Una pandemia global, un atentado terrorista en Viena y ataques cibernéticos. Las Fuerzas Armadas de Austria han acertado en sus últimas predicciones sobre los riesgos para la seguridad nacional. Y ahora se preparan de forma intensa para otro escenario: un gran apagón eléctrico de tiempo indefinido.
“La cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo”, sentenció recientemente la ministra de Defensa, la conservadora Klaudia Tanner, que ha supervisado una serie de maniobras e iniciativas de concienciación sobre lo que asegura es “un peligro real, pero subestimado”.
Un apagón, “blackout” en inglés, conllevaría que semáforos, ordenadores, cajeros automáticos, teléfonos, internet y muchos otros servicios dejaran de funcionar, exponiendo la fragilidad de un día a día cada vez más digitalizado. En países menos desarrollados, los hospitales podrían perder la energía en cuestión de horas y miles de pacientes podrían morir sin la asistencia vital de los equipos.
El ministro del Interior, Karl Nehammer, dijo recientemente que un apagón era “una de las mayores amenazas para un Estado moderno”.
Las causas para una posible caída del sistema eléctrico son muchas, desde fallos técnicos, sobrecargas por picos de demanda, desajustes en el sistema o incluso causas “extraterrestres”: en 1989, millones de personas se quedaron a oscuras en Québec (Canadá) debido a una virulenta tormenta solar o geomagnética.
En América Latina, no se ha necesitado de causas externas a la Tierra para sufrir enormes cortes del servicio eléctrico. En Venezuela, el descalabro de la infraestructura generó extensos apagones en el primer semestre de 2019, por fallas en la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar. También en 2019, Argentina, Paraguay y Uruguay sufrieron un masivo corte de casi 13 horas cuando un error dejó fuera de servicio una línea de alta tensión, afectando a unas 50 millones de personas. Y en Asia, a inicios de este año, gran parte de los 210 millones de habitantes de Pakistán quedaron a oscuras por un problema en la central de Guddu.
“Un apagón es una amenaza con un gran impacto en la sociedad. Y es importante que todos los servicios de emergencia, como la policía, las ambulancias o los bomberos, sigan funcionando. En caso de un apagón, la tarea principal de las Fuerzas Armadas es abastecer y apoyar a otras organizaciones de emergencia”, resume el el teniente coronel austriaco Pierre Kugelweis.
La última medida de esta campaña en Austria ha sido lanzar en octubre una campaña de información, con publicidad en los medios y la difusión de más de seis mil carteles repartidos por todo el país con el título: “Qué hacer cuando todo se para”. Los carteles van acompañados de una pequeña guía con consejos prácticos sobre qué materiales se deben de tener en casa para estar preparados: combustible, velas, baterías, conservas y agua potable. En países acostumbrados a la actividad sísmica, también se suele estar preparado con mochilas que además incluyen dinero en efectivo y un botiquín de primeros auxilios para una rápida evacuación.
“¿Qué hacer cuando nada funciona? Cuando no hay agua ni electricidad. Un gran apagón tiene enormes consecuencias. Con esta campaña queremos concienciar y dar información y consejos”, argumentaba la ministra Tanner.
No hay una fecha estimada sobre cuándo podría suceder un evento de esta naturaleza, pero Austria apunta a estar completamente preparada para 2025. Para esta fecha, “debería haber cuarteles autosuficientes en todos los estados federados (regiones) para garantizar la respuesta del Ejército en caso de apagón, y así dar a organizaciones civiles la oportunidad de ‘recargarse’”. En los últimos 18 meses el Ejército ha realizado varias maniobras en las que se ensayó la respuesta a esa situación y cómo mejorar la coordinación con la policía y otras organizaciones.
14 DÍAS DE CÁMPING
El Ejército recomienda tener en casa reservas suficientes al equivalente a dos semanas de cámping, así como pactar de forma previa con familiares y amigos un punto de encuentro y sentar las bases de una red de cooperación vecinal.
Entre los consejos, por ejemplo, está contar con alimento que sean muy duraderos, como pasta y arroz, así como conservas, dos litros de agua por persona y día, velas, linternas, un hornillo portátil de gas, dinero en efectivo y una radio que funcione con baterías.
¿Pero cómo de real es la posibilidad de un gran apagón en Europa? El Ejército ya advirtió en 2017, en un documento sobre riesgos en la próxima década, de que una pandemia suponía una amenaza, y el tiempo le ha dado la razón. El mismo proceso de análisis de datos que se usó para prever la pandemia, recalca este teniente coronel, es la base para “los extensos preparativos de las Fuerzas Armadas frente a los efectos de un posible apagón”.
El Ministerio del Interior también ha desarrollado un protocolo de actuación que prevé en los primeros momentos de un apagón reforzar el despliegue de la policía para desalentar cualquier tentación de saqueo y regular el tráfico ante la previsible caída de los semáforos. También se reforzaría la vigilancia de las infraestructuras sensibles.
(Con información de EFE/Por Luis Lidón)
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