La campaña de vacunación contra el COVID-19 para casi 3,3 millones de niños de 5 a 11 años comenzó este miércoles en España, donde los contagios siguen en aumento y el país se encuentra en riesgo alto ante la enfermedad.
La vacunación de menores está prevista desde esta jornada en espacios como centros de salud, colegios y pabellones habilitados como “vacunódromos”, con una primera remesa de vacunas pediátricas de 1,3 millones de dosis de Pfizer ya preparadas, según datos del Ministerio de Sanidad español.
La vacuna se reduce a diez microgramos, un tercio de la que se administra a adultos, con un intervalo entre dosis de ocho semanas, en vez de 21 días, para conseguir mejor respuesta inmune.
La dosis pediátrica de Pfizer ha mostrado una eficacia frente al COVID-19 sintomático del 90,7 por ciento en ensayos clínicos, con una reacción más baja que en el grupo de 16 a 25 años.
Algunas regiones han decidido vacunar a los menores en colegios, para lo que las autoridades sanitarias tienen que pedir a las familias su consentimiento, mientras que otras han preferido un lugar extraescolar, para asegurar el acompañamiento del progenitor y, con ello, la autorización.
Los menores de 12 años, el tramo de población que queda por vacunar en España, presentan la mayor incidencia de contagios en el país, con 648 por cada 100.000 habitantes en los últimos catorce días, cuando la media en el país es de 412, según datos oficiales.
La vacunación de estos menores llega en medio de un paulatino aumento de contagios desde hace semanas en España, y mientras se debate en el país sobre ampliar la población que deberá tener una tercera dosis de la vacuna.
Por ahora está recomendada en España para mayores de 60 años y los vacunados con la fórmula monodosis de Johnson & Johnson, pero se debate si ampliarla a los de más de 40 y a los trabajadores esenciales.
España tiene un alto porcentaje de vacunación, de casi el 90 por ciento de sus algo más de 47 millones de habitantes con la pauta completa, pero el aumento de contagios y el temor a que se incremente en las fiestas de fin de año ha llevado a las autoridades de la mayor parte de las regiones a adoptar medidas como la exigencia del pasaporte COVID, que acredita el haberse vacunado, para acceder a espacios como restaurantes, gimnasios, hospitales o residencias de mayores.
El país suma 88.542 fallecidos y 5.366.128 contagios desde el inicio de la pandemia.
Por otro lado, Francia comenzó este miércoles la vacunación de niños vulnerables de entre 5 y 11 años contra el COVID-19, a la espera de que las autoridades sanitarias se pronuncien sobre la inmunización del resto de los menores.
Por el momento, las dosis están reservadas a menores con más riesgo de tener formas graves por el COVID, lo que incluye a niños con enfermedades hepáticas, cardíacas o respiratorias crónicas, así como neurologías, obesidad, diabetes, inmunodeficiencias o trisomía.
Esta primera campaña infantil, destinada a unos 360.000 menores de entre 5 y 11 años, la harán sus pediatras habituales y otros centros sanitarios, que desde el pasado lunes han recibido las primeras dosis adaptadas para esa población.
También se han recibido dosis en los centros habituales de vacunación, algunos de los cuales han previsto animaciones especiales para los menores, como la visita de Papá Noel, para hacer más divertida la visita de los menores.
Por ahora, Francia no tiene previsto vacunar en las escuelas, como han hecho otros países.
Este jueves está previsto que la Autoridad de Sanidad se pronuncie sobre la extensión de la vacuna al resto de los niños. En caso de ser favorable, se podría empezar con ese grupo el próximo lunes.
El primer ministro galo, Jean Castex, aseguró este fin de semana que la vacunación de los niños es “una necesidad”.
(Con información de EFE)
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