Las autoridades rusas clasificaron el lunes a la principal organización de defensa de los derechos de las personas LGBT+ del país como “agente extranjero”, lo que previsiblemente complicará su trabajo.
La organización LGBT-Set, que se fundó en 2006 y opera en varias regiones del país, ha sido incluida en el registro del ministerio de Justicia de “agentes extranjeros”, que incluye tanto a oenegés como a medios de comunicación, activistas, abogados y periodistas.
Según su sitio web, LGBT-Set ofrece asistencia jurídica y psicológica a las personas LGBT+ y sus familias, realiza campañas de sensibilización y recopila información sobre la discriminación por orientación sexual en Rusia.
En febrero, la organización denunció la detención de dos chechenos, que luego fueron trasladados en condiciones no aclaradas a Chechenia, una república rusa del Cáucaso conocida por su persecución de los homosexuales.
La clasificación como “agente extranjero” obliga a las organizaciones, medios de comunicación o individuos afectados a publicitar esta condición en todas sus publicaciones, incluidas las redes sociales, y a cumplir con tediosos procedimientos administrativos.
Esta designación, que recuerda a la de “enemigo del pueblo” de la URSS, está destinada a quienes reciben “financiación extranjera” y se dedican a “actividades políticas”, ambos términos vagos.
En Rusia, la violencia contra las personas LGBT+ es relativamente común y está alimentada por los conservadores y los círculos religiosos.
El ministerio de Justicia ruso también clasificó el lunes a varios abogados cercanos a la oposición rusa como “agentes extranjeros”.
A fines de octubre, Vladimir Putin volvió a atacar el liberalismo occidental en un encendido discurso, arremetiendo contra los avances en los derechos de los homosexuales y transexuales.
Putin ha defendido enérgicamente lo que considera valores familiares tradicionales. En sus declaraciones, dijo que la noción de que a los niños “se les enseña que un niño puede convertirse en una niña y viceversa” es monstruosa y “al borde de un crimen contra la humanidad”.
También sugirió que los partidarios de los derechos de los transexuales exigían el fin de “cosas básicas como la madre, el padre, la familia o las diferencias de género”.
Putin ha tratado de presentarse como un símbolo de masculinidad viril -por ejemplo, fotografiándose sin camisa a caballo-, al tiempo que ha intensificado una campaña de presión dirigida por el Estado contra las minorías sexuales en Rusia.
Está al mando de un país en el que ha habido numerosos informes creíbles sobre la tortura y el encarcelamiento de hombres homosexuales. En 2013, firmó una ley contra la “propaganda gay” que, según Human Rights Watch, provocó un aumento de la hostilidad hacia las comunidades LGBTQ y dificultó el acceso de los niños a la información sobre relaciones no tradicionales.
El efecto ha sido particularmente profundo en las escuelas, donde algunos profesores rusos caracterizan a las personas LGBTQ “como un síntoma de perversión importado de Europa Occidental o Norteamérica”, dijo el organismo de vigilancia de los derechos.
Con información de AFP
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