La crisis que desató la prueba militar de Rusia con un misil anti-satélite puso el foco en un tema que genera preocupación entre los investigadores de la órbita terrestre: la basura espacial acumulada a lo largo de las últimas décadas.
De acuerdo con Washington, la explosión del satélite ruso generó más de “1.500 restos espaciales identificables” y cientos de miles más de pequeño tamaño”.
Incluso el más mínimo trozo de pintura puede causar daños importantes cuando se orbita a 28.000 kilómetros por hora (17.500 millas por hora). El impacto de algo de mayor tamaño podría ser catastrófico.
“El gran peligro de los restos, es el efecto dominó. Si hay más restos hay más posibilidades de impactar satélites, o sea hacer explotar otros y así sucesivamente. A esa velocidad cualquier impacto hace explotar la superficie”, explicó Didier Schmitt, funcionario de la Agencia espacial europea (ESA).
“Estos nuevos escombros circulan en la misma órbita que la Estación Espacial Internacional (ISS), o sea a unos 400 km de altura, a más de 8 km por segundo. Por lo tanto para evitarlos hay que predecirlos con mucho tiempo de anticipación: se puede entonces subir o bajar un poco la órbita de la ISS”, apuntó.
En caso de una colisión, no necesariamente se repetirían las dramáticas escenas de la película “Gravity”, ya que los módulos dañados se pueden cerrar y reparar. “Ahora, si los restos impactan un depósito, ahí si es grave y puede explotar. ¡Pero sería verdaderamente el colmo de la mala suerte!”, añadió Schmitt.
Tras conocerse la prueba rusa, la NASA indicó que la tripulación a bordo del ISS -actualmente cuatro estadounidenses, un alemán y dos rusos- tuvo que refugiarse en sus naves de regreso.
El administrador de la NASA, Bill Nelson, dijo que los astronautas enfrentan ahora un riesgo cuatro veces mayor que el habitual. Y eso es tomando en cuenta los desechos suficientemente grandes como para ser rastreados, ya que cientos de miles de piezas más pequeñas pasan desapercibidas. “Cualquiera de ellas puede causar un daño enorme si impacta en el lugar preciso”, puntualizó.
La basura espacial recién creada también se suma a las más de 9.600 toneladas de desechos que orbitan nuestro planeta, según la Agencia Espacial Europea.
A seis décadas del lanzamiento del primer satélite, el Sputnik 1 enviado por los soviéticos, la chatarra no ha dejado de crecer. Si en la Tierra la basura se acumula en los océanos, en la órbita también se siente la actividad humana.
Según un informe de enero de la NASA, al menos 26.000 de los trozos de basura espacial que orbitan la Tierra son del tamaño de una pelota de béisbol o más, lo suficientemente grandes como para destrozar un satélite, informó la CNN. También, más de 500.000 trozos son del tamaño de una canica, capaces de dañar las naves espaciales, mientras que “más de 100 millones de trozos tienen el tamaño de un grano de sal que podría perforar un traje espacial”.
Según el servicio de rastreo espacial LeoLabs, los restos creados por la prueba de misiles rusa tienen una altitud que oscila entre los 440 y los 520 kilómetros. Si bien causan preocupación, también es posible que muchos se desintegren al vover a entrar en la atmósfera terrestre.
Pero la reciente prueba de misiles de Rusia también provocará un “aumento significativo de las acciones para evitar la colisión de obstáculos” que deberán tomar los satélites, dijo Tim Flohrer, experto en desechos espaciales de la Agencia Espacial Europea.
Por ello, no demoraron los reclamos internacionales que se sumaron a la queja de Estados Unidos.
“El espacio es un bien común (...) Los saqueadores del espacio tienen una abrumadora responsabilidad al generar deshechos que contaminan y ponen en peligro a nuestros astronautas y satélites”, reclamó la ministra francesa de Defensa, Florence Parly.
El secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que la prueba rusa “ha creado una gran cantidad de escombros, que ahora son un riesgo para la Estación Espacial Internacional y también para la estación espacial china”, por lo que fue “un acto irresponsable”.
Por su parte, Rusia admitió este martes haber destruido uno de sus satélites durante la prueba de un misil espacial, pero rechazó la acusación de haber puesto en peligro a la tripulación de la ISS. “Los fragmentos que se formaron no suponen ninguna amenaza para la actividad espacial”, dijo el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú.
El incidente también reavivó los temores de ver el espacio transformado en un campo de batalla entre las grandes potencias, ávidas de experimentar nuevas tecnologías militares.
(Con información de AFP y EFE)
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