El Ejército birmano ha quemado en el último mes más de 400 viviendas de tres localidades del Estado Chin, al noroeste del país, donde los militares y las milicias civiles llevan semanas enfrentadas, denunció esté miércoles la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) de Birmania.
Los uniformados niegan cualquier responsabilidad en la destrucción de las centenares de casas en las poblaciones de Thantlang, Falam y Mindat, en una zona considerada una de las más rebeldes contra los militares que se hicieron con el poder a través de un golpe de Estado el pasado 1 de febrero.
Sin embargo, un portavoz del Partido para la Unión y la Solidaridad, respaldado por los militares, afirmó en las redes sociales que el incendio del pasado fin de semana en Thantlang, con al menos 160 viviendas destruidas por bombas incendiarias, “es un ejemplo de lo que está por venir”, según recoge la AAPP, una organización que lleva el recuento de las violaciones de derechos humanos de la junta militar.
La táctica de quemar viviendas recuerda a la empleada por el Ejército birmano contra miembros de la comunidad rohinyá.
Imágenes por satélite desveladas hoy por la organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW) confirmaron la presencia de varios incendios activos el pasado fin de semana en Thantlang el 29 de octubre.
Según indicó HRW en un comunicado, el satélite VIIRS I detectó la presencia de múltiples incendios activos en la ciudad de lo que coincide con las denuncias de que el Ejército quemó en esa localidad 160 viviendas, dos iglesias y la sede de la ONG Save the Children.
El satélite también detectó anomalías térmicas doce horas después, lo que confirmaría la existencia de más incendios por la noche en esta remota población de Birmania, que contaba con unos 10.000 habitantes hasta que los enfrentamientos con el Ejército en las últimas semanas forzaron a la mayor parte de su población a huir.
El general Zaw Min Tun, portavoz del Ejército, culpó a la milicia civil Fuerza de Defensa de Chinland (CDF, en inglés) de quemar los edificios en su huida tras su enfrentamiento con los militares, una acusación desmentida por el grupo armado.
Un miembro de la CDF relató al diario Myanmar Now cómo los soldados prendían fuego a las viviendas “sin razón alguna”, una táctica que recuerda a la empleada en la última década contra miembros de la comunidad rohinyá, discriminada en el país.
Organizaciones pro derechos humanos y víctimas denunciaron en 2017 la quema de poblados, asesinatos y violaciones en el estado de Arakan, en una campaña que la ONU calificó de “limpieza étnica”.
El CDF, una milicia formada poco después del levantamiento del Ejército del pasado 1 de febrero, y el Ejército Nacional Chin (CNA), son parte de las fuerzas prodemocráticas que se enfrentan a la junta militar en gran parte del país desde hace meses.
El pasado 7 de septiembre, el autodenominado Gobierno de Unidad Nacional (NUG), formado por políticos y activistas cercanos a la depuesta líder Aung San Suu Kyi, declaró una “guerra defensiva” contra el Ejército birmano.
En los nueve meses transcurridos desde el golpe, la represión de las fuerzas de seguridad ha causado 1.233 muertos, según la AAPP.
El Ejército justifica el golpe de Estado por un presunto fraude masivo durante las elecciones generales del pasado noviembre, cuyo resultado ha sido anulado y en las que arrasó el partido de Suu Kyi, como ya hizo en 2015, con el aval de observadores internacionales.
(con información de EFE)
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