La negociación para intentar salvar el acuerdo de 2015 que impedía que el régimen de Irán pudiera desarrollar armas atómicas a corto plazo se retomarán este lunes, en Viena, bajo la sensación de que el tiempo de la negociación se está acabando.
Estos contactos tienen un doble objetivo: que Estados Unidos regrese al pacto, del que se salió en 2018 durante la presidencia de Donald Trump, y que Irán cumpla los límites a su programa nuclear que aceptó en su día y que lleva tiempo incumpliendo.
Esta octava ronda de contactos sentará de nuevo en la mesa a China, Francia, Alemania, Rusia, el Reino Unido e Irán, bajo la coordinación de Enrique Mora, director político del Servicio Europeo de Acción Exterior.
Además, Washington participa en los contactos de forma indirecta, pero con una delegación de alto nivel en Viena, ya que el régimen Irán se niega aún a negociaciones frente a frente.
El pasado día 17, al anunciar una pausa en la negociación, a petición de Irán, Mora ya advirtió de que se está acabando el tiempo para llegar a un acuerdo, y cifró la caducidad de esa ventana de oportunidad en “semanas”.
En las casi tres semanas que duró la anterior ronda de contactos se incorporaron las posturas del nuevo Gobierno iraní, más conservador, a los documentos que ya habían quedado pactados en junio, cuando la negociación quedó paralizada durante meses.
El Reino Unido, Francia y Alemania denunciaron en un principio esas nuevas posturas como un paso atrás, aunque finalmente se han avenido a debatir sobre ellas.
Con todo, los europeos advirtieron de que el programa nuclear de Irán está hoy más avanzado que nunca” y que es esencial que la República Islámica deje de dar más pasos en ese sentido.
Por el acuerdo de 2015, Teherán se avino a reducir la magnitud de su programa nuclear para que le fuera imposible desarrollar un arma atómica a corto plazo, a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que ahogan su economía
Trump abandonó unilateralmente en 2018 el acuerdo y reimpuso sanciones, y un año después el régimen de Irán comenzó a saltarse los límites impuestos a su programa, enriqueciendo más uranio y de más calidad, hasta el punto de que hay expertos que creen que está cerca de tener suficiente combustible nuclear para fabricar una bomba.
Estados Unidos, desde la llegada a la Casa Blanca de Joe Biden, está dispuesto a regresar al pacto, y participa en los contactos de Viena de forma indirecta.
El gran obstáculo es cómo acompasar el levantamiento de las sanciones, que Irán quiere que sea general e inmediato, con el cumplimiento por Teherán de los límites a su programa atómico.
El director de la Organización de Energía Atómica de Irán, Mohammad Eslami, aseguró que la República Islámica no superará el nivel del 60 por ciento de enriquecimiento de uranio, aunque los esfuerzos negociadores que se desarrollan en Viena para resucitar el acuerdo nuclear y levantar las sanciones estadounidenses fracasen.
”Todas nuestras actividades nucleares se llevan a cabo según los acuerdos, estatutos y reglamentos de la Agencia Internacional de Energía Atómica”, dijo Eslami a la agencia rusa Sputnik, al responder negativamente a la pregunta de si Irán planea sobrepasar el citado nivel en el caso de que las conversaciones naufraguen.
Además, ha insistido en que el programa nuclear de la nación persa tiene como objetivo apoyar las necesidades de la producción industrial y de los consumidores iraníes.
Por otro lado, recordó que “Irán ya puede producir combustible nuclear” y que, gracias a los acuerdos firmados con Rusia, confía en poder usarlo en la central de Bushehr.
La construcción de Bushehr es el mayor proyecto energético ruso-iraní. El primer reactor se conectó a la red eléctrica de Irán en 2011 y la construcción del segundo bloque está en marcha, mientras que ya se ha firmado el contrato para la tercera unidad. Hasta ahora, Moscú ha venido suministrando a Teherán el combustible nuclear necesario para el funcionamiento del primer reactor.
Con información de EFE y Europa Press
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