mulá, que no ha sido visto en público, filmado o fotografiado desde hace años, se pronunció el miércoles por la noche delante de responsables afganos en Kandahar (sur), un bastión talibán.
Estas declaraciones se producen tras la aparición de un vídeo muy compartido en redes sociales donde se ve a dos combatientes talibanes dando una paliza a un antiguo responsable del ejécito.
El emirato islámico (nombre que los talibanes han dado a su régimen) indicó que uno de los soldados sería sancionado.
A su llegada al poder a mediados de agosto, los talibanes decretaron una amnistía general. Pero a pesar de la promesa, la ONU y las oenegés Amnistía Internacional y Human Rights Watch han informado de “acusaciones creíbles” de ejecuciones sumarias y desapariciones forzadas de más de 100 ex policías y agentes de inteligencia.
Varias decenas de mujeres afganas se manifestaron el martes pasado en Kabul para pedir que se respeten sus derechos y que terminen los “asesinatos” de miembros del antiguo gobierno, antes de ser rápidamente disueltas por los talibanes.
Según la ONU, 87% de las mujeres afganas han sufrido alguna forma de violencia física, sexual o psicológica.
Pese a ello, el país de 38 millones de habitantes tenía solo 24 refugios para su atención antes del regreso de los talibanes, casi todos financiados por la comunidad internacional y vistos con recelo por muchos locales. Algunas organizaciones que manejaban refugios dejaron de hacerlo antes de la llegada de los talibanes.
En su discurso, Hibatullah Akhundzada también pidió a las autoridades locales y líderes tribales que se aseguren de que los afganos no quieren marcharse del país. “Los afganos no son respetados en otros países, por lo que ningún afgano debería salir”.
(Con información de EFE y AFP)
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